El aire de Cascante volvió a cargarse de ese ambiente único que solo trae Estaciones Sonoras. Sabíamos que la edición de otoño marcaría el cierre de un ciclo memorable, y las ganas de que se abrieran las puertas del patio del antiguo colegio eran palpables. La música, la gastronomía y la cultura estaban listas para encender la chispa. Así vivimos el vibrante inicio de esta esperada cita.
Se abre la edición con un grupo local, los navarros Los Flamingos, que juegan prácticamente en casa. Nos sorprenden con una propuesta más guitarrera, donde los seguidores de su trayectoria echamos en falta algún sintetizador, pero que compensan notablemente con la puesta en escena y la contundencia de su actual sonido. Nos llama la atención cómo esta formación navarra sigue sin destacar en el panorama, a pesar de haber traspasado la barrera de su zona de acción y haber estado actuando en festivales y salas de todo el territorio nacional.
Después de entrar en calor con la actuación de Los Flamingos, llega el momento de una banda que ha crecido a pasos agigantados y teníamos ganas de ver en directo, Veintiuno, un grupo muy joven pero con cinco discos publicados. Se apagaron las luces y Xas con un solo de saxofón nos daba la bienvenida a su “Mitología Tour” con canciones como “Suspiria” y “Perder los modales” de su último álbum “La balada de delirio y equilibrio” que vio la luz este mismo año. Diego (vocalista), Rafa (guitarra), Yago (bajo) y Pepe (batería), con la ayuda de Xas al saxo, venían dispuestos a hacer vibrar al público y lo lograron con creces. Cabe comentar su anécdota con la gente del pueblo Cascantino ayudando a recuperar las llaves de la furgo al grupo la primera vez que pisaron las tablas del festival, cosa que volvieron a agradecer y recordar con cariño, antes de irse por todo lo alto con “La vida moderna” canción publicada en colaboración con Love of Lesbian.
Mientras unos aprovechan para comer algo, otros cogen sitio en las primeras filas para ver a los precursores de la “Kinkidelia” en España, adjetivo que habla de su estilo único, que pasa entre la psicodelia, el garage, el metal o la música electrónica, fundiéndose con sus raíces andaluzas; Derby Motoreta´s Burrito Kachimba (DMBK). Dandy Piranha (vocalista) se adueñó del escenario con su presencia magnética, mientras que Bacca y Gringo (guitarristas) y la potente base rítmica de Richie, Soni y Papi Pachuli, lograron la intensidad necesaria en el patio del antiguo colegio de Cascante. Sintetizaron sus tres álbumes a la perfección durante una hora y cuarto de actuación.

Era medianoche y sonó la sirena que anunciaba uno de los conciertos más esperados de la edición y una silueta vestida de tul, se subía al escenario respaldada por la letra de su canción “La ternura” parte importante de su último álbum “Lento Ternura”. Zahara interpretó temas como “Nuestro amor”, “Demasiadas canciones” o, por su puesto, “Tus michis” coreografía incluida mientras caminaba en su cinta, también dio buen repaso por el disco “PUTA” con referencias como “MERICHANE”, “TAYLOR” o “berlin U5”. Pudimos echar la vista atrás mientras interpretaba un mix de “Zahara” y “Con Las Ganas” en su icónico baño portátil personal, con el que aprovecha para reivindicar la libertad del pueblo palestino, volver para verla cual azafata de avión mientras interpreta “CTRL+Z” y finalmente dejarnos sumergir en una rave espectacular de luces y sonidos contundentes. Zahara hizo un concierto para ella y sus fans y se notó que está cómoda, se divierte y se lleva con ella al público que podría no conocerla tanto o a quienes si la conocen, pero con otra imagen de hace unos años.

Para cerrar la noche del viernes, la polifacética periodista Virginia Díaz, aparecía en escena como DJ, la cual dio por finalizada la jornada con una variada selección de música de calidad sin etiquetas, enfocándose en la música independiente, pero también incluyendo otros géneros como el pop urbano.
Después de la ecléctica jornada del viernes, el patio del colegio recuperó la calma momentáneamente, pero la energía de Estaciones Sonoras continuó latente, preparando el ambiente para la intensa jornada que nos deparaba el sabado. La gente esperaba al primer grupo de la jornada, ANAVI. El grupo pisa fuerte y cuando todas sus componentes suben al escenario, te envuelven en armonías con una variedad de matices que se fusionan y te llevan a un akelarre musical necesariamente reivindicativo. Fue imposible no embriagarse de su energía y su mezcla perfecta de hip hop, vanguardia y raíces navarras y es que su álbum “Origen” cumple lo que promete.
Tras un ágil cambio de escenario, hacía aparición uno de los artistas principales de esta edición, Rulo y la contrabanda salían a comerse el Patio del Colegio desde el primer acorde. Su conexión con el público fue instantánea con “Confeti” y el público coreó sus canciones durante todo el concierto, entre ellas, “Mi Cenicienta”, “Noviembre” o “32 escaleras” con la que cerraron el concierto. Como grupo empezaron hace 15 años, pero estos músicos llevan subidos a los escenarios toda la vida y su experiencia es palpable. Si tuviese que poner un título a este concierto, sería “Cóctel de emociones”. Consiguieron poner los pelos de punta al público en el momento en el que Raúl dedicó “Heridas del rock&roll” a su pequeño y también pudimos experimentar la nostalgia con canciones de “La Fuga”, anterior grupo de Rulo con canciones como ”Buscando en la basura”, “Por verte sonreír” y “P´aquí p´allá”.

El plato fuerte de la noche estaba a punto de salir a escena y la gente intentaba hacerse con un buen sitio para ver a Coque Malla. El madrileño está en plena gira 40 aniversario y Cascante tenía ganas de celebrarlo con él. El concierto arranca, tras un video en el que imágenes icónicas a nivel mundial de los últimos 40 años se entremezclan con otras del cantante en diferentes etapas de su trayectoria musical. Tras esto, con la guitarra colgada, aparece el protagonista de la noche, avanzando hasta la parte frontal mientras hace sonar el riff con el que empieza “Por las noches”, el clásico de Los Ronaldos que fue la canción elegida para presentarse ante el pueblo cascantino. 40 años de canciones se iban a resumir en una hora y media de show que, como él mismo afirmó, «no iba a caer en la nostalgia, sino que sería una celebración del presente». Eso sí, también dijo al público entre risas que no se preocupara porque «iba a tocar la canción de las bodas».
Aprovechó la ocasión para cantar su canción “volverá” con su amigo Rulo, cosa que era de esperar y nos encanta haber acertado. Después de una perfecta síntesis de sus 40 años de trayectoria, cerró su concierto con “Me dejó marchar”. El concierto de Coque Malla no fue solo un repaso musical, sino una clase magistral de cómo dominar el escenario y conectar con el alma del público.
La noche se acercaba a su fin y era el turno de Ultraligera. El grupo madrileño está en pleno auge, aunque ya habíamos podido escuchar sus primeros singles, ha sido este año 2025 en el que han sacado su álbum debut “Pelo De Foca” y como ellos dijeron, se encuentran ya en la recta final de su gira, habiendo estado tocando en salas y festivales. La banda arrancaba la noche con “La Basura”, una explosión que marcó el ritmo de lo que estaba por venir. Con una estética y un estilo que navegan entre el rock, el grunge y el indie, la banda desplegó toda su energía con temas como “Recuerdos del Baile” o “Tú No Lo Ves”, se dio el clima necesario para que el grupo decidiese tocar “Nunca Nadie” y la emotiva “Europa” con Gisme a la guitarra acústica, lo que deja más expuestos los matices de su voz. Desde el primer acorde hasta el final, Ultraligera cumplió y superó todas las expectativas.

Y para cerrar por todo lo alto, David Van Bylen tomó el mando de los platos en el Patio del Colegio. El reconocido remixer y DJ ofreció un set que es su sello de identidad: una explosión musical que no entiende de fronteras, conectando el dance con himnos del pop. Tuvimos el placer de vivir de nuevo, cómo Van Bylen lograba que el público se entregara por completo.
Y así, con los últimos acordes todavía vibrando en el patio del antiguo colegio de Cascante, Estaciones Sonoras Otoño 2025 baja el telón de su ciclo anual. Una vez más, este festival ha demostrado ser mucho más que una agenda de conciertos: es un movimiento social, cultural y gastronómico que transforma el entorno rural en un punto de encuentro intergeneracional único.
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