Grandville integral

Autor de clásicos del noveno arte, hoy toca recordar algunas de las razones por las cuales Bryan Talbot es una de las figuras indispensables del cómic británico en los últimos cuarenta años. Desde luego, obras maestras como “El corazón del imperio” y “Las aventuras de Lucas Arkwhright” son títulos imprescindibles para todo el que quiera ver las posibilidades de una ucronía retrofuturista.

Lo mismo podemos decir de “Grandville”, dentro de esta clase de relatos, el cual añade una característica tremendamente representativa: el hecho de tratarse de una historia, en su mayoría, poblada de seres antropomórficos.

Bajo dicha premisa somos invitados a entrar en el mundo del tremebundo tejón Lebrock, detective de evidente influencia sherlockiana, sobre el cual Talbot ya ha escrito cinco tomos: “Grandville” (2009), “Grandville. Mon Amour” (2010), “Grandville. Bête Noire” (2012), “Grandville. Nöel” (2014) y “Grandville. Fuerza Mayor” (2017), todos ellos publicados en España por Astiberri.

En esta edición se recopilan los cinco álbumes en un integral imprescindible para todo amante de la deriva steampunk, de la cual Talbot es uno de sus exponente más representativos y talentosos. En estas más de quinientas páginas, somos arrastrados a un París virtual, epicentro de un cúmulo de intrigas desarrolladas a partir del arte provisto por un Talbot fascinante en la hermosa violencia que destilan sus viñetas, cosidas en torno a guiones que funcionan como relojes suizos de gran precisión narrativa. Los mismos donde el humor negro es fruto de la ironía surgida en torno a las posibilidades del what if? como forma crítica social y política.

En este sentido, “Grandville” es un clásico contemporáneo irrefutable, a través del cual el autor de Wigan ha gestado su obra más rotunda, literal y fascinante en los que llevamos de siglo. Una conectada al tremendo poso carrolliano del universo particular de Talbot, que para la ocasión se vio motivado por su estudio de la influencia que tuvo el caricaturista francés del siglo XIX Jean Ignace Isidore Gérard en John Tenniel, ilustrador de Alicia en el país de las maravillas.

De dicho proceso de investigación, se nutre el impactante enfoque visual de un cómic que encuentra el equilibrio perfecto entre thriller de aventuras y sus ambiciones artísticas por renovar dicho género. En fin, un goce total sin un gramo de paja.