“Nimrod”, veinticinco años del clásico en la sombra de Green Day
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“Nimrod”, veinticinco años del clásico en la sombra de Green Day

Luis Benavides — 03-02-2023
Fotografía — Snorri Brothers

Finalmente ve la luz la reedición de veinticinco aniversario de “Nimrod”, álbum que los estadounidenses Green Day publicaron en 1997. Tras adelantar canciones como “Yo Irritate Me” y su versión de “Alison” de Elvis Costello, se publica esta nueva edición del álbum que, además de los temas originales, incluye maquetas y un concierto inédito, grabado el 14 de octubre de 1997 en Electric Factory (Filadelfia), un mes después de la publicación de "Nimrod".

El lanzamiento de “Dookie” en 1994 cambió por completo la vida de unos jovencísimos Green Day, pero la publicación de “Nimrod” solo tres años después fue un momento crucial para entender la carrera de fondo de esta banda californiana: se abrieron estilísticamente por primera vez y mostraron al mundo su potencial como músicos más allá de hits arrolladores como “Basket Case”.

Los de Berkeley se reivindicaban como algo más que una simpática y acelerada banda de punk pop. Y es que en este quinto trabajo cargado de singles irresistibles como “Hitchin’ A Ride” y sobre todo “Good Riddance (Time Of Your Life)” se saltaron la barrera autoimpuesta de los tres acordes tocados a toda pastilla, exploraron sin miedo otros derroteros sonoros y anticiparon lo que serían capaces de hacer más adelante. Estoy pensando, claro está, en esa fantástica ópera punk rock para todos los públicos llamada “American Idiot”.

Volviendo a “Nimrod”, los protagonistas de esta reseña retrospectiva celebran ahora el veinticinco aniversario de este largo, pieza tapada pero fundamental en su abultada y respetable discografía, y lo hacen con una flamante reedición que incluye el álbum original, un segundo disco con maquetas inéditas y un tercero con un concierto también inédito, grabado en 1997 en la sala Electric Factory de Filadelfia.

Este quinto trabajo de estudio, pretendidamente experimental, inspirado en el aperturista e icónico “London Calling” de The Clash, según admitió la banda en alguna entrevista, se puede entender como una respuesta madura a la desigual repercusión que obtuvieron sus dos trabajos anteriores. Recordemos brevemente. La banda fundada en 1987 originalmente con el nombre Sweet Children por dos amigos del colegio, Billie Joe Armstrong y Mike Dirnt, cuando apenas tenían dieciséis años, se hizo un nombre rápidamente en la escena punk de la Bay Area.

Con el apoyo inestimable de Lawrence Livermore, músico y copropietario del sello independiente Lookout!, el nombre de Green Day empezó a resonar en el underground y la banda giró por encima de sus posibilidades, también al otro lado del charco –llegando a visitarnos ya en aquellos momentos en varias ocasiones–, presentando sus dos primeros trabajos, “39/Smooth” y sobre todo “Kerplunk”, que con el tiempo ha adquirido la categoría de imprescindible disco de culto para los amantes del punk pop más primigenio.

El punto de inflexión llega en 1993 cuando un jovencísimo productor llamado Rob Cavallo —que por entonces había trabajado con The Muffs y poco más— se fija en ellos y les ficha para una filial de Warner, Reprise Records. La banda, que por aquel entonces ya completaba el batería Frank Edwin Wright III, más conocido por todos como Tré Cool, se dejó querer y no defraudó: “Dookie”, su tercer largo, tuvo un éxito masivo. “Longview”, “When I Come Around”, “Basket Case”… Mucho se ha escrito sobre este disco, de los mejores de la estupenda cosecha del 94. Junto a “Smash” de The Offspring, revitalizaron el punk, dos décadas después de su alumbramiento ante la mirada recelosa de los puristas del género, convirtiéndolo en algo popular que sonaba a todas horas en las emisoras comerciales.

La banda pasó de ser una banda únicamente conocida y respetada en el subsuelo a convertirse en la sensación de la temporada, con apariciones en programas de televisión y cuatro videoclips en rotación constante, colándose en las primera posiciones Billboard… ¡Incluso fueron candidatos a cuatro premios Grammy! Finalmente se llevaron el galardón al mejor álbum de música alternativa por “Dookie”. Ese éxito atronador les reportó no pocas críticas, sobre todo en su propia casa, la Bay Area. La vieja guardia no aceptó que ficharan por una multinacional y les pusieron la cruz. Les llamaron “vendidos” aunque Armstrong y compañía mantenían su ideario independiente y “Dookie”, si bien capturaba a la banda en un momento dulce, con un sonido mucho más cuidado, más definido, tampoco se alejaba tanto de lo que habían hecho antes. En otras palabras, no cambiaron nada para agradar, fueron ellos mismos, los de siempre, pero con un altavoz gigante a su favor. En este punto merece la pena recordar que sus vecinos Jawbreaker sufrieron algo parecido tras lanzar “Dear You”, en 1995, un disco que contó precisamente con Cavallo a los mandos en el estudio.

Mientras la presión pudo con Jawbreaker, la reacción de Green Day fue contraatacar rápidamente con otro disco, “Insomniac”, mucho más áspero y oscuro. Demostrarían así que no había multinacional que pudiera domesticarles, que seguían haciendo lo que querían. De hecho, se ha escrito que el título original era “Reactionary Record”, mucho más elocuente. Si “Dookie” fue su “Nevermind”, “Insomniac” sería su particular “In Utero”, un rabioso puñetazo en la mesa. Funcionó peor a nivel de ventas, pero las cifras seguían siendo millonarias.

Armstrong, Dirnt y Cool no aceptaban su propio éxito y querían cortar en seco con la farándula del ‘mainstream’. Les dolía mucho el veto por parte de la mítica 924 Gilman Street, una sala en la que habían tocado medio centenar de veces y a la que dedicaron la sarcástica canción “86”. Pero este doloroso episodio también les abrió los ojos. Fue una suerte de epifanía, pues decidieron que si querían seguir haciendo música, pasarlo bien, no podían vivir tan pendientes de las opiniones. Eso explicaría en buena medida el espíritu aventurero de “Nimrod”, cuyo título podemos traducir como “Estúpido”. En la portada se muestran dos retratos de dos grandes científicos canadienses, descubridores de la insulina, boicoteados, tapados por unos círculos. ¿Autoparodia? En cualquier caso, este largo, su último trabajo noventero, sienta las bases de los Green Day modernos.

En los créditos volvemos a encontrar a Rob Cavallo, lo más parecido a un cuarto miembro de la banda, y juntos pusieron a prueba los límites del punk rock de Green Day, estirando la cuerda pero no demasiado. En total, grabaron durante unos cuatro meses más de treinta canciones en los Conway Studios en Los Angeles, de los cuales dieciocho acabaron en el disco original, si bien ahora en la reedición con motivo de su aniversario podemos escuchar algunos inéditos como la directa “You Irritate Me”, la curiosa “Tre Polka” (sí, una polka) y una versión del “Allison” de Elvis Costello.

Un disco generoso como “Nimrod”, con tantos temas y tan variados, corría el riesgo de resultar inconsistente. Sin embargo, la jugada les salió muy bien y el tiempo les ha dado la razón. Había mucho y para todos. Los que buscaban temas rápidos y ultramelódicos marca de la casa encontraron aquí un buen puñado de canciones entre el pop y el power pop como “Nice Guys Finish Last”, “The Grouch”, “Scattered”, “Platypus (I Hate You)”, “Jinx” y “Reject”.

Lo mejor de este disco, o lo más recordado veinticinco años después, son los temas que más se alejaban del sonido clásico de la banda. “Hitchin’ A Ride”, escogido con mucho acierto primer single, es un buen ejemplo. Un violín cortesía de Petra Haden de That Dog y una línea de bajo machacona deudora de Stray Cats nos introducen en un tema con final explosivo cuya letra nos habla de las dificultades de una persona alcohólica para mantenerse sobria (“Are you in a hurry? Need a lift to happy hour? Say, oh no”).

También sorprenden “Last Ride In”, su primera incursión surfera, una pieza instrumental que funciona de maravilla como interludio, colocada en el ecuador del disco; la cachonda “King For A Day”, un corte de ska punk noventero que cuenta con la participación de la sección de vientos de No Doubt; y la macarra “Take Back” con esos gruñidos dignos de Motörhead (“I’d like to break you fucking teeth. Stick a knife in the center of your back”)

Líricamente “Nimrod” también muestra una evolución natural: de la apatía y descontento juvenil de sus primeros trabajos a la introspección y las reflexiones de un Armstrong con veinticinco años, casado y con hijos. Así, en “Redundant”, otro de los sencillos, de corte más clásico, el líder de la banda y principal letrista comparte sus dudas, miedos y frustraciones pasadas; pánico a la repetición, a las rutinas de la vida adulta (“Now the routine’s turning to contention, like a production line going over and over and over”).

El sencillo que mejor funcionó fue sin duda “Good Riddance (Time Of Your life)”, una idea de balada que curiosamente rondaba la cabeza de Armstrong desde los tiempos de “Dookie”. Esto sí fue revolucionario para una banda “made in Gilman Street”. Voz, guitarra acústica y unos arreglos de cuerda son los ingredientes de una archiconocida canción de despedida que ya es historia de la música moderna. Como Green Day, con más de 75 millones de discos vendidos en todo el mundo y 10 billones de reproducciones acumuladas.

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