Acaban de sacar un disco con la peña de Brixton y lo han titulado “1987”. No será por la Copa América de aquel año, que los uruguayos seguro que recuerdan el gol de Antonio Alzamendi, y que me perdonen los argentinos por rememorarlo, no era mi intención hacer daño. No, digo yo que lo habrán titulado “1987” porque fue el año en el que empezaron. ¿Que empezó quién? Doble Fuerza, loco. Punk argentino de segunda generación; camada, creo que lo llaman ellos. Más de tres décadas de historia pegándole al punk-rock en el cono sur urbano de Buenos Aires y más allá, mucho más allá. Imagínate todo lo que tienen para contar: hay más camino recorrido ahí que de Santa Catalina a Ushuaia.
Pues resulta que Hugo Irisarri, frontman en Doble Fuerza, reside ahora en Euskadi y armó una banda para presentarnos en Bilbao el disco mencionado. Y, claro, de paso, recuperar canciones que para una generación fueron casi himnos. Lo hizo en una Nave 9 con buena entrada y en fecha señalada, 8 de marzo, que el eco de la manifa llegaba hasta el dique del museo arrastrado por el viento. Pero vamos al concierto:
La banda espera porque su cantante no llega y aparece desde atrás, pidiendo permiso para pasar al público expectante. Hugo Irisarri sube al escenario, se coloca las gafas, se tira de la rebeldía que se le encrespa en la coronilla y arrancan a saco con el participio: primero “Anestesiado”, bien culminado al final, después con “Desocupado”, que dedican a los que andan buscando trabajo. Con la tercera, Javi Rubio me grita al oído: “¡Esto es un hit radiofónico!” y sí que se le nota esas hechuras melódicas que invitan a la seguidilla. Es “¿Por qué no me llamas?” y cuando Hugo Irisarri se lleva la mano a la oreja con los dedos meñique y pulgar imaginando un teléfono como el que se implantaba Bethany Bisme-Lyons yo, que no tengo remedio, me acuerdo del “Call Me Maybe” de Carly Rae Jepsen y me imagino un mundo en el que esta canción hubiera podido rivalizar en fama con aquella. “Clase obrera” nos da un respingo, que se ponen serios, y poco después anuncian compañía. Sube alguien a quien creo que llaman Pía (si no era así, me disculpo), a quien presentan como una amiga argentina que vive en Madrid y se subió a Bilbao específicamente para el bolo. Cantan juntos “Encontrarte” y luego la chica vuelve a la platea y se canta para ella misma prácticamente el resto del repertorio: testimonio del rastro que fueron dejando estos allá en su tierra y que llega más allá del Atlántico, que luego subirá Tonino para formar un nuevo dueto y la elegida es “Leave Me Alone” porque Toni Metralla y los Antibalas la grabaron en versión. Tonino apunta a Vitxo, que está allí en primera fila, como culpable y pide que no se le grabe porque no se sabe bien la canción, petición que no se obedece.
No será la última colaboración, porque un poco más tarde reclaman la presencia de otro insigne argentino del botxo. Al escenario sube Pepe Bombs, ex Cobalto y actual TurboFuckers, al que le prestan un bajo. Antes de arrancarse se vacilan la memoria entre los dos. Hugo Irisarri cuenta que se conocieron tomando la comunión. Pepe responde que en una biblioteca. Ambos lugares son eufemismos que no hace falta que explique, me imagino. Hugo Irisarri, por cierto, recuerda que también deberían haberse subido al escenario Penadas por la Ley, más raíz del país, pero que andaban por Logroño. Con Pepe Bombs a las cuatro cuerdas, se hacen “Aloha!”, “Almas gemelas” y una hecha con yerbas italianas, “El rey del fernet”.
Es el anticipo de un final meteórico, donde la banda gana en ímpetu y convicción, me parece a mí, al acercarse más al punk rápido e impulsivo. Regresa, además, un compromiso que, en realidad, no desaparece en todo el bolo, porque ya antes cantaron cosas como “Grito de revolución” o “Laburando” y recordaron que era un día señalado haciendo un alegato feminista bien medido y aplaudido cuando cantan “Sola”. En este tramo final, arrasan con “Disturbios”, aplastan con “No capitalismo” y masacran con un doblete final que le pone la guinda al pastel. Primero con el himno atareado de “Pibes de barrio”, que se aclama desde abajo y, para la última, Hugo Irisarri se quita las gafas de sol y se baja al barro para revolcarse con el público mientras canta esa festiva promesa de que habrá más que titularon “Otra vuelta de cerveza”.
No podía haber un final más acertado por su simbolismo. Durante todo el bolo primó la cercanía. No entienden estos el punk como un territorio para levantar alambradas y no parece que les molen las fronteras, ni tan siquiera las que se levantan entre banda y público. Hugo Irisarri se mostró todo el rato cercano y sincero, contando cómo había acabado en Barakaldo, dedicando el concierto a su pareja por aventurarse a cruzar el charco con él, a su hija y su pareja, a alguien que le descubrió sus raíces navarras y a Elemento Grisaleña y Silvi Punk Rock por echarle un cable cuando acabaron en nuestra ciudad fabril. Antes, ya se había explayado para presentarnos a la banda, mientras su batería, que no era otro que Pirri Rumanoff, parte de la tripulación de Rat-zinger, le presentaba a él mismo. Ellos también se dejaron de remilgos e interactuaron con el público. Por ejemplo, cuando el bajista confesó pasiones apuntando con la barbilla a San Mamés. Y, por ejemplo, cuando al guitarrista se le escapó un alivio y nos confesó que tampoco estaban haciéndolo tan mal para haber ensayado solo cinco veces.
Pues con una les habría valido, porque funcionó. No fue un examen, pero, si lo hubiera sido, los aplausos del final corroborarían la buena nota. Doble mérito, entonces, para unos Doble Fuerza que esperamos que sigan multiplicando por dos el aliento del punk-rock.
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