Los mejores discos de 2025 (Internacional)
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Los mejores discos de 2025 (Internacional)

Redacción — 11-12-2025
Empresa — Mondo Sonoro
Fotografía — Archivo

Nunca es suficiente

Nunca es suficiente la cantidad de discos que listamos en este especial de Mejores Discos Internacionales del Año. Nunca es suficiente el tiempo que le dedicamos a buscar y escuchar trabajos que nos parecen interesantes y atractivos. Nunca es suficiente la cantidad de firmas que votan para acabar dando forma a estos diversos tops que pretenden resumir lo mejor que nos ha dado el año que dejamos atrás. Nunca es suficiente la diversidad de estilos y géneros musicales que aparecen en nuestras páginas. Y nunca es suficiente el tiempo que le podamos dedicar a la música en nuestras vidas. Porque nos hace felices, porque nos hace olvidar la peor cara del mundo en el que vivimos y sobre todo porque nos ayuda a conectar con otras personas de distintas edades, distintas partes del mundo, distintas personalidades… Ya saben, aquello de que la música es un idioma universal. Un idioma con mil dialectos y variantes locales. Un idioma que, si estás leyendo estas páginas, entiendes a la perfección.

Con todo ello quiero decir que nuestras listas no pretenden sentar cátedra, ni siquiera pretenden que se vislumbren como verdad absoluta. Únicamente queremos compartirlas con toda aquella persona que le dedique atención y parte de su preciado tiempo. Queremos que supongan una visión más en un mundo en el que caben millones de mundos.

Dicho esto, debo apuntar un nuevo “nunca es suficiente”. Y este nunca es suficiente sí que tiene algo de declaración de principios. Nunca es suficiente de guitarras. Y no, no voy a volver con aquello de si el rock ha muerto o no ha muerto, sencillamente porque nos trae sin cuidado. Nos trae sin cuidado porque en la música todo es cíclico. En este caso es la energía –que no la materia– la que no se destruye, sino que se transforma. Porque música y energía, sea esta feroz o controlada, siempre ha sido y siempre será un elemento importante de esa lengua común que compartimos.

Y es que, definitivamente, este año que estamos a punto de despedir ha supuesto un retorno de las guitarras a primera línea. No importa que sean más rudas o que sean lánguidas y sinuosas. Lo importante es que siguen ahí y funcionando a la perfección para cimentar propuestas atractivas.

No hay más que mirar nuestra lista para entender de qué demonios estamos hablando.

Turnstile, con su desenfadada ampliación de los límites del hardcore y el rock alternativo; Geese, con su descomposición de la tradición; Wet Leg, con su actualización de lo que nos ofrecieron los noventa; Deftones, con una actualización de que ellos mismos nos llevan ofreciendo desde los noventa; Car Seat Headrest, apostando por un doble trabajo conceptual –¿pero no había pasado eso a la historia?– y bordándolo; Maruja, con su fusión de géneros ariscos y mensaje… Y podríamos seguir. Porque nunca hay espacio suficiente. Nunca es suficiente la música con la que disfrutamos y nunca, como bien dicen Turnstile, es suficiente amor.

1.- Turnstile
Never Enough
Roadrunner

Turnstile Never Enough

HARDCORE / Este nuevo disco de Turnstile, continuista de algún modo, y en menor medi- da, innovador de otro, ofrece vitalidad a dos manos, porque la banda se muestra rebosante de una energía de la cual es difícil escapar. Si hay algo que “Never Enough” hace a la perfección es redefinir el concepto de ansiedad, o mejor dicho, volver a darle un sentido positivo, emocionalmente hablando. Como cuando eres niño y esperas (con ansias) algo bueno que está por pasar. Aquí y con toda su maquinaria sentimental a cuestas, la banda controla sus instintos derivados de su origen hardcore y los direcciona hacia un tipo de creatividad que los consagra. Los de Baltimore comienzan a pisar firme en un camino que pocos pueden ostentar: el de la creatividad sin límites y con criterios aplicados con excelencia, lo que los va acercando a la liga de grupos como Radiohead y Queens Of The Stone Age, que aunque suenen muy propios logran asiduamente transportar al oyente hacia terrenos reveladores. En 2025 con Turnstile ya no se trata tanto de festejar sus aciertos en modo de riffs o sólidos arreglos de batería, sino de observar en el disfrute de una manera de entender su propio arte, mérito magnificado por el hecho de venir de una esce- na usualmente férrea en sus conceptos como la del hardcore. Todo esta palabrería se explica en la escucha total del disco y en particular en algunos momentos en concreto. Vamos a ver: hay un uso de la dualidad expresiva en estas canciones que parece heredada del famoso formato de “tension-release” tan utilizado en los noventa, pero en lugar de funcionar en plan zapping sonoro –frenéticamente, diríamos–, aquí aparece con los intervalos de tiempo necesarios para que podamos entrar de lleno en cada uno de sus profundos climas, como si aplicaran ese ejercicio retro pero viendo la foto grande. Turnstile se mueven sin pausa hacia un techo difícil de descifrar más allá de que se le adivina altísimo. — Adriano Mazzeo

2.- Geese
Getting Killed

Partisan/[PIAS]

Geese Getting Killed

POST-PUNK / El caos controlado. La supresión de cualquier línea recta. El adiós a cualquier atisbo de ortodoxia post-punk. La elección de su propia aventura. Sepultados definitivamente el cartabón y la escuadra, quedan los renglones curvados. ¿Quieres saber cómo suena un cruce inverosímil entre Talking Heads, Vampire Weekend y Radiohead? Pues ahí tienes el tema titular. Ya lo avisaba Cameron Winter con su álbum en solitario. Su dicción, entre somnolienta y beoda, se alinea de forma inequívoca con cualquier música popular torcida que puedas imaginar: el free jazz, el progresivo desquiciado, la americana obtusa, el colectivo Elephant 6. Un sensacional cruce de mangas a cualquier normatividad previsible. Es el gran salto adelante que esperaban sus devotos. Y cuando acaba, te deja con el culo torcido y con ganas de más. De volver a darle al play, claro. Y desentrañar si Geese son unos estafadores o unos genios. Si de verdad te matan o los matas. Queda en tus manos. — Carlos Pérez de Ziriza

3.- Wet Leg
Moisturizer

Domino/Music As Usual

Wet Leg Moisturizer

ROCK / Las británicas Rhian Teasdale y Hester Chambers vivieron ese éxito instantáneo reservado a pocas bandas. Su celebrado primer álbum las llevó a vivir dentro de una gira interminable que, por fortuna, no ha acabado con ellas, pero las ha cambiado. Más grupo que nunca junto a sus compañeros, las amigas procedentes la diminuta isla de Wight han endurecido sonido y estética. Sin embargo, no nos engañemos por el aspecto amenazador de Rhian y los singles iniciales: “Moisturizer” profundiza en la dulzura melódica marca de la casa en buena parte de los cortes. No es ningún secreto que las británicas beben sobre todo de las fuentes de los noventa: de Pixies y The Breeders a Nirvana, Pavement o incluso The Lemonheads. Aquí amplían la paleta con la complicidad del productor Dan Carey. En las letras, sarcasmo anti-brasas, lujuria sin cortapisas, ternura...Lo más meritorio de Wet Leg es que han sido capaces de construir su propio mundo en tiempo récord, un mundo del que apetece formar parte. —JC Peña

4.- Ethel Cain
Willoughby Tucker, I’ll Always Love You

Daughters Of Cain Records

Ethel Cain Willoughby Tucker

INDIE FOLK / Hayden Anhedönia (Ethel Cain) lo sabe: por dentro, siempre —siempre— vuelves al primer amor. Todos los que vinieron después han sido distintos, pero nunca como ese. Esto es “Willoughby Tucker, I’ll Always Love You”: un “siempre te querré” al primer amor. Un amor perdido, un chico que es más símbolo que carne. La nostalgia del amor convertida en música, en diez canciones de un disco con más luz y menos sangre. Menos vísceras, más caricias, aunque bajo ellas siga latiendo un corazón marcado por esa desgracia del pasado tan pesada que siempre se sentirá. “Willoughby Tucker” necesitaba de otro sonido que su primer paso “Preacher’s Daughter” (22): ahora hay folk de ventanas abiertas y polvoriento, slowcore fangoso, góspel de motel vacío, música country deshidratada por el calor, pero también ese eco gótico sureño de casas abandonadas, de plantas silvestres y de iglesias rurales que nunca abandona sus canciones y su tono de sinceridad radical. — Àlex Martínez Fernández

5.- Deftones
private music

Reprise/Warner

Deftones-Private-Music

METAL / Ni la más azucarada y complaciente descripción de la banda de Chino Moreno evitaría la sorpresa ante cómo Deftones hace uso de su salud y experiencia para lanzar una pieza de alta costura como “private music”. Hace rato que su propuesta musical pareciera ser el resultado de una puja de raíz emocional entre las musicalidades del vocalista y el guitarra Stephen Carpenter, dos artistas adultos, con lo que esto conlleva. “private music” muestra el mejor resultado posible de este choque de fuerzas. Más cercanos a los conceptos de bandas como Mogwai o My Bloody Valentine que al nu metal, Deftones parecieran estar aquí inaugurando un género: el dream-metal. Hay una decidida intención de crear los climas más profundos posibles, cualidad en la que subyace el brío de una banda que no descansa en sus laureles ni sus canas. Un viaje íntimo a máximo volumen, el soundtrack de una sesión de reiki extrema, el testigo perfecto de un camino recorrido con visión, perseverancia y decisiones bien tomadas. — Adriano Mazzeo

6.- Gigi Perez
At The Beach, In Everly Life

Outtahere/Universal

Gigi Perez At The Beach

INDIE FOLK / Si uno se deja embriagar por las canciones de “At The Beach, In Everly Life” puede que recuerde el impacto que ob- tuvo la primera vez que escuchó el “Grace” (94) de Jeff Buckley o el “For Emma, Forever Ago” (08) de Bon Iver. Discos con los que guarda la similitud de poner la voz en primer plano, moldeándola a placer y envolviendo al oyente en diferentes texturas que pueden ir de la suavidad de una gasa a la aspereza del papel de lija. Y todo sin esfuerzo aparente. Mágico y placentero en su doloroso lamento. Un trabajo que nace de un trauma difícil de superar. De hecho es un disco de sanación que recoge el proceso de duelo en el que Gigi Perez ha tenido que lidiar con la muerte de su hermana. Pero el dolor puede ser un motor creativo muy poderoso. Y no solo eso, puede empujarte a reafirmar tu condición sexual y replantearte de paso toda la educación cristiana en la que creciste. Una crisis existencial que te convierte en un importante icono juvenil desde su postura abietamente queer. — Don Disturbios

7.- Car Seat Headrest
The Scholars

Matador

Car Seat Headrest The Scholars

INDIE ROCK / Will Toledo redobla la apuesta en un disco abrumador en sentido literal, a contrapelo de esta era en la que una canción de cuatro minutos excede la capacidad de concentración y el tiempo disponible de mucha gente. Y hay que confiar mucho en lo que haces (y en tus fans) para lanzar en estos tiempos de dispersión y picoteo digital una especie de ópera (indie) rock de casi setenta minutos inspirada a su manera en gente como Mozart o The Who, sin apenas singles y con la idea romántica de que se escuche de arriba a abajo. Car Seat Headrest se muestran más cohesionados que nunca, se han zambullido en el local co todos los recursos instrumen- tales a su disposición –acústicas, bongos, orquestación, armonías vocales complejas...–, y olvidándose de géneros, no digamos de la precariedad lo-fi. El resultado deslumbra tanto como desconcierta. Es el precio que hay que pagar cuando uno apuesta sin complejos, y sin pedir perdón, por el exceso. —JC Peña

8.- Blood Orange
Essex Honey

Domino

Blood Orange Essex Honey

POP / Los primeros minutos de “Essex Honey” ya nos avisan de que este no va a ser un trabajo continuista: un amalgama de jazz, neo-clásica o pulsantes sintetizadores son un recordatorio de la inquietud creativa del pro-ductor británico. La delicadeza e introspección que caracteriza a Dev Hynes (Blood Orange) no ha ido a ninguna parte; al contrario, se magnifica con una cándida tristeza, en la que nos abre pequeñas ventanas a su Essex natal, su juventud y el duelo ante la pérdida de su madre. No lo hace solo, se deja arropar por colaboradores recu- rrentes como Caroline Polachek o Brendan Yates de Turnstile y nuevos colegas como Mustafa o Mabe Fratti. No faltan los cui- dados e inesperados samples como el de Durutti Column en “The Field” o las interpolaciones de The Replacements y Elliott Smith. Un minucioso trabajo de cariño y autorreflexión, resultado de una larga y vasta experiencia profesional, los recuerdos y penurias que nos deja la vida, todo ello sumado a una confianza que sólo concede el tiempo. —Jacobo Álvarez

9.- Bad Bunny
DeBÍ TIRAR MáS FOToS

Rimas Entertainment

Bad Bunny Debi tirar mas fotos

URBAN / El sexto álbum de estudio del puertorriqueño está mucho más preocupado por ser puertorriqueño que por ser un sexto álbum de estudio. Este es un disco hecho de espaldas a la industria y de cara a un compromiso visceral con esas imá- genes que podrían quedar encerradas en el pasado, con esos sonidos tradicionales que se proyectan al futuro y con dieci- siete desestresadas canciones que retratan a un Benito que nunca había estado tan presente. “DeBÍ TIRAR MáS FOToS” no está de cara a Puerto Rico, sino que es Puerto Rico. La esencia emotiva de esta fiesta caribeña recae sin duda en el mágico equilibrio que Bad Bunny encuentra entre su comprometida faceta ideológica y la naturaleza hedonista de sus ritmos patrios, entre la introspección nostálgica acompañada de una reconfortante infusión casera y la explosiva euforia que uno sólo puede encontrar bajo la oscuridad intermitente de un club desconocido a las tres de la mañana. — Daniel Grandes

10.- Maruja
Pain To Power

Music For Nations/Sony

Maruja Pain To Power

POST-PUNK / Maruja es la nueva piedra en el zapato de la industria y no solo comparten algunas coordenadas musicales con Rage Against The Machine, sino que también de coyuntura: “Pain To Power” es un disco visceralmente combativo y lanzado por Sony. El audio es profundo, logra su cometido en todo momento, ayuda a unos métodos de composición no del todo originales, pero sin dudas efectivos en el plano de las emociones que pretenden transmitir. La música de este álbum es opresiva y densa, aunque vital y psicodélica y se desarrolla en una interfaz que combina elementos del post- punk, el post-hardcore, el rap, el free jazz, todo teñido de una producción de a ratos lúgubre, de a ratos luminosa pero siempre cinematográfica. Presentando esta obra de energías intensas –quizá muy solemnes– es como Maruja pasó por España
y no defraudó, porque estos temas, con todo su sentimiento a flor de piel, nacieron para ser compartidos en directo. — Adriano Mazzeo

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