El "Sing O' The Times" del siglo XXI
Que Prince es la influencia más relevante en la integración del funk en toda clase de estilos de música es algo que quedó plenamente corroborado en “Sign O’ The Times” (1987), atalaya pop visionaria que, tras su publicación en 1987, tuvo su reflejo más inspirador en el que fue el cuarto álbum de un dúo de Atlanta, conformado por Big Boi y Andre 3000, que respondía al nombre de Outkast, previamente, coronados por dos clásicos previos como “AT Aliens” (1996) y “Aquemini” (1998).
Si en dichos LPs llevaron la ortodoxia hip-hop a un grado mayor de canalización estilística de su pasado y presente, con “Stankonia” el compás abrió tanto la circunferencia que la veda se abrió, sin complejos, a cualquier derivación jungle, trap, soul, dubstep, cósmica hendrixiana, rítmica malí, psicodelia funk, southern rap, smooth jazz, música disco, rock fusión o blues, entre tantos reflejos estilísticos. Una Torre de Babel totalmente autónoma en la que el hip-hop funcionaba como matriz de un sonido global cuya máxima inspiración provenía de una recontextualización de los sagrados proverbios funk patentados por Parliament/Funkadelic, pero sobre todo de una devoción absoluta hacia el brío pop con el cual Prince dotó a su música de identidad propia a lo largo de los años ochenta.
De dicha sombra perenne, “Stankonia” se nutre en exuberantes ejercicios de estilo como “Mrs. Jackson” y “Toilet Tisha”, posiblemente, los dos temas con ADN Prince más sembrados que han surgido de un incalculable influjo, con el permiso del memorable “Black Messiah” (2014), obra de D’Angelo And The Vanguard.
Todo un juego de encadenados con “Stankonia” como meridiano exacto entre el siglo XX y el XXI tras el que fueron llegando otros eslabones irremplazables como “The Blueprint” (2001) de Jay-Z o “The College Dropout” (2004), primer LP de Kanye West. Este último fue quien tomó el relevo de Outkast en la divulgación del hip-hop como un estado mental de consciencia masiva en la que también participaron figuras clave como Timbalad, Missy Elliot y, posteriormente, Kendrick Lamar.
Miedo a un planeta negro
Los 73 minutos de bacanal funk que siembran “Stankonia” se traducen en un país musical de orgullo negro con vasos comunicantes hasta las raíces africanas, tal como sucede “Humble Mumble”, en la que cuentan con la presencia de Erykah Badu como invitada de lujo. En dicha celebración rítmica de la conexión con la tierra madre también podemos atisbar el influjo de lo que Jungle Brothers hicieron en su momento a través de “Straight Out The Jungle” y “Done By The Forces Of Nature”, sus memorables LPs de 1988 y 1989, respectivamente.
Así como Public Enemy en “Fear Of A Black Planet” (1990) recontextualizó la música negra hecha para blancos en una suerte de funk bélico, orgulloso de sus orígenes, Outkast parte directamente de ese planeta negro configurado por Chuck D y los suyos para reinventarlo en la gran arcadia psicodelia negra funk que Prince ideó en su momento, donde la música blanca también fue hecha para los negros. O cómo contemplar el mapamundi pop como un gran puente de ida y vuelta en la que Outkast hace lo mismo que hizo Prince en su momento, cuando adaptó las matemáticas tecno de Kraftwerk y la new wave, eminentemente blanca, para integrarla en un sonido transoceánico donde ya no hay distinciones entre razas musicales definidas por límites estilísticos entre las mismas.
La fórmula infinita
Outkast quebró para siempre dicha división en la sombra a través de un discurso en el que, tal como comentaba Big Boi a Spin en octubre de 2017: “Hay cierta estrechez de miras en el hip-hop, una vez que la gente coge una fórmula establecida, y les funciona… Es como estar en la escuela: si apruebas con un notable, ¿para qué intentar sacar un sobresaliente? Todo el mundo samplea, pero hay mucho sampleo poco creativo. Cuando sampleamos, sampleamos por los sonidos, no por la estructura de la canción. Se trata de ser creativos. Nosotros, escuchamos de todo: Gil Scott-Heron, Minnie Riperton, James Brown, Parliament-Funkadelic, Led Zeppelin, The Doors, Kate Bush, mucho soul antiguo...”.
There's a riot goin on
Desde su misma portada “Stankonia” es una invitación a un concepto que va más allá de sus excitantes propiedades sonoras. No en vano, dicho homenaje a la portada de "There’s A Riot Goin’ On" (1971) subraya la idea de un paraíso negro dominante donde el funk es el oremus de sus plegarias musicales. Así como lo explicaba Andre 3000 a The Fader en 2012: “El funk es básicamente libertad”, dice, sin exagerar, solo pensando en voz alta. “El funk no es un sonido específico, ni una forma de vestir específica, ni un look específico. Algo puede sonar o verse funky, pero en mi opinión, el funk es una cierta libertad que empezó en África. Pero no queremos convertirlo en un gran problema racial ni nada por el estilo”.
Slum beautiful
Seguramente, la idea de funk como sinónimo de libertad absoluta queda plenamente refrendada en un corte como “Slum Beautiful”, donde también queda de manifiesto la voluntad creativa a la hora de fundir modernidad tecnológica con instrumentación clásica interpretada de forma totalmente contraria a los cánones habituales. Así, en dicho corte asistimos a la comunión de la psicodelia hendrixiana en modo funk, pero dentro de un esqueleto jazz sincopado que mira de tú a tú a la etapa de Miles Davis, fechada entre 1969 y 1974, cuando llevó la dialéctica jazz a un estado mayor de permeabilidad y fusión con otros lenguajes estilísticos.
Todo en “Stankonia” irradia propósitos mayores, desde el espíritu crítico y combativo de temas belicosos como “B.O.B.” o “Gasoline Dreams” hasta el autohomenaje de “Snappin’ and Trappin’”, en la que, con la colaboración de Killer Mike, se muestran como los máximos representantes de la revolución que en Atlanta derivó del hip-hop, asentado a través de ellos y figuras como Cee-lo, al trap de la década siguiente, por medio de nombres clave como Future o Young Thug.
En definitiva
Por todo esto y mucho más, que daría para varios ensayos musicales, “Stankonia” resplandece como un faro vital para entender la evolución funk de este siglo, así como un monolito de sabiduría políglota musical que, así como pasó anteriormente con su primo lejano, “Sign O’ The Times”, no ha podido ser igualado en propósitos y resultados en todos los años que han venido después.

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.