Yo no soy Mikel Laboa

El tono desenfadado de esta novela gráfica queda patente ya desde la negación que aparece en el mismo título. “Yo no soy Mikel Laboa” es una obra biográfica que intenta evocar el espíritu y el humor de las canciones del cantautor vasco, a pesar de que el contexto histórico que le tocó vivir era diametralmente opuesto: cantaba en euskera, rodeado de sus amigos artistas e intelectuales, durante la dictadura de Franco.

El cómic empieza como si de un western americano se tratara, pero rápidamente nos traslada a la Donosti de 1956. Pasamos las páginas y la historia retrocede hasta el año 1936, en un pequeño pueblo de Euskadi llamado Lekeitio. En este breve episodio enmarcado en la Guerra Civil española el homenaje gráfico al Gernika de Picasso sobresale sobre las demás láminas.

Después volvemos a hacer un salto en el tiempo, al 1965 en Irún. Un año más tarde Mikel se trasladó a Barcelona con su mujer y su hija, y en este capítulo aparecen Lluís Llach, Raimon, Quico Pi de la Serra, Serrat, Boadella y otros primeros espadas de la Nova Cançò Catalana. El periplo vital del cantante le lleva de vuelta a Donostia en el año 1985 y el libro acaba allí mismo, en la bella ciudad de San Sebastián, donde Laboa expiró su último aliento en el 2008.

Lleno de simbolismo e incluso de surrealismo, “Yo no soy Mikel Laboa” retrata de una forma poco ortodoxa algunos de los episodios más importantes en la vida del cantautor de la guitarra acústica, la boina y la silla plegable. Harkaitz Cano y Unai Iturriaga firman el guion, mientras que el dibujo corre a cargo de Joseba Larratxe. Este último desarrolla diversos estilos pictóricos a lo largo del tomo y va jugando con los colores; tanta mezcolanza no suele ser de mi agrado, porque impide dar uniformidad al planteamiento gráfico de cualquier obra artística. Aún así, el resultado global de esta novela gráfica es de notable y su valor es incalculable a la hora de reivindicar la figura cultural de Mikel Laboa fuera de las fronteras de Euskadi.