Fotodiario de Viva Suecia en Pirineos Sur: canciones que vuelan alto
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Fotodiario de Viva Suecia en Pirineos Sur: canciones que vuelan alto

Jesús D. Royo — 23-07-2025
Fotografía — Gustaff Choos (Papalucca Estudios)

Subir a Sallent de Gállego no es solo ganar altitud. Es alejarse de todo lo que agita, pesa o confunde; de lo clónico, lo masificado, lo accesorio. Justo por eso, hemos querido embarcarnos junto a Viva Suecia en su viaje a uno de los escenarios más emblemáticos del circuito festivalero. Este ha sido el resultado.

En pleno corazón del Pirineo, uno se reencuentra con otra esencia. Con la música sin artificios, con el valor de estar presentes, con el silencio entre jornadas y conciertos que también dice. Pirineos Sur no compite por parecerse a nadie; se ofrece como un lugar donde la música ocurre de verdad, donde cada acorde tiene espacio sin pedir certificado de clase, y cada emoción tiene tiempo para quedarse.

El domingo, el escenario flotante del pantano de Lanuza acogió una de esas noches que no se olvidan fácilmente. Viva Suecia, recién llegados de su actuación en el FIB de Benicàssim, desembarcaron en Lanuza con el viento a favor de su repertorio y sin necesidad de disfraz. Las previsiones meteorológicas amenazaban lluvia, y la lluvia cumplió su promesa. Pero lo hizo justo antes del concierto, como si el agua hubiese venido a limpiar el aire y preparar el terreno. No trajo miedo ni huida: dejó la atmósfera en suspenso, abriendo el cielo en colores calidos, como afinada para una descarga emocional directa, sin pretensiones.

Y así fue. No se trataba de reinventar la rueda, sino de conectar. De cantar como si cada verso fuera el último. De dejar que las canciones se elevasen —literalmente— por encima del escenario, y que los ecos de las montañas las devolvieran amplificadas, como si el paisaje entero aplaudiese, tal cual advirtió Rafa desde el minuto uno.

Arrancaron con "Bien por tí", y desde ahí todo fue una ascensión sin tropiezos. Con "La orilla" llegaron los primeros saltos compartidos, y con "Lo que te mereces" se abrió definitivamente el pecho. Cada canción servía como una brújula emocional distinta: 'Algunos tenemos fe" sonó como si el título fuese más necesidad que afirmación, mientras "Sangre" o "El rey desnudo" transformaban las emociones en una forma de resistencia. "No hemos aprendido nada", "La voz del presidente" y "El bien" cerraban un set list memorable, con chapuzón incluido.

La fecha fue de las primeras en agotar entradas del festival: más de 5.000 personas dispuestas a empaparse —por dentro y por fuera— con un concierto que fue mucho más que música. Fue comunión, catarsis, refugio. Las canciones de Viva Suecia son propias, pero se sienten libres de pertenecerle a todo el mundo, incluso a quienes nunca las han cantado. El entorno no acompañaba: participaba.

Pirineos Sur ya no es únicamente el festival de músicas de raíz que marcó una época. Ha evolucionado hacia un espacio donde conviven estilos, generaciones e identidades diversas. Y es precisamente esa diversidad la que hoy lo hace más fuerte, más actual, más necesario.

Son propuestas como la de Viva Suecia las que encarnan ese presente: emocionan, elevan, conectan sin artificio. Porque sí, más allá del virtuosismo o de entretener, una canción debe provocar. Mover algo. No solo sonar: sacudir.

Las luces del escenario no compitieron con las estrellas: bailaron con ellas. El sudor del trajín fluyó en vapor y las voces rotas al final de cada tema conectaron en una simbiosis total con el público. Se dibujó un instante suspendido en el tiempo. Como si cantar fuera, por un momento, un acto de fe.

No hace falta saber leer una partitura para entender lo que ocurre cuando se asiste a algo así. Basta con sentirlo. Dejarse atravesar.

Pirineos Sur sigue siendo uno de esos lugares donde la música no solo suena: transforma.

Diario fotográfico de una actuación: 

Foto 1: Llegamos a Sallent con la furgoneta de la banda.

Foto 2: Check-In a las puertas del hotel.

Foto 3: Pruebas de sonido ante un anfiteatro tan vacío como imponente y único.

Foto 4: Un piti durante las pruebas de sonido con el look más informal de Rafa Val.

Foto 5: Mientras Rafa y Jess Fabric (bajista) charlan en la puerta del camerino...

Foto 6: Fernando Campillo (batería) se toma un decanso contemplando el lago...

Foto 7: Alberto Cantúa (guitarra) se deja querer con la luz encendida.

Foto 8: Ha merecido la pena y sí, hemos venido a jugar. ¡Hasta la próxima!

 

 

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