El viaje de Yaya. Volumen 1
Comics / Jean-Marie Omont, Patrick Marty Y Golo Zhao

El viaje de Yaya. Volumen 1

8 / 10
Laura Madrona — 30-04-2023
Empresa — ECC

Cuando los elefantes luchan, es la hierba la que sufre. En cualquier conflicto bélico, las víctimas más vulnerables son siempre los niños. Ser testigos de la barbarie y la destrucción a través de sus ojos es doblemente trágico, por el contraste entre su inocencia y esa realidad devastadora a la que se ven injustamente expuestos.

“El viaje de Yaya”, escrita por Jean-Marie Omont y Patrick Marty, y dibujada por Golo Zhao, es un apasionante relato cuyo inicio nos sitúa en el mismo lugar y tiempo del que también partía “El imperio del sol” (J. G. Ballard, 1984), el Shanghái de 1937, año en el que Japón, justo al inicio de la Segunda Guerra Sino-japonesa, bombardeó la ciudad. Al igual que en la obra de Ballard, que nos mostraba lo descarnado de ese conflicto a través de la odisea del joven Jim Graham, Omont y Marty nos ponen en la piel de Yaya y Tuduo, dos niños de clases sociales muy diferentes, pero unidos por esas atroces circunstancias.

Este primer volumen integral reúne las tres primeras historias de la serie, “La huida”, “La prisionera” y “El circo”, editadas originalmente en Francia por Fei y Dargaud. Hay que puntualizar que ECC ha publicado esta obra en su línea editorial Kodomo, puesto que “El viaje de yaya” es un cómic pensado para los más pequeños. No obstante, nos hallamos frente a una lectura para todos los públicos, que puede ser consumida y disfrutada por cualquier persona en busca de una historia entretenida y emocionante.

El escenario de la guerra les sirve a Omont y Marty para desarrollar un ameno y profundo relato de aventuras con claras reminiscencias de algunos de los clásicos del anime japonés. Resulta imposible, durante su lectura, no pensar en Isao Takahata o Hayao Miyazaki, los todopoderosos fundadores de los estudios Ghibli. Los autores logran un equilibrio perfecto entre drama y aventura, que recuerda inevitablemente a series como Heidi y Marco, introduciendo, además, un elemento fantástico: Yaya, la niña protagonista, puede hablar con los animales. De hecho, quien nos cuenta la historia es Pipo, el gorrión que la acompaña, un personaje entrañable que, entre tanta desolación, confiere a la historia un aire fabuloso y que funciona, en muchos momentos, como alivio cómico. Quiero pensar que la elección de esa ave como animal que guía a los niños no es gratuita. En numerosas culturas, incluida la china, al gorrión se le atribuían cualidades positivas, siendo un símbolo de buen auspicio. Pero paradójicamente, en China, durante el mandato de Mao Zedong, se les exterminó hasta su práctica extinción por considerarse una plaga. Pipo y los niños son, al fin y al cabo, criaturas frágiles a expensas de los caprichos de la brutalidad humana.

A construir esa atmósfera “ghibliana” contribuye enormemente Golo Zhao, artista chino que ha sabido encajar los cánones de la bande desinée francesa con el estilo del manga, convirtiendo “El viaje de Yaya” en una buena muestra de esa hibridación que es cada vez más frecuente. Su estilo es elaborado, dinámico en su puesta en escena y con una atención preciosista en los detalles. Precisamente ese detallismo, excesivo en algunos momentos, provoca que nuestra atención se fije demasiado en los fondos, en detrimento de los personajes y de la acción, generando viñetas algo confusas a nivel cromático. Sin embargo, eso no impide que esta serie, que consta de tres volúmenes integrales, sea una elección ideal para esos pequeños lectores que quieran disfrutar de un buen cómic de aventuras con trasfondo histórico.

 

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