Casi un año después del lanzamiento de su último trabajo, Anna Andreu presentaba el pasado domingo su cálido “Vigília” (Hidden Track Records, 2025) en la Paral·lel 62 de Barcelona con todas las entradas agotadas. Una velada que prometía estar envuelta de sensibilidad, pureza e intimidad. Tres adjetivos que giran en torno a las ocho canciones del disco y que perpetúan a la artista como una de las voces más prominentes de la escena catalana.
Pasaban veinte minutos de la hora prevista cuando Anna Andreu (voz y guitarra) y su compañera de banda y de vida Marina Arrufat (batería, violín, teclados y coros) aparecían sobre el escenario al tiempo que daban inicio a la añorada “Com puc”. La sinergía de ambas artistas era innegable, combinaron a la perfección dulzura y realismo, sujetando una instrumental que rehuía de pretenciones y generaba todo un nudo en la garganta. Un clima emocional sobre el que Anna Andreu se mostraba a ratos nerviosa y a ratos divertida, con bromas que la hacían conectar con el público y que contribuyeron a sobrepasar el susto que provocaron los dos desmayos que hubo entre el público en distintos momentos de la velada.
Una vez gestionado el sobresalto, la cantante abordó otros cortes del disco como la rítmica “Any natural” o la conmovedora “No té nom”, dónde hizo un tira y afloja entre lo crudo y lo puro Unión que se agrandó con la colaboración de Mar Pujol, quién sorprendió a los asistentes con su cálido canto en “Roja i espessa” y “Turons”. De la misma forma lo hizo Xantal Rodríguez (Remei de Ca la Fresca) al surgir de entre el público para recitar “La navalla”, una fórmula artística que le queda como anillo al dedo.
Sumándose a estas piezas más recientes, se unieron canciones esenciales en la línea editorial de la artista y que forman parte de sus dos anteriores trabajos - el debut “Els mals costums” (Hidden Track Records, 2020) y “La mida” (Hidden Track Records, 2022)- de los que afloraron la nostálgica joya “El crit al cel” o la envolvente “Hores per dies”.
A lo largo de la velada, tampoco faltaron versiones que son tesoros de nuestro patrimonio histórico y cultural como “Albada” de Labordeta, cuya letra desgraciadamente toma una expresión de lo más actual en los tiempos que corren, o la poética “Canción del jinete” con texto de García Lorca que musicó Paco Ibáñez en los años sesenta. Con esta última dio por finalizada una actuación sin artificios que logró cautivar al público con un torrente de emociones para llevárselo a su terreno. Todo un triunfo para la catalana que esperemos pueda repetir pronto. Por el momento, ya tiene citas pendientes el próximo año en Figueres, Cardedeu o Girona.

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