Voodoo en Bermeo
Conciertos / Flamingo Tours

Voodoo en Bermeo

7 / 10
Ainhoa Uriarte — 13-02-2018
Empresa — Girando Por Salas
Fecha — 10 febrero, 2018
Sala — Bermeoko Kafe Antzokia, Bermeo (Bizkaia)
Fotografía — Ainhoa Uriarte

Hace unos días estaba viendo una entrevista de la cantante Myriam Swanson para TV3. Los Flamingo Tours cuentan con músicos de altura que, desde luego, no son unos primerizos por estas lides. Por lo que las referencias y las entrevistas, aunque sean relativas a otros proyectos pueden encontrarse fácilmente por ahí. Decía más o menos, que todas las cosas que te apasionan en la vida pueden servir para prolongar la infancia, para prolongar esos estados de magia que son tan necesarios. Jugar, tener amigos con los que jugar. Que no sea siempre: el bar, la cerveza, el “venid a cenar”, “el aire acondicionado no sé qué…”, el “hablemos de algo interesante, tú qué crees que pasará en Cataluña”. Que al jugar nos perdemos. Porque ya te has hecho adulto pero en plan mal.

La noche del sábado dieron buena cuenta de que ellos juegan, y lo hacen con facilidad y felicidad, o al menos eso quedaba reflejado en sus caras. Lo que se dice, mucha gente, no había. Myriam Swanson nos dio las gracias, señalando que la siguiente vez invitásemos a nuestros amigos, a lo que alguien del público respondía que no tenemos, y así empezaba el asunto. En esta ocasión no había teloneros, por lo que vamos directos al grano. Los Flamingo Tours vienen envueltos en una gira de presentación de su segundo disco que saldrá a la luz en marzo de este año, titulado “Lucha Libre”. Y aunque en Bermeo fuésemos muy pocos en sala, prometían extender su energía telúrica por doquier.

A lo largo de las primeras canciones, la surfera “Mexican dogfight” o “Just a little bit”, la cantante alzaba sus manos cual cantante de góspel y maestra de ceremonias, respaldada por cinco músicos de experiencia que irían diversificando instrumentos a lo largo de la noche. Cayó la inevitable “Guerrero” que es la tarjeta de presentación del nuevo disco. Y en “Clap your fingers”, Myriam Swanson, la Tura Satana en “Faster, Pussycat! Kill! Kill!”, sacudía los brazos, no serían artes marciales para acabar con un idiota en el desierto, pero sí servían para impartir su poderosa presencia en escena.

En claro desprecio por las prohibiciones místicas dieron paso a “Dance to the devil” y “Día de muertos” canción que versa sobre una niña que queda fascinada tras ver al típico pachuco mejicano de los años 30, y a la que posteriormente se le aparece en sueños, dándose cuenta de que es el día de los muertos. La versión del famoso bolero “Dos cruces”, tema intenso como él solo, -“están clavadas dos cruces en el Monte del Olvido por dos amores que han muerto, que son el tuyo y el mío”-, era descargada de cualquier olor a naftalina e interpretada con la dureza y dramatismo propios de su letra. Mientras el guitarra se sumergía en el desgarro, yo hacía lo propio ensimismada en el humo que ascendía, cual criatura mágica, de su cuerpo.

La mezcla de géneros en este grupo, muy crossover, es una constante: Rock&Roll, R&B, Rockabilly, Soul, etc. En canciones como “You can’t hide” o “What it makes you so cold?” dirías que a veces el pulso de la banda tiene un aire a los míticos grupos Doo Wop de los años 50. Si cierras los ojos mientras lo escuchas, asumes que la voz es negra. Algo así debió pasarle a James Brown cuando oyó por primera vez a The Shangri-Las y sin embargo, se dio en la cara con un grupo de cuatro chicas blancas, que además, tampoco les apetecía cantar aquello que se esperaba de ellas. La simbiosis es evidente, y ahí está la enjundia de este grupo, Flamingo Tours no ofrece algodones de azúcar, ni ninguna remisión a esa pose de los felices años 50 al otro lado del océano, se trata de algo diferente y con entidad propia.

Una de los que me puso la piel de gallina fue “Si me abrasas”. Se la dedicaron a las mujeres -“¡Eso!” se oyó desde el público- y a los hombres, cabrones ambos -se confirmaba la entrega con un “¡También!”-. Comentábamos que ser mala persona está demasiado sobrevalorado. Y continuando con la temática, “Love massacre”, es uno de los temas que había venido escuchando en bucle en el coche y que me enganchaba cada vez más en ese loop infernal. Dedicada a los turistas que rompen el corazón de los barceloneses cada vez que se van a su casa después de haberlos enamorado.

Cayó también la muy pegadiza “Right on time”. En “Tiptoed zombies” o “Racing monsters” exploraron temáticas espeluznantes más allá del amor o el desamor, hasta el no menos real mundo de los mitos, los monstruos y las leyendas. La banda se arrancaba con unos quejidos dignos del ataque de la criatura del pantano, retroalimentados por algún aullido que emergía del público. Deseábamos que los Flamingo volviesen por aquí. Así que a petición del público acabaron tocando “Rosita went to jail”, mezcla entre ranchera y el outlaw country, donde el batería renuncia a su derecho al asiento, el teclista abandona su hammond para armarse con un rayador que rasga con dos cucharas y terminan de decirnos adiós.

La de esta noche es música vudú que hemos cogido con gusto, que ha removido las aguas turbulentas de nuestras entrañas. Nuestro ritual de hoy ha tenido como objetivo que la próxima vez el rito sea mayor y con más gente. La banda extiende su poder e influencia incluso después de apagadas las luces. “Si me abrasas” acaba siendo el hilo musical de un viaje de vuelta nocturno hacia ninguna parte, mientras el destello de los faros en el retrovisor, dibuja un blanco antifaz.

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