Marco es un joven italiano cuya novia es demasiado lanzada con él. Aunque Stella esté enamorada de él y le pague las clases de conducir, Marco no se siente atraído sexualmente por ella y le cuesta empalmarse en la cama. El pobre Marco comienza a pensar que algo anda mal con su sexualidad cuando conoce a Lulú, la joven madre soltera con cara de elfa cuyo bebé cuida Stella. Dotada de generoso escote, los pechos de Lulú son el doble de grandes por la lactancia de su hijo. Algo que a Marco le excita muchísimo. Poco a poco, comenzará a acercarse a Lulú sin que Stella se entere.
Este argumento del debutante en nuestro país del joven ilustrador italiano Miguel Vila (Padua, 1997), podría estar tranquilamente en alguna recopilación de la Colección X Cómics de la editorial La Cúpula no solo por su temática sino también por lo explícito que son sus encuentros sexuales, donde Vila demuestra no ser amante de la elipsis narrativa. La diferencia entres aquellos cómics entre eróticos y pornográficos (donde alguno de ellos merecían mucho la pena, ojo) y este “Dulce de leche” es en la diferenciación tanto de corpus narrativo como de corpus dramático. Comenzando por el último, Vila no centra el tono del relato en la sexualidad más o menos explícita, sino en varios problemas relacionados con la juventud y las relaciones. Desde la sexualidad en la época de Internet y el acceso gratuito a todo un mundo de perversiones propias y ajenas, pasando por la relaciones de pareja, los celos o la propia dinámica con las relaciones. El protagonista está atado a su actual pareja porque es su novia de siempre y le está ayudando económicamente, pero se demuestra desde un buen principio que la química ya no existe y tampoco les une mucho como amigos. La aparición de Lulú será el resorte para que esa relación acabe por explotar.
¿Pero qué hace único y sobresaliente al cómic de Miguel Vila? Su corpus narrativo. Vila no hace fácil la lectura, llenando la página de viñetas pequeñas donde aparecen cientos de detalles que revelan mucho de los tres protagonistas del relato. Hasta la larga escena sexual entre Marco y Lulú está narrada de esta forma, dilatando el tiempo de manera ejemplar narrando un polvo en apenas seis páginas de un relato cuya lectura se hace bastante más larga debido a la gran cantidad de microviñetas que contiene. Esa mezcla casi imposible en un cómic actual entre drama adolescente sexual y experimentación gráfica convierte a “Dulce de leche” en uno de los mejores cómics publicados a finales de 2022. Un trabajo que se publicó demasiado tarde para todas esas listas que se recopilan al final del año y que merece bastante más consideración.
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