Los hijos de George Harrison
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Los hijos de George Harrison

9 / 10
Josetxo Rio Rojo — 10-01-2016
Empresa — Jokin Salaverria & Friends
Fecha — 08 enero, 2016
Sala — Kafe Antzokia, Bilbao
Fotografía — Tom Hagen

El 1 de agosto de 1971, George Harrison reunía en el Madison Square Garden de Nueva York a un grupo de amigos para celebrar un concierto de carácter benéfico con el objetivo de recaudar fondos para la ayuda a los refugiados por la guerra de liberación de Bangladesh. Allí, junto a una banda base formada por músicos de Badfinger, compartieron escenario nombres como Bob Dylan, Leon Russell, Ringo Starr, Billy Preston, Eric Clapton, Jesse Ed Davis, Jim Keltner o Klaus Voormann, entre otros, bajo la batuta del propio Harrison y del histórico intérprete de sitar Ravi Shankar. El concierto, en dos sesiones, el posterior disco y el documental grabado sobre el mismo pasaron a ser considerados la primera referencia entre los conciertos masivos con fines benéficos que posteriormente tanto abundaron en el mundo del rock. Pero sobre todo, con la base musical centrada en composiciones del propio Harrison y Bob Dylan, fue un absoluto éxito en un cambio de década que ya auguraba los caminos grandilocuentes que en muchos casos seguiría el rock'n'roll durante los años 70, pero que aún mantenía la maquinaria de la urgencia y la emoción bien engrasada.

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Bien. 44 años después, la humanidad poco ha aprendido, y las causas benéficas, en este caso concreto la recaudación de fondos para el Banco de Alimentos de Bizkaia, siguen siendo necesarias. Y 44 años después, si el bueno de Harrison hubiera podido ver lo que un grupo de músicos locales hizo con el espíritu y la materia de su obra, hubiera respirado tranquilo. Y seguramente hubiera sentido algo parecido a la emoción. No vamos ahora a caer en comparaciones entre aquellos monstruos y estos vecinos no menos monstruosos, pero no sabemos si somos muy conscientes acerca del nivel musical que ha alcanzado buena parte de la escena local. Porque tras una introducción a cargo de sitar y percusión llevada a cabo por Gorka Huarte y Ander Cisneros, enlazando con el espíritu oriental que tanto Shankar como Harrison aplicaron al inicio del evento, y que hubiera merecido mayor silencio por parte de la audiencia, una super maquinaria de rock and roll tocada por el alma del soul, los aires de California, la ventisca que el folk transmutado en electricidad había levantado la segunda mitad de la década de los 60 comenzó a rodar. Así, acompañando a la sublime y elegante pegada del bajo de Jokin Salaverria, auténtico padre de la idea, los coros de Sara Iñiguez, Inés Goñi y Saul Santolaria, las baterias de Lázaro Anasagasti y Natxo Beltrán, el órgano de Alex Blasco y el piano de Diego LasHeras, los metales de Juan Feijoo, Willy García, Fernán Gerrikagoitia y Gorka Carralero y las guitarras de Dani Merino, Álvaro Segovia, Lee Perk y Gonzalo Portugal, se lanzaron de inmediato a un "Wah-Wah" capaz de dejar a más de uno con la boca abierta, intuyendo lo que podía venir después. Porque si una banda de estas características decide abrir el concierto directamente con el climax de la velada, todo lo demás o bien puede despeñarse ladera abajo o alcanzar la cumbre de lo memorable, recordable y contable. Y esto último, sin duda, fue lo que ocurrió. Así que se contará sobre esos "My sweet Lord" y "Awaiting on you all" donde los coros aterciopelaban la voz de Lee Perk / Alfredo Niharra; se recordará el tremendo mano a mano vocal, negro e intenso, entre Sara Iñiguez e Inés Goñi frente al "That's the way God planned it" y la elegancia de Saul Santolaria con el "It don't come easy" lleno de la sonrisa de Ringo Starr; se hablará de que escuchamos cantar al propio Jokin Salaverria un "Beware of darkness" que convertía la sorpresa en arañazo, y se compartirá el interludio rockista, bluesy y callejero que la voz de Miguel Moral (Highlights) cabalgó en el medley de los clásicos "Jumpin' Jack Flash" y "Young blood".

Marcando los tiempos del concierto, el set acústico a cargo de John Franks (Smile), Álvaro Segovia y la guitarra de un Josu Aguinaga clavando espléndidamente los riffs del Dylan más folk se enfrenta al "Here comes the sun" y al "Blowin' in the wind", para unírseles Jokin y la voz y armónica del americano Jonny Kaplan en "Mr. Tambourine Man". Porque como dijo Kaplan, viejo compinche de correrías musicales de Jokin Salaverria, en este y en aquel lado del mundo, y viejo amante de la noche rock bilbaína, cuando se enteró que este concierto iba a tener lugar, casi suplicó el poder estar presente y no dejar pasar la oportunidad de sentirlo. Y vivir y contar la experiencia de compartir escenario con The Fakeband al completo, para entre los seis insuflar alma rock a "It takes a lot to laugh, it takes a train to cry", "Love minus zero", una arrastrada y jugosa "Just like a woman" e incluso una "A hard rain's a-gonna fall" que alejan de su original forma folk en el aclamado concierto para llevar a su terreno rock. Memorizar, recordar y contar.

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De la misma manera que haremos con la recta final, cuando la banda base cede el protagonismo de "While my guitar gently weeps" a la voz y la guitarra de un inmenso Gonzalo Portugal (Last Fair Deal), citando y encarando directamente a los dígitos de Eric Clapton en un solo brutal, y cuando la excelente voz de Iñigo Agudo (Quaoar) conduce "Something" y "Bangla Desh".

Así que quedará memorizar, recordar y contar. Con los nombres de todas las canciones y todos los participantes. Porque felices se les veía en los dos regalos finales, un fuera de setlist "All things must past", uno de los títulos más bonitos de la historia, como apuntó Jokin, y un "Wah-Wah" que cerraba el círculo en su grandeza. Y feliz una sala abarrotada de poder ver a los hijos de George Harrison.

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