Magia en el WiZink
Conciertos / Bon Iver

Magia en el WiZink

9 / 10
Sergio Ariza — 10-11-2022
Empresa — Live Nation España S.A.U.
Fecha — 09 noviembre, 2022
Sala — WiZink Center, Madrid
Fotografía — Andrés Iglesias (Cedidas por la organización)

Bon Iver supo salir de la cabaña en la que grabó su debut, "For Emma Forever Ago", y no volver a mirar atrás, labrándose una carrera totalmente innovadora que le llevaría a colaborar con Kanye West o Taylor Swift, pero la cabaña se quedó con él y es imposible no sentir un ramalazo de emoción cuando interpreta una de aquellas canciones que compusieron su primer disco, armado solo con su guitara acústica, acompañado de ese falsete sublime, puede que el mejor que yo le haya escuchado a un hombre blanco, de las que en el WiZink Center sonaron, nada más y nada menos, que cinco de sus nueve canciones.

Pero es que muchas de sus nuevas canciones son tan buenas como aquellas y quedarían igual de bien tocadas en su esqueleto, pero Vernon decidió experimentar con ellas y lograr un sonido totalmente propio en el que ha ido deconstruyéndose a sí mismo y a sus canciones, metiendo 'loops', toques de electrónica glitch o cualquier otra cosa que se le ocurra y el resultado es igual de fascinante, principalmente gracias a una banda absolutamente colosal en directo, con unas voces que empastaban de manera totalmente mágica con la de Vernon, ya fuera al desnudo o utilizando cualquier aparato disponible, autotune incluido.

Es increíble lo bien que supo quitarse el sambenito de cantautor acústico, jugando con el futuro y el pasado del rock, en un concierto que puede mezclar un solo de guitarra en una Les Paul con una canción construida a través de 'loops' vocales hechos en ese mismo momento, haciendo de cada canción algo nuevo que se transforma pero, a la vez, tiene firmes bases en el pasado de la música rock. Quizás el mejor ejemplo de todo esto se vivió ayer con la interpretación de "Flume" seguida de "Hey Ma", dos canciones magistrales pero que parecían provenir de dos planetas distintos, aunque están unidas por esas melodías que se retuercen sobre sí mismas y esos increíbles juegos vocales que desplegaron ayer en el WiZink. Una especie de milagro que contemplé como una revelación pues, a pesar de tener todos los discos de la banda, nunca me había considerado un gran fan suyo y (error) nunca los había visto en directo. Después de lo de ayer, cuéntenme entre las filas de los conversos a la fe de Bon Iver.

Solo recurriendo a algo tan abstracto y estereotipado como la magia se puede explicar el concierto de ayer. Primero me preguntaba cómo era posible que una propuesta tan poco comercial pudiera llenar un recinto tan grande, a la vez que tiene cientos de millones de reproducciones de sus canciones en plataformas como Spotify, luego mientras escuchaba el inicio del concierto con "Yi" y "iMi" me preguntaba si alguna vez había escuchado un sonido mejor en el antiguo Palacio de los Deportes, luego cuando empezaron a entrar las voces de Jenn Wasner, de Wye Oak, y Sean Carey comencé a alucinar con el nivel de toda la banda, para cuando sonó "Towers" ya estaba totalmente metido y, de "Blindsided" hasta el final, ya había alcanzado el grado de estupefacción del que está presenciando algo (sí, lo siento no se me ocurre otra cosa) mágico.

Cómo construir una canción solo con voces como en "Woods", las guitarras a lo Crazy Horse de "Blood Bank", el saxofón de ese doble del Mark Hammill actual que es Mike Lewis en "____45_____", la emoción pura de escuchar una canción tan grande como "Skinny Love" (una de las pocas canciones totalmente tarareables que tiene esta intrincada banda), las armonías contra percusiones en la celestial "Perth", las abrasivas percusiones electrónicas de "33 “GOD”", la dolorosa belleza de "Holocene", una canción que parece que se va a romper en cualquier momento, o el catárquico final con "The Wolves (Act I and II)", con ese increíble falsete abriéndose paso entre las dos baterías que luchaban por imponerse a la otra.

Y todavía quedaba el momento más increíble, Justin Vernon volviendo a la cabaña para interpretar él solo la emocionante "re: Stacks", si ya es difícil acallar el rumor de los cuchicheos de la gente en una sala pequeña imagínense en un recito de 10.000 personas, pues eso es lo que pasó en el WiZink, un tipo con su guitarra acústica silenciando a miles de personas que solo tenían ojos y oídos en su música. Luego cerró con "RABi", la canción que también concluía "i, i" el disco que presentaba después de varios retrasos, pandemia mediante, tres años después de su publicación. Solo puedo decir que después de lo de ayer, no puedo tener más ganas de escuchar lo nuevo que tenga entre manos este alquimista sonoro y su banda de jugones.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.