Pobre Diablo
Cine - Series / Miguel Esteban

Pobre Diablo

7 / 10
Fran González — 08-03-2023
Empresa — HBO

Una de las muchas constantes dentro del imaginario chanante ha sido siempre la de mostrar una histórica fijación por esa proyección hipotética de cómo serían las secuelas más locas del cine clásico si éstas pasaran por su filtro amanchegado y surrealista. Lo hicieron con “Gremlins 3” y “Los Goonies 2”, demostrando con ello que ninguna saga tiene por qué terminar si se tiene una idea lo suficientemente absurda y disparatada para continuarla. Ahora, y coincidiendo casualmente con el reciente cincuenta y cinco aniversario de su estreno, “La Semilla del Diablo” (68) sufre su personal “chanantización” de la mano de “Pobre Diablo”, la serie animada co-escrita y dirigida por Joaquín Reyes, Miguel Esteban y Ernesto Sevilla para HBOMax. 

Si la obra magna de Roman Polanski decidió en su día jugar con la inusitada forma de helarnos la sangre con aquello que no vemos, “Pobre Diablo” rompe con ese terror invisible poniendo rostro y nombre propio al hijo que en su día Rose (Mia Farrow) concibió con el mismísimo Satanás. El fruto de este alumbramiento atroz fue Stan, un muchacho que no conoce la maldad a pesar de su genealogía, y que justo acaba de cumplir los seiscientos sesenta y seis meses de edad, con lo que decide empezar a ser él mismo y encontrar en las vísceras de la Gran Manzana su oportunidad como actor, y hasta el amor. Sin embargo, ese pesado yugo que le mantiene atado a la sombra maquiavélica de su diabólico y sandunguero padre biológico no dejará de crear en él incontables debates internos e inseguridades que pondrán en riesgo su frágil estabilidad.

Lo primero que nos golpeará con admirable efecto es la camaleónica forma con la que las diferentes voces que dan vida al carismático elenco de personajes logran desligarse de sus célebres y reconocibles nombres (encontrando entre los mismos personalidades tan relevantes dentro del espectro cómico y actoral patrio, como Ignatius Farray, Carlos Areces, Victoria Martín, Ana Morgade, Inés Hernand, Stéphanie Magnin o Gakian, entre muchos otros), y favorecen a que el espectador no se halle desubicado dentro de la narración (algo no tan habitual de ver cuando el famoseo se cuela en las dotes del actor de doblaje). Mención especial en esta virtud merece la desaparecida y añorada Verónica Forqué, quien brinda al proyecto de forma póstuma su veteranía y entrañabilidad, poniendo voz al personaje de Rose.

Con todo, la troupe chanante continúa haciendo gala de esos iconos que durante tantos años han marcado su propuesta, ya bien sea desde el mismo hecho de llevar a un siguiente nivel sus archiconocidos coqueteos con la animación (SuperÑoño, Enjuto Mojamuto, Doctor Alce, Bizcoché y Ojos de Huever, Loqui And The Loquer, por solo citar a algunos) o dándole ritmo a sus ocho relatos con una generosa cantidad de números musicales (enmarcados por la siempre genial música original de Enrique Borrajeros, además de una banda sonora de piezas de lo más diversas entre las que encontramos nombres como Depresión Sonora, Los Zombies, Daniel Johnston o Bejo).

Pero si algo nos resulta especialmente reseñable de esta nueva producción es que muy probablemente Reyes y compañía hayan hecho acopio por primera vez en uno de sus proyectos de una visión realista y concienciada con la realidad presente, mostrando desde su humor una deconstrucción personal que confirma su evolución como comediantes y guionistas. Sin complejos y “a calzón quitado”, reflexionan sobre un mundo que pide a gritos el apocalipsis, entrando en terrenos tan pantanosos como la precariedad laboral, el liberalismo capitalista, el celibato machista o la normalización de la inversión en salud mental (encumbrada gracias a esa suerte de bottle episode donde su tono cambia radicalmente, revelando una inesperada cara emocional de la mano de un personaje genial encarnado por Iria del Río). Un experimento de valentía, con el que logran salirse de sus habituales mimbres, cargar de diversidad su discurso y representar la animación española con orgullo, talento y trasfondo.

 

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