Aquí y ahora
ConciertosBolo-Bolo Weekend

Aquí y ahora

8 / 10
Ernesto Villar — 07-10-2025
Empresa — Bloody Mary
Fecha — 03 octubre, 2025
Sala — Intxaurrondo Kultur Etxea, Donostia
Fotografía — Jokin Fernández

El tango insiste en que 20 años no son nada pero el rock desmiente esa afirmación, 20 años son muchos y qué te voy a contar si hablamos 35. En 35 años de rock caben muchas historias, infinidad de canciones y muchos conciertos que han ayudado conformar lo que somos. Zorionak eta eskerrik asko Bloody Mary!

El tango y la nostalgia están intrínsecamente ligados pero, ay, como caiga el rock en esa espiral de añoranza por el pasado. Se nos muere. Y Bloody Mary no quiere participar de ese funeral. No quiere seguir siendo rock de antes de ayer, quiere mantener viva la llama que dio sentido a la gestación de la tienda y es por eso que apuesta por bandas comprometidas con su tiempo. Por eso, y por celebrar su aniversario, se han sacado el Bolo Bolo Weekend: para dar cuenta de lo que pasa hoy, aquí y ahora.

Mucho se habla del post punk, pero poco de la aportación de sus riff de bajo a la historia de esta cosa que llamamos rock. Así inauguraron el BB Weekend, ZEBA. Marcando territorio con un riff de bajo rotundo. Era "Olatu Erraldoia". En "Non Zaude" ya estaba definida su propuesta. Canciones claras, el bajo y la batería bien comunicados. Reminiscencias anglo chocaban con el “eusko-oihu”, ese “cantar” gritón que poco aporta pero del que no abusaron, para bien de su repertorio. Canciones que se complican y cortan el ritmo…nos mola. Somos fans de vericuetos rítmicos: el relato es otro. Sorprendió que una banda de recién aparición tuviera las tres patas instrumentales en un diálogo tan constante y rico. Hay escucha y fervor: buenos mimbres. En la recta final le dieron a "Bikoitz", su declaración principios; sección rítmica trepidante, estrofas melódica, puente vocal tajante y estribillo de gran pop. En medio, un desquicio sónico y un cambio de ritmo atrevido, y adecuado, para terminar metiendo el autotune. Un efecto que ayuda, o no, pero que en este caso aporta otro rango que, además, los aleja de la inercia del eusko-oihu antes mencionado. Oso ondo. Y ya en el bis, nada más y nada menos que el "Ambulance" de ITOIZ, la clavaron y ahí se entrevió lo que esta banda podría necesitar: el apoyo vocal, con un ejercicio levemente armónico, por parte del bajista. Esto nos dio una pista por donde podría encontrar esta banda un futuro, que se nos antoja interesante.

El parentesco con EZEZEZ o Lukiek habla de una escena vasca, euskaldun, asentada y que debemos difundir y disfrutar. Soy fans irredento de Adiós Amores (foto encabezado), así que poco, y todo, voy a decir. Tenía pendiente verlas con banda para comprobar hasta dónde pueden llegar sus canciones (a buen seguro, lejos). Me imaginaba esas baterías cabalgantes, esas líneas de bajo marcando contorno… pero no pudo ser. A Ana y Imam les acompañaba Guille con un pad de batería electrónica que logró en las canciones con “aroma a banda, el dinamismo adecuado para el contexto rockista del evento… pero insisto, quiero verlas con banda, porque ¿alguien se imagina cómo puede sonar en directo "Humo Negro" con una batería de verdad? O la contraria: ¿nos imaginamos a los Black Keys sin Patrick atizando los parches?… ya me entendéis. Más allá de esto, Adiós Amores nos da lo que queremos: Preciosas canciones pop, ironía y poesía. A lo dicho: me flipan y me encantó el concierto. Nada que más que añadir. Bueno, sí, que se me hizo corto y quiero más: disco nuevo y gira correspondiente con banda. A poder ser.

Estos de Lukiek, anhelan los 90. A mí que en los 90 estaba allí, se me hace rara esta sensación. Detecto que la escena euskaldun, vive una nueva versión generacional de los 90. Pero esta nostalgia no resulta dañina, quizá el eclecticismo rabioso 90´ es algo que necesitaba su versión 2.0 (ahí están Turnstile, por poner un ejemplo mainstream). Puede que en los 90´ reflejen una energía especial que estas nuevas generaciones quieren, y saben, interpretar. Que todo trate de dar un paso para atrás para dar dos adelante. A Lukiek cuanto más 90´ mejor. A Josu se le ve en su salsa y se disipa la amenaza de la pose. No saben de qué iba eso pero la clavan. Contacto visual y gestual constante entre los miembros . Eso también hace canción. Suenan cañón, teniendo en cuenta que van en formato trio. Excepcional trabajo del bajista con un sonido muy definido y contundente. Construye con su instrumento los cimientos, en los que la banda descansa cómoda. Ya cuando se puso a cantar, gritando como hay que gritar, aquello parecía que estábamos en la peor tarde de invierno, el mejor garito y mejor momento de Seattle en el 92. Una pega? Venga, sí, algún que otro devaneo por el populismo línea Gatibu, que hizo las delicias de su público. Igual a bandas de este pelaje se les plantea la disyuntiva de si entregarse a entretener o a crecer y educar. Ondo Lukiek, eh!

Así estábamos cuando emergen como de la nada Honeyglaze, un trío del sur de Londres del que no tenía ninguna referencia. Juventud, creatividad y aplomo Al principio aquello me pareció un Dream Brother eterno (sin remitir a la voz de Jeff Buckley, no van por ahí los tiros). Más adecuada sería la referencia a Hurray For The Riff Raf. Sea lo que sea, consiguieron un silencio sepulcral que ni un carraspeo, oye. Y eso lo dice todo, de los músicos y del público. A veces la gente que no viene es la que sobra. Caracoleos instrumentales, un trío con matices de orquesta. El bajista y su pedalera “océano” desde donde pescaba las texturas apropiadas para cada canción y su circunstancia. Creaba el chaval atmósferas al margen de los graves propios del bajo, que ya es crear. Anouska, con una inapropiada madurez para su edad, cortaba el bacalao sin aspavientos, con esa suficiencia de las nuevas generaciones, que destaca por tener las cosas claras y hacer lo que les sale del coño, en su caso. Todo se puede resumir en una imagen. Cuando sacó la guitarra rectangular gris perla/negra, que haría las delicias de Bo Diddley, y desde donde expulsaba un sonido sweet fuzz rat que servía de esqueleto (con permiso de Tim, el bajista) para sus tranquilas y líricas tonadas. Lo dicho, el reverencial silencio del público, más respetable que nunca, da cuenta de lo que fue el concierto. Hace falta 35 años de experiencia, y mucha osadía, para programarlos entre Lukiek y Aiko y salir airosos.

Empezaré reconociendo que soy algo de Repion y nada de Aiko El Grupo. Las estuve escuchando antes del WEEKEND y no me duraban dos canciones. Así que me presenté resabido y condescendiente, por no decir despectivo. Igual que digo esto, digo lo otro: me pasaron por encima. Reconozco que nunca me había sucedido algo parecido y la sensación es placentera. Hice click y a disfrutar. Más punk que mucho punkRock que pulula por ahí. Punk es cuando hay algo que decir y sobre todo transmitir. Marchaban sobre una batería que era una alocada locomotora que aportando combustible sin tregua alguna. La energía, es juvenil o no lo es. Repertorio con pegada, sacudida y rabia. Chicle en disco, callos a la madrileña en directo. Conexión absoluta con su público, fervoroso y femenino en su mayoría (todavía hay mucho donde socializar con el tema música y género). Me han ganado con ese set de tres pavas frontales cantando al unísono (con distintos matices y armonías) proclamas generacionales y esas pequeñas historias del día a día. Poco yo y mucho nosotras. Titular: Boomer arrasado por descarga eléctrica de banda de punkpop madrileña.

Arrancan Grande Amore declarando principios garajeros. Electro punk en busca de himnos feroces con estribillos de vocación lapidaria. Tiene Nuno ese afán de condensar en una canción la magia de la palabra con el nervio punk. Y lo consigue. Quizá será el primer grupo que logra que la peña fuera de Galizia coree en galego. Toda una proeza y una señal de hermanamiento que hay que ponderar. No lo tenían fácil el trío (conste en acta en esta crónica que 5 de los 6 grupos, eran tríos, algo inaudito) al tocarles ser los últimos de la primera de las dos jornadas. Pero Nuno, Clara y María no se amilanan. Le dan al play, arrancan con fe y se comportan como si fuera su tercera noche en el puto Wizink. Y eso es también ¨lo punk”. No confiaba yo que esta vez Nuno se lanzara, como acostumbra, al público para liarla en, creo, “Esta pena que a veces teño"…pero nada, como el que se lanza al Atlántico en pleno mes de enero. Bravo! Por actitud que no sea. A punto de sacar su nuevo disco que los afiance en la escena de “cosas que están pasando”, la de aquí y ahora.

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