Bailando hasta que la gira acabe
Conciertos / Izal

Bailando hasta que la gira acabe

8 / 10
Noemí Valle — 30-10-2022
Fecha — 28 octubre, 2022
Sala — WiZink Center, Madrid
Fotografía — Virginia Barbero

El WiZink Center de Madrid acogió el viernes 28 de octubre uno de los últimos conciertos de la gira de despedida de Izal. El show que forma parte de la giraHogar”, no pudo evitar mancharse de esa neblina melancólica que dejan todas las fiestas a las que uno acude  sabiendo que pueden  ser las últimas. Un sentimiento que te obliga a vivir cada canción el doble, cada estrofa, cada solo de guitarra. El mismo que te empuja a celebrar la noche junto al grupo, por si acaso, crucemos los dedos para que no, sea la última que vibremos juntos en un directo.

La noche hizo hueco para los temas veteranos, aquellos que llevan conviviendo con nosotros ya diez años. Por eso “Magia y efectos especiales" se recibió con una ovación que hizo vibrar el WiZink, porque ya tiene historia propia. Vidas colectivas y diferentes. Cuentos que se acabaron y otros que se tejieron, mientras alguna vez lanzábamos al aire frases como: “sigo arruinando el momento, llegando siendo siempre tarde a tu encuentro”. Algo similar nos pasó con “Pánico práctico”, donde creamos una marea de manos que danzaban por el aire “disfrutando de la ausencia de la tercera dimensión”, un huracán de sentimientos. Fue inevitable no emocionarse.

En la gira “Hogar” no pudo faltar la canción que le da nombre a la misma, esa que forma parte del álbum homónimo, el último que nos ha regalado el quinteto. Los nuevos temas se hacían inmensos entre la multitud, pero la fuerza de los himnos, de esas composiciones añejas, era irrebatible. Solo hizo falta que irrumpiera “El baile”, haciendo gala de esa felicidad plena que se consigue con la música en movimiento. La gran acción en la que coincidimos si nos exigen una última antes de morir: “y que nos queden pequeños los cuerpos, y gastar lo que nos queda de tiempo bailando hasta que todo acabe”. Un acto que parece hacerte levitar a ratos y se multiplica cuando lo compartes con tus amigos.

Mikel Izal pronunció un gracias certero por todos los años de apoyo a la banda, años que han transportado al grupo indie de las pequeñas salas a los grandes estadios. El aplauso fue mutuo y se encadenó con “Copacabana”, ese temita que nos dibujó el boceto del idilio años atrás y en el que aún seguimos confiando: “sal de baño, brillo dorado en la piel y un beso sincero en la boca”, también en lo de: “soñar despierto dormir contigo, viajar despacio y volver”.

El final de la noche se coronó con los acordes de un ukelele, donde Mikel Izal bajó a la pista para sentir el calor del público por duplicado. “Qué bien“ sonó con la fuerza sobrenatural con la que se cantan las canciones llenas de sentido, perdiendo las formas, moviendo la melena frenéticamente, haciendo apología, en definitiva, de frases que son tótems: “sólo quedará sin probar un sentido El del ridículo por sentirnos libres y vivos”.

La fiesta parecía haber terminado, pero entonces explotó la canción que confirmó la despedida. “La mujer de verde”. Irremediablemente me acordé de todas esas noches de mi vida en las que fue mi banda sonora: “la respuesta siempre será así, no hay alternativa”. Anunciaba que empezaba lo bueno, en esta ocasión que se terminaba, por eso nos pasamos cinco minutos abrazando y saltando hasta el acorde final. Nos llevamos grabado en la retina y las entrañas ese estallido.

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