Aún con la música resonando en nuestros oídos, el polvo de Barbastro cubriendo nuestras zapatillas, y una resaca emocional de las que te hacen suspirar, escribimos estas líneas despidiendo la XVI edición del Polifonik Sound y deseando que llegue la XVII; porque este festival tiene alma propia, y cada persona que acude disfrutar del que probablemente sea el mejor festival aragonés, se lleva consigo para siempre un trocito de ella.
Polifonik Sound es uno de esos festivales con personalidad, un festival que lejos de la corriente actual del fast food musical en el que los carteles de los festivales parecen fabricados en cadenas de producción, cuida y mima su programación como pocos; y con ello está cuidando también de su público, que una vez finalizado volverá a sus casas con una sonrisa en la cara y unos cuantos nuevos nombres en sus playlist; porque Polifonik siempre nos regala un buen puñado de artistas emergentes en su programación, consiguiendo un perfecto equilibrio entre estas y los grandes nombres; forma parte de su filosofía y es algo que nos encanta.
El jueves 26, con acceso libre, tuvo lugar su fiesta de bienvenida en la que la banda madrileña, pero con barbastrenses en su formación, Suena Babilonia puso los primeros acordes al festival. Tras su paso por el Paseo del Coso en la edición de 2023 volvieron para darle su primer festival a su nuevo trabajo "Ad Astra", y lo hicieron de forma elegante y potente en un directo de nota. Y ya se sabe que no hay dos sin tres.
Ya el viernes 27 el mítico Jero Romero, guitarra en mano, encogió corazones en un concierto íntimo y lleno de matices y sensibilidad en Bodegas Laus haciendo un repaso a su discografía; aunque sus fans estamos deseosos de descubrir los nuevos temas que nos tenga preparados. Los zaragozanos Mediapunta fueron los encargados de abrir el recinto bajo un sol de justicia. Rock garajero y actitud punk para un directo de guitarras sucias que no encajaba bien a las 19.30h de la tarde y del que destacamos una potente batería que fue ejecutada a 4 manos en esta ocasión.

Tras ellos, Aiko el grupo continuó con la línea de punk-pop que había marcado el festival, y lo hicieron derrochando energía y metiéndose al público en el bolsillo a base de guitarreo y melodías efervescentes. Un directo trabajado y divertido en el que no escatiman riffs. Abriendo el escenario principal, Rozalén puso el toque emotivo a la noche, sacando los jilgueros de su garganta y haciendo gala de un espectáculo que rezuma calidad y canciones llenas de emoción acompasadas con la voz de su público, convirtiendo el festival en una experiencia casi íntima, con una complicidad que asombra incluso sin ser fan de la artista; quizá sea la inercia de la fama o simplemente que su espectáculo funciona.
Y tras Rozalén llegó lo que para nosotros fue el mejor concierto del festival: The Clause; una joven banda de Birmingham que se comió el escenario con una puesta en escena arrolladora que nos hizo rendirnos a sus brazos y dejarnos llevar por su sonido brit de tintes clásicos, a veces recordando a Artic Monkeys. Una joven bofetada de pop fresco. Pronto esa manera tan natural de dominar el escenario a la vez que la ejecución perfecta del directo nos tenía a todos contagiados y con su nombre grabado a fuego en la cabeza como ya hicieron Rolla y The Sheratons en la edición pasada. Porque sí, hay vida más allá de nuestras fronteras y el Polifonik siempre se encarga de demostrarlo.

Con el corazón latiendo música llegó Dorian. Una puesta en escena que ha variado poco desde sus inicios, simple pero resultona. Son historia viva del indie nacional, con una identidad sonora que fusiona sintetizadores ochenteros, delay de guitarras y canciones que viajan desde la crítica social a la introspección emocional en forma de letras pegadizas que funcionan perfectamente con un público deseoso de cantar al viento las canciones que ya conoce.

Y para cerrar la jornada de conciertos y pasarle el testigo a los djs, Amatria, que ha vuelto al ruedo tras un periodo de retiro y lo ha hecho con la misma frescura que recordábamos. Desparpajo en el escenario y buena ración de sintetizador imposible de no bailar. Un concierto divertido para irse contento a la cama.
La jornada del sábado 27 comenzaba, con escaso público, en el paseo del coso a las 11h con Multipla, un jovencísimo trío zaragozano con una proyección brutal y un directo que que va calentándose a fuego lento hasta atraparte en su mundo noise pop y al que auguramos un buen futuro. Tras ellos y con la gente ya acudiendo al paseo (quizá a esta hora es cuando deberían comenzar los conciertos) Arlanda trajo, ahora sí, su "Alud" al festival tras haber participado en una de las fiestas de presentación de la edición anterior. Un muy buen directo lleno de energía que puso a saltar al nutrido público que ya poblaba el paseo. Un álbum que cuenta una historia y un directo que te la graba en la piel.
Y con el público bien calentito llegó Cometa a ponerlo todo patas arriba. Pop, Rock, Cumbia, y si se ponen te hacen un chotis. Un directo de perfecta ejecución y de una frescura que hizo olvidar el calor que caía ya sobre Barbastro. Se podrían cantar muchas alabanzas sobre su directo, pero quizá lo mejor que se pueda decir es que son distintos, algo de lo que la industria musical está cada vez más carente.
La fiesta continuó hasta bien entrada la tarde con los DJs para dar paso a la apertura del recinto a cargo de Alison Darwin. Repetían también en el festival tras su presencia en 2023 y, tras su actuación, a más de uno le encantaría volver a verlos en la próxima edición de nuevo. Rock enérgico, bien ensamblado y lanzado a través de la garganta de su cantante directo a tu sistema nervioso central. Guitarras crujientes y sonido feroz. Te preguntarás por qué no los habías conocido antes. Ahora ya eres fan.
Melifluo tomaba el relevo en este caluroso escenario Laus. Teníamos bastantes ganas de verles y sin embargo no terminaron de engancharnos. No podríamos decir nada malo de su directo, porque está perfectamente ejecutado, tienen un sonido reconocible, y un gran álbum bajo el brazo, sin embargo parecía que la conexión con el público no terminaba de fluir.
Ya en el escenario principal, Depedro con su pop-folk de tintes latinos. Grandes músicos con un buen directo de sonidos alegres y voz reconocible que invitan a mover las caderas y disfrutar, tanto desde encima del escenario como cuando toda la banda se introdujo entre el público para acercar más un espectáculo que no deja indiferente. De vuelta al escenario secundario, Inazio bajaba revoluciones al festival con su pop-folk. El directo fue bueno y la respuesta del público también, aunque creemos que deberían haber intercambiado puestos con alguna de las bandas de primera hora de la tarde. Canciones que hablan de amores, de pérdidas y de derrotas; un viaje emocional por un poemario que reposa perfectamente en melodías que transitan entre el pop y el folk.

Y llegamos a uno de los grandes nombres de este Polifonik: Crystal Fighters; su puesta en escena es como un viaje a aquellos festivales de rock psicodélicos de los 70 y su carisma e interacción con el público consiguen una esencia única. Intentar catalogarlos musicalmente sería jugársela a fallar, porque son únicos en lo que hacen, a lo que le sumamos un gran directo y esa extravagante mezcla de sonidos que te engancha y te hace disfrutar. No decepcionan, sin ser un concierto apabullante, es de esos que disfrutas y siempre te dejan un buen sabor de boca.

Y para cerrar el festival por todo lo alto, la potencia de Los Invaders. Su capacidad de mezclar energía guitarrera con la electrónica los sitúa entre esas bandas que te suben el ánimo, y en el Polifonik lo saben, que fuera su 3ª vez en el festival no es casualidad. El público lo disfruta y se entrega sin miramientos a los p***s Invaders en una orgía de sudor y sintetizadores.
Finaliza de esta forma la decimosexta edición del Polifonik Sound, reafirmándose como uno de los festivales referentes de pequeño/medio formato de la música independiente nacional, gracias no solo a su cuidada e innovadora programación artística, si no por el trabajo que también realiza a la hora de integrar el ambiente familiar con su escenario Kids, o su apuesta por la gastronomía local, siendo un gran valor turístico de la comarca.
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