Armada de locura. Leonora Carrington, la última surrealista
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Armada de locura. Leonora Carrington, la última surrealista

7 / 10
Octavio Botana — 01-03-2024
Empresa — Ediciones La Cúpula
Fotografía — Archivo

El tándem Mary M. Talbot y Bryan Talbot no necesita presentación. Juntos han parido cómics biográficos ya considerados clásicos, entre los que destacamos “Sally Heathcote. Sufragista”, “La niña de sus ojos” o “La virgen roja”, todos publicados por La Cúpula. Su documentación rigurosa, su puesta en escena y el resultado final -siempre fresco, comercial y con la información justa para quien luego quiera ahondar en las vidas y obras de sus protagonistas- es más que loable. En esta ocasión abordan la vida y milagros de la que el subtítulo del libro tilda de “última surrealista”: Leonora Carrington, todo un personaje poliédrico.

Nacida en 1917 en casa noble inglesa, Carrington era una rebelde nata. Ya de pequeña solo hacía que desobedecer a sus padres, a sus profesores y a las monjas que la intentaron domar. De internado en convento y viceversa, Leonora huía de toda pauta educativa y especialmente del consejo paterno. Con sincero espíritu artístico y devoción por las artes plásticas, en seguida se puso a estudiar humanidades de todo tipo (desde mitología céltica a historia del arte pasando por diversas técnicas pictóricas). Tardó poco en colarse en círculos artísticos “alternativos” y fue introducida en el movimiento surrealista parisino, donde se codeaba con la flor y nata del conocido grupo vanguardista: Breton, Dalí, Miró, y Max Ernst, con el que comenzó una relación sentimental –claro está– tormentosa. De París a Amsterdam, Londres, La Provenza y Madrid, Carrington se convirtió en la exiliada eterna, rebelde, feminista y combatiente del fascismo mediante sus increíbles óleos y sus opiniones firmes e inquebrantables.

Muy interesante la parte en la que es ingresada en un manicomio de Santander debido a un episodio psicótico que partió en dos su biografía y la marcó para siempre. Carrington, mal que le pese a los historiadores del arte que relegan a las mujeres artistas a los pies de página de los libros y a eso que llaman “canon”, fue importante y debe arrojarse luz a su obra, por activa y por pasiva. No hay figuras como ella -quizá solo Frida Kahlo- en cuanto a calidad y a discurso; así que cómics biográficos como este se hacen más necesarios que nunca. Mary M. Talbot y Bryan Talbot celebran a una de las grandes voces con la justicia que merece. Ahora a leerlo.

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