Máquina de baile
Conciertos / Depedro

Máquina de baile

8 / 10
Alberto Bonilla — 15-03-2022
Fecha — 12 marzo, 2022
Sala — Sala Totem
Fotografía — Javier Escorzo

La gasolina está por las nubes, Putin no ceja en su invasión y nos hemos comido dos años de pandemia que nos han hecho olvidar parte de lo que éramos y solíamos hacer. Hablar de cultura y de música, o realmente de cualquier otra cosa a día de hoy, parece una temeridad, una trivialidad o directamente un paseo por Matrix. Tanto es así que las absurdas restricciones que obligaron a posponer el concierto de Depedro el pasado mes parecen ya material prehistórico. El mundo ha vuelto a cambiar rápidamente y es en este escenario, en este desajuste cognitivo tan propio del ser humano en periodos de incertidumbre, cuando se vuelve incluso más necesario acudir a las certezas de siempre.

Depedro es una de esas seguridades. Nadie podrá asombrarse a estas alturas ni del producto que ofrece ni de la forma en que lo hace. Lo suyo son las canciones pop con esa firma característica del cantautor añejo. Lo suyo es el baile, el ritmo e incluso la autoadoración. Depedro y/o Jairo Zavala es, son, un personaje tantas veces visto como disfrutable. Tan atravesado como hipnótico. Tan irreverente como complaciente. Pero sobre todo una certidumbre que nos retrotrae veinticuatro meses atrás, cuando todavía éramos tan inocentes como felices. Cuando todo parecía importar mucho y nada a la vez. Y él, con un acompañamiento de lujo sobre el escenario, quiso brindar lo anhelado. Como si alguien se lo hubiera susurrado entre bambalinas. Casi una veintena de canciones de toda su discografía guiadas por una pregunta retórica lanzada al respetable: “¿Esto está pasando?”. Por eso, con “Máquina de piedad”, que da título a su último trabajo, dio inicio a un directo que tuvo lo mismo de presentación de álbum que de repaso a su carrera ya que junto a “Noche oscura” no tardaron en llegar otras canciones como “¿Hay alguien ahí?” o “Como el viento” que hicieron presagiar un cóctel de melodías de toda su trayectoria. Esos indicios se confirmaron repentinamente cuando en un abrir y cerrar de ojos despachó tres éxitos atemporales como “Nubes de papel”, con un recreativo final; “Déjalo ir”, cantada a pulmón por el respetable; y “DF”, que no echó en falta la voz de Bunbury en una arrollante interpretación.

Sin capacidad para tomar aliento, Jairo Zavala, acompañado de los suyos en un formato algo más de andar por casa, bajaron a testear el ánimo de sus fieles. Fueron unos minutos de comunión absoluta encabezada por “El pescador” en un improvisado corrillo que nos remontó a los viejos tiempos, ergo, los buenos tiempos. Con el público rendido a sus encantos, la banda continuó obviando las melodías de su última obra por medio de la delicada “Te sigo soñando”, la lograda adaptación de la “Fiesta” de Joan Manuel Serrat, el pegajoso tarareo de “Tu mediodía”, o “Diciembre”, con un magnífico envejecer tras más de una década de rodaje.

Es por eso que ya en la recta final, con una atmósfera más que propicia, tuvieron su protagonismo canciones como “El Puñal”, “Mañanita” y “Cómo te vas a ir”, que demostraron la confianza de la banda en las melodías más recientes y su capacidad para convertirlas de forma inmediata en éxitos coreables para sus directos. Un show que incorporó en su peroración temas como “Hombre bueno”, la clásica “Llorona”, una “Solo quería” interpretada acapella, y un explosivo final de fiesta marca de la casa con “Comanche” para acabar de descargar las baterías de las entregadas almas que acompañaron la velada.

“Todo el mundo necesita algo, pero nadie piensa en regalarlo”, nos narra en su último trabajo el propio Depedro. Y es que la duda a la hora de adquirir una entrada o el aterrizaje inesperado en la Sala Totem acabó por costarle al personal una treintena de euros en taquilla. Un tema menor cuando Depedro y los suyos acaban gratificando el tique adquirido por medio de cada uno de los minutos que dura su gozosa celebración.

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