Casi un cuarto de siglo después, la discografía de Pulp vuelve a sumar otro pico muy alto en su discografía con “More”, nuevo puerto de embarque imprescindible para todos los que llevábamos tiempo soñando, (y temiendo, por qué negarlo), una reunión que bien da para una reevaluación de la trayectoria del grupo más contrastado y brillante de su generación en materia pop y de todas las que vinieron a continuación.

1º - Different Class (1995)
La joya del Britpop, si es que un trabajo tan irónico acerca de la misma esencia de tal movimiento se puede encuadrar en dicho grupo. Difícil cuando un himno como “Common People” está articulado sobre una base kraut deudora de Harmonia o con la épica sci-fi de “F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E.”. También con “Sorted for E's & Wizz”, recreación de la bajona madchesteriana el día después del colocón. Esta terna de cortes conforma la columna vertebral de una obra apoteósica en su recontextualización sónica y narrativa de la esencia glam, ya comenzada en “His ‘n’ Hers”, su LP del año anterior.
No hay ni un momento entre estas doce canciones que baje del cum laude. Pop maximalista pero elegante, experimental pero popular. Un crisol de luchas internas que triunfaron dentro de un discurso donde la mordacidad de Jarvis Cocker alcanza momentos grabados a cal y fuego en la memoria popular. Seguramente, el disco POP más fascinante de estas tres últimas décadas. Poca broma.

2º - This Is Hardcore (1998)
Tras haber alcanzado la gloria con “Different Class”, la nueva misión discográfica de Pulp fue sepultar el optimismo britpop, ya herido de muerte con la muerte de Lady Di y la publicación de “Ok Computer” en 1997. Y lo hicieron mediante una demostración de genio turbio, tremendamente desasosegante desde la misma portada del álbum. Entre sus surcos, asoma una lección de pop cinemático, sintetizado en los ocho minutos que dura la titular del álbum, donde la intensidad alcanza niveles que harían palidecer cualquier acto de épica breliana.
De nuevo, vuelven a clavar la docena de canciones que arranca con la sublime desesperación encapsulada en “The Fear”, punta de lanza de un trabajo del cual hasta las caras B y descartes darían para otro LP mayúsculo.

3º - We Love Life (2001)
Tras haber saldado cuentas con ese monstruo llamado Britpop, llegó el momento de cumplir un sueño: plasmar la evidente influencia barroca de Scott Walker con el susodicho a la producción. El resultado final no deja de ganar con los años, en su álbum más incomprendido en su momento. Ellos tampoco lo ponían fácil con benditas excentricidades en los que suenan como la versión glam de Can, tal que en “Weeds II (The Origin of the Species)” o en la propia atmósfera crepuscular de, cómo no, halo walkeriano con la que empapan cada poro de un disco de sensibilidad extrema. Uno donde los singles tatareables de antaño han dejado paso a un nivel de reflexión y meditación pop ajeno a las necesidades del estrellato. Seguramente, su mejor disco dentro de veinte años, cuando vuelva a ser reevaluado.

4º - His ‘n’ Hers (1994)
Antes de llegar al éxtasis artístico con “Different Class”, llegó “His ‘n’ Hers”, LP donde constituyen los pilares de su reinvención como formación glam sci-fi, en la que son capaces de integrar motorik, kosmische alemana, T.Rex, Sonic Youth y al previamente citado Scott Walker dentro de un Frankenstein fluido de piezas que no sólo deslumbran por su sonido exuberante, brutalmente orgánico, sino también por articular singles perfectos como “Babies”, “Do Your Remember the First Time?” o “Lipgloss”, además de otras muestras de genio como “Pink Glove” o “David’s Last Summer”, en la que formulan la antítesis pop de la dialéctica spoken-word rock de Lou Reed para rematar lo que fue su primer clásico incontestable.

5º - More (2024)
24 años de espera, ahí es nada. Pero lo que demuestra el retorno del grupo más heterodoxo y fascinante de la era Britpop es que su fórmula sigue funcionando tan bien, o mejor, en nuestros tiempos de devaluación pop tal como se entendía en los años noventa. Arropados por la voluptuosa producción de James Ford, “More” es un trabajo tan vigoroso como melancólico, con un Cocker en plena forma, acentuando los modismos más reconocibles de su personalidad vocal, en un trabajo donde el melodrama que recorre “Tina” convive a la perfección con el disco barroco “Got to Have Love” o con la sensación de que “Grown Ups” es una prima-lejana glam del “Subculture” de New Order. Al mismo tiempo, suman nuevas gemas a su, ya de por sí, monumental botín de hechizos en su sobresaliente esfuerzo por esconder tibias marcas de lifting.

6º - Freaks (1987)
¿Te imaginas cómo podría sonar un cruce imposible entre Calvin Johnson, Jacques Brel y The Doors? Siempre guiados por el órgano-faro de un fichaje clave en la evolución del grupo como Candida Doyle, “Freaks” rezuma aroma a flor extraña, a verso libre que, aunque encuadrado dentro del weird pop, sigue sus propias reglas a través de canciones donde la intensidad de sus años dorados aún era un simple espejismo corroborado en arreones de visceralidad pasional como en “Fairgroound”. Dicho corte es el arranque de un álbum que, con los años, se ha constituido como una isla en su discografía, difícil de testar en su posterior difuminación del gen naif dentro de su cuaderno de bitácora, pero magnético por temas a reevaluar como “Master Of Universe” o “I Want You”, dentro de una colección en la que se hace difícil desechar algo.

7º Separations (1992)
Aunque ya se palpe cierta evolución estilística hacia una pátina weird pop deudora de los tristemente ignorados reyes del cabaret-pop británico The Band Of Holy Joy, aún no se atisba el crecimiento espectacular que van a dar en los siguientes años por medio de primeras muestras de genio como los singles “O.U.” o “Razzmatazz”, incluidos en “Intro – The Gift Recordings” (1993), recopilatorio de la época puente entre los primeros Pulp y los conocidos masivamente. De todos modos, aquí podemos encontrar indicios de lo que en el futuro serán cumbres de su renovado ADN como “Pink Glove” o “She’s A Lady”. Sonoridades synth gestionadas con ritmos y giros que remiten a la personalidad intransferible de Cocker a la hora de saltarse los límites melódicos de la patente pop, pero ya dando muestras de grandeza en cortes como “My Legendary Girlfriend”.

8º It (1983)
Dentro de las múltiples metamorfosis vividas por Pulp, su primer LP se muestra como su versión más “normal”. Antes de girar en todas las direcciones imaginables estilísticas, aquí nos encontramos con un trabajo asequible y con candor indie-folk. Uno que, aunque (muy) lejos de lo que serán a partir de los años noventa, ya muestran delicatessens como “My Lighthouse”, pero sobre todo “Boats and Trains”, de atmósfera enigmática, realmente, emotiva, con la que no dan pistas de, por dónde irán los próximos tiros, pero sí de una sensibilidad que hacía prever que, precisamente, en su propia indefinición se estaba gestando algo que los diferenciaba del resto del pelotón indie británico.

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.