Bacurau

Guillermo de Toro, una voz más que autorizada en esto del cine fantástico, ha explicado en diversas ocasiones que el fantastique, cuando más autóctono es, más auténtico y satisfactorio resulta. Es más, también comentaba que ese factor folclórico aumentaba el poder y enriquecía el valor universal de esas historias. Pues bien, “Bacurau” es un claro ejemplo de la enseñanza de Del Toro. Situada en un Brasil distópico, la película escrita y dirigida por Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles se atreve con un spaguetti western alucinado, extraño, sangriento y telúrico con un espectro de referencias que va del cinema novo del Glauber Rocha de la notable “Antonio das Mortes” (un western de autor que se anticipó un año a “El Topo” de Alejandro Jodorowsky), a los neo-western fantásticos y de terror de John Carpenter (el uso del formato panorámico, la carga contracultural y la idea del antihéroe).

“Bacurau”, que podría ser definida como el reverso gore y tenebroso de “El inglés que subió una colina pero bajó una montaña”, cuenta la historia de los habitantes del pueblo de ficción que da nombre al filme, una pequeña población del Brasil profundo abandonada por las administraciones públicas –las apariciones del acalde son hilarantes– que deberá armarse y luchar para no desaparecer, literalmente, del mapa de su país. El pueblo se verá acosado por un grupo de mercenarios occidentales zoquetes capitaneados por un carismático y sembradísimo Udo Kier –actor de culto del fantastique europeo-. Pero lo que no saben esos mercenarios es que la historia de “Bacurau” está llena de alzamientos populares que se han encargado de aniquilar las visitas no deseadas de invasores y sicarios.

La película de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, muy cercana en espíritu a lo de “Teruel existe”, pero en clave visceral y como si fuera un viaje de setas alucinógenas llena de situaciones surrealistas, consigue algo dificilísimo: insuflar nuevos aires al cine comprometido socialmente. “Bacurau” mezcla la diversión con una moraleja antisistema y anarquista que haría las delicias de los Alan Moore y David Lloyd de “V de Vendetta”. Y no solo eso, ya que este filme brasileño también se podría analizar como una alegoría salvaje del mobbing gentrificador y del olvido de las zonas rurales que actualmente padecen un montón de países.

En uno de los momentos más divertidos de “Bacurau”, el espectador descubre que la escuela del pueblo se llama João Carpinteiro, un homenaje jocoso al director de “La cosa” que más adelante se redondea con el uso en la banda sonora de “Night”, uno de los temas incluidos en “Lost Themes”, el debut musical fuera del cine de John Carpenter. El mundo necesita más películas fantastique de trasfondo social que sean tan disfrutables, originales y raras como “Bacurau”.