Entre la alegría y el lamento

El año que viene Etnosur celebrará la mágica cifra de las veinte ediciones y desde ya ha iniciado la carrera de preparativos para tal efemérides con cambios y ajustes. Entre ellos, este año destacaba la orientación del escenario Principal que ahora proyecta hacia las afueras de Alcalá La Real y elimina la congestión que la entrada y el ubicuo botellón generaba a los vecinos colindantes al recinto. Por otro lado,  la presencia en esta edición  de Guadalupe Plata como inspiradores de la producción propia del festival también atisba un giro más en esa labor conciliadora que Etnosur hace de los sonidos del mundo.
Un primer vistazo a nuestro alrededor, mientras nos situábamos localizando los puntos clave donde se desarrollaban las principales actividades, dejaba patente la grata acogida con la que cuenta el festival por parte de los habitantes de Alcalá.

El céntrico Paseo de los Álamos, zona de reunión durante el día, juntaba bajo sus impagables aspersores a niños y mayores, propios y extraños, mientras pelotas de malabares volaban por el aire a ritmo de timbales y guitarras tocadas de forma espontánea por los allí congregados, que no dejaban ni un minuto de descanso entre las actuaciones programadas en el quiosco Etnochill. El arte, la música y la fiesta llevados a la calle, al alcance de todos. Llegados al Convento Capuchinos a media tarde, primera sorpresa del día con el espectáculo “Método Cardofónico” de Germán Díaz que tomando como base los latidos del corazón, crea sonidos extraños y bellos a partes iguales que nos dejaban el cuerpo y la mente listos para otro de los alicientes del festival: las actuaciones en el Escenario Circo, donde la cola formada desde primeras horas de la tarde para acceder al recinto, auguraba un lleno absoluto congregando a la mayoría del público infantil.

Terminado el show, directos al escenario principal para embarcamos en un viaje por el mundo a través de sus músicas, pasando por los sonidos africanos de Aida Samb y Noumoucounda Cissoko, los bailes latinos de La 33, la propuesta de los holandeses Kuenta I Tambú, cerrando la noche del viernes a ritmo de drum&bass los patrios Boom Bass Brothers.
La segunda jornada, nos traería el plato fuerte de esta edición. Después de la actuación de Gabacho Maroconnection, que abrían la noche, por primera vez en su historia sería un grupo de la provincia, Guadalupe Plata, el encargado de la producción propia del festival, apuesta que se hace por un artista o agrupación musical, teniendo como base la experimentación y el cruce de caminos.  “Los Lamentos de Guadalupe Plata” fusionaba el más crudo blues marca de la casa con el flamenco tradicional, en este caso en clave de petenera. Un espectáculo sin precedentes que comenzaba poco antes de la medianoche con la aparición entre el público de un ataud portado a hombros. El yunque marcaba el paso a ritmo de martinete y al cante Antonio Campos, esperaba en el escenario la comitiva funebre con el bailaor Daniel Navarro “de cuerpo presente” y Javier Rabadán a las palmas. Perico estremecía el ambiente con su particular sonido afilado. Una apuesta arriesgada que llegó a crear un ambiente sobrecogedor a golpes de guitarra, batería, taconeos y palmas haciendo gala de las raíces andaluzas de las que tan orgullosa se siente la formación ubetense.

Finalizado el espectáculo, Mercedes Peón sería la encargada de recoger el testigo ganándose al público con un set bailable y contundente, para dar paso a la divertida actuación de Txarango y a la sesión de cierre de Lord Sassafras.