Cinematográfica novela gráfica que debe recordarnos, sí o sí, a lo mejor del cine negro. Y es que Joris Mertens fue cineasta antes que autor de cómic, cosa que evidentemente se pone de manifiesto en cada una de las páginas de este “Limpieza en seco”. Sería en 2019 con el célebre “Béatrice”, ganador de varios premios importantes a nivel esencialmente europeo que saltó a la palestra de la novela gráfica. Flamenco de nacimiento, el belga nos muestra en este magnífico volumen de todo lo que es capaz, conjuntando sus dos pasiones. El guion es espléndido, con sus dosis de sorpresa y sus giros en el momento adecuado, con sus cambios de ritmo y algún que otro detalle efectista, pero el dibujo y esencialmente el color es espectacular, amén del auténtico protagonista técnico de la obra. Mertens juega con su paleta convirtiendo las texturas y la luz en parte de su narración. Así nos encontramos con viñetas en las que, por ejemplo, encontramos combinados edificios en estricto blanco y negro con un atasco de coches coloreados, consiguiendo que el lector rápidamente se meta en la narración de forma inmediata.
Por otro lado, la historia está bien construida. Parece que lo de inicio o exposición, desarrollo y final está bien aprendido, y nada falla. Al principio entramos de manera pausada en algo que podríamos definir como cómic costumbrista para luego pasar de golpe a un thriller en toda regla que, esta vez y lo destacamos porque no suele ser habitual, se resuelve de manera espléndida al final. Segundo tomo de origen belga que leo (y reseño) esta semana y segunda satisfacción consecutiva. Será que el género pasa por un buen momento por aquellos lares.
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