Podría haber sido un concierto más de fin de gira. Un último encuentro para celebrar el año y retirarse momentáneamente a los cuarteles de invierno a preparar nuevo disco, pero en su caso será… el primero. Definitivamente lo suyo sobrepasa cualquier pretendida normalidad (repitámoslo: ¡ni siquiera han sacado su primer disco!). El fenómeno Carolina Durante crece imparable al ritmo de unas canciones aparentemente sencillas, con una pasmosa facilidad para acertar una y otra vez que debería alejarles de todos los casinos del país aunque sea solamente por si acaso. La increíble historia del grupo, tan increíble como breve, vivía este fin de semana su momento más importante, agotando entradas para el Ochoymedio a meses vista y añadiendo una segunda fecha a última hora un domingo por la tarde, llenando nuevamente. Y eso que todavía les cuesta completar un repertorio, concentrando los conciertos en menos de una hora que, todo hay que decirlo, pasa mucho más rápida que las demás.
Una vez más juega en nuestra contra ese buenismo generalizado del periodismo musical por el que todo es fabuloso e inolvidable. Pero sería injusto no decir que, ahora mismo, es el momento de Carolina Durante. Con una sala entera botando al son de Cayetano y toda la atención puesta sobre el escenario, la banda arrancaba ambas noches a lo seguro con Las canciones de Juanita o Niña de hielo. Temas sin trampa ni cartón que nacen de la sencillez (“la banda sonora de nuestras vidas sonaría peor de lo que imaginas”) y que crecen en la voz de Diego Ibáñez, espasmódico y tremendamente carismático, junto a la formación clásica de guitarra, bajo y batería que forman Mario del Valle, Martín Vallhonrat y Juan Pedrayes respectivamente. Quizá una de las claves esté en ir por delante con esa naturalidad y evitar lo pretencioso, desde el “No me gusta que me guste el fútbol, pero qué le voy a hacer” de El himno titular a las referencias culturales de adolescencia, exhibiendo visuales chungas del Street Fighter y de algún FIFA. ¿Por qué no?
Los enemigos del éxito ajeno pueden confabular con operaciones de marketing en lugar de disfrutar y entender que hay poco que entender. Pensando por ejemplo que desde la torre Sonido Muchacho, el sello detrás de Carolina Durante, y sus oscuros ejecutivos hayan tomado la decisión de juntar a Joaquín Rodríguez de Los Nikis (vestido el viernes de preso de todo a cien para recordar sus Diez años en Sing Sing) con Amaia Romero, que acudía ambas noches, puro talento y personalidad arrasando con la versión de Marcelo Criminal. Una extraña combinación, como poco.
Y la tónica sería similar en cuanto a los teloneros. Si el viernes deslumbraba el pop de Las Ligas Menores el domingo bajábamos al barro con Rata Negra. Surgidos tras la desaparición de Juanita y los Feos, precisamente una de las referencias de Carolina Durante. Estos recibían la invitación con ilusión y un poco de desconcierto e ironía (“nosotros normalmente tocamos para gente punkie, estamos flipando con la cantidad de pijos que hay aquí”). Presentaban nuevo disco, Justicia cósmica, ante un público al principio un poco descolocado pero que iba entrando en calor progresivamente.
Con una sala repleta en el bolsillo desde el principio, Carolina Durante arrasaban hasta con las lentas. Incluso hubo tiempo para escuchar algo nuevo (Joder, no sé) poco antes de cerrar, por supuesto sin bises, con En verano y La noche de los muertos vivientes, que el domingo contó con uno de los personajes de la canción, ¡el mismo Dionisio!
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