Lo celebran como las grandes estrellas, con la publicación de un greatest hits (“Joy In Repetition”) en el que repasan con tino los mejores momentos de su carrera. Una síntesis generacional de quince temas con los que Alexis Taylor y Joe Goddard, en calidad de ejes creativos centrales, concentran los méritos propios de una formación que ha sabido reinventarse y evolucionar desde que la chispa saltase en su Londres natal a finales del siglo pasado.
Incorporando influencias del house, del synth-pop e incluso del R&B contemporáneo, Hot Chip han dictado el ritmo al que otros han bailado durante más de dos décadas, convirtiéndose, con su estilo propio y reconocible, en una figura de máxima influencia y nunca suficientemente ponderada. Repasamos ahora su trayectoria, desde los discos más celebrados hasta los menos destacados, para entender mejor su legado en aquello que los expertos denominan indietrónica.
1º. Made in the Dark (2008)
Con la misión de expandir su universo electrónico, pero sin perder la calidez pop que habían logrado consolidar con “The Warning” (06), Taylor y Goddard nos presentaron con su tercer disco de estudio todo un laboratorio de experimentación controlada y un tour de force hasta el momento inédito. Un mapa de ambición creativa sobre el que se atrevieron a unir los puntos entre el funk, el house y el pop con una sobrevenida naturalidad que había llegado para quedarse.
Del sonido rompepistas de “Ready for the Floor” (nominada al Grammy aquel año) a la la sencillez maestra de “Out of the Blue”, los británicos firmaron un ejercicio de sofisticación rítmica y textural que sentaría las bases de su particular fábrica de himnos electrónicos, a caballo entre la discoteca y la introspección profunda, que continuaría funcionando hasta el presente.
2º. The Warning (2006)
Hay una línea directa entre el dormitorio de Joe Goddard en Putney y las oficinas neoyorquinas de DFA Records, y la traza precisamente este disco. Desde el primer acorde de “Boy from School” nos damos cuenta de que Hot Chip, tras su entrada a tientas en la escena con su disco debut, han encontrado por fin el camino hacia su mejor versión. Sintetizadores suaves, percusiones precisas y voces templadas para una propuesta elegante que demostró con argumentos de peso que la melancolía y el beat podían convivir en una misma partitura.
Se consolidaron por la puerta grande: firmaron con una major (EMI), colaboraron con Tim Goldsworthy y James Murphy, y consiguieron su primera (y hasta la fecha, única) nominación al Premio Mercury. Transición y afirmación en doce pasos, todavía deudores de influencias ajenas, pero definitivamente en el camino de empezar a sonar únicos.
3º. In Our Heads (2012)
Con “In Our Heads” (12), su primer disco con Domino Records, Hot Chip alcanzaron un momento de síntesis creativa en el que todo lo aprendido hasta entonces cobraría forma a través de un largo exquisito, tan heredero de la exuberancia bailable de sus etapas anteriores como de ese discurso emocional que les caracterizaba.
La fortaleza del disco radica, precisamente, en esa ambivalencia de sentidos. Unos ritmos irresistibles y pegadizos, como los de “How Do You Do?” y “Don’t Deny Your Heart”, condensan la vertiente más festiva y pegadiza del proyecto, al tiempo que canciones como “Flutes” o “Night & Day” reviven su capacidad para generar odas hipnóticas en las que la repetición de estructuras deriva en un trance emocional. Un mosaico en el que cada tesela vibra desde el hedonismo y nos protege del ruido exterior (“Look at Where We Are”). Definitivamente, en la pista de baile nadie puede hacernos daño.
4º. One Life Stand (2010)
Hay algo de stendhaliano en el maximalismo casi barroco de “I Feel Better” que delata la renovada sensibilidad del conjunto para este, su cuarto disco. Ahora prestos a abandonar la electrónica juguetona de anteriores envites, los londinenses hacen gala de una modulación sonora más humanista y cerebral, con ambición y trascendencia mediante.
Temas tan universales como el amor, la intimidad o la conexión emocional colman aquí los arpegios y loops ofrecidos por la banda, que confiesa considerar este como su disco con más alma. Y desde luego, basta con dejarse llevar por el expansionismo atmosférico de “Thieves in the Night” o la intimidad compleja de “Alley Cats” para ratificar que este es un álbum que funciona tanto en la pista como en la privacidad de cada uno.
5º. Why Make Sense? (2015)
A pesar de que "Why Make Sense?" (15) pertenezca a su etapa menos lúcida y llegara seis años después de su anterior periplo, son muchas las razones por las que el sexto LP de la banda se merece este lugar en el podio. Para empezar, supone la deseada reinvención que los británicos buscaban alcanzar en su propuesta, explorando ahora texturas más brutas y elementales que hablaran por sí solas de la evidente maduración del proyecto.
Ritmos minimalistas, sintetizadores ásperos y grooves de otra era, capaces de hipnotizar sin necesidad de artificios excesivos. Se alejan de la espectacularidad y apuestan por una densidad emocional grabada a fuego en los destellos retro de “Need You Know” y “Dark Night”, perfectos para sumergirnos en una noche que no querríamos que terminara jamás.
6º. Coming on Strong (2004)
Viajemos a 2004, dos décadas atrás en el tiempo, hasta toparnos con unos todavía lozanos Taylor y Goddard, ávidos por darse a conocer oficialmente mientras probaban trucos en la intimidad de sus hogares hasta sacar algo de provecho de la chistera.
Más de un lustro después de empezar a hacer música juntos, estos dos estudiantes del londinense barrio de Putney, junto a Owen Clarke, Felix Martin y Al Doyle ya como compañeros de pleno derecho, concibieron para su debut una suerte de cajón desastre en el que todas sus históricas influencias tenían cabida (de Roxy Music a Madonna, pasando por OMD, Arthur Russell o Prince). Hablamos, pues, de un cuaderno lleno de experimentación y bocetos, en el que el R&B sintético convive con arreglos caseros y melodías improvisadas. Sin la presión de la expectativa, la banda se entregaba al sonido lúdico y despreocupado, con temas como “Playboy” o “Down with Prince” en calidad de epítomes de su tono más desinhibido. Humor y pop lo-fi para la carta de presentación de unos muchachos destinados a dejar huella a partir de entonces.
7º. A Bath Full of Ecstasy (2019)
Tras el enfoque minimalista de “Why Make Sense?” (15), la banda apostó en su siguiente proyecto por una producción más rica y envolvente, contando con la destacada ayuda del añorado Philippe Zdar (Cassius) y Rodaidh McDonald a los mandos. El resultado fue uno de los trabajos más eufóricos que la banda posee hasta la fecha, con temas abiertamente destinados a ser tocados en grandes recintos y ante multitudes (como esa “Melody of Love”, llamándonos a la experiencia semi-espiritual a partir de sintetizadores y arreglos desbordantes).
Recordemos que Taylor y Goddard venían de colaborar con Katy Perry en su “Witness” (17) y, desde luego, algo de aquella experiencia se les había quedado en el ADN. Algunos descartes de aquel trabajo, de hecho, acabaron formando parte de este LP, como “Spell” o “Echo”, y otros temas, directamente, nacieron para convertirse en nuevos mantras de house catártico que entrarían a ocupar un lugar privilegiado en la discografía de los británicos, como “Hungry Child”. Curioso que tan solo un año antes de la pandemia, la banda concibiera un disco tan llamado a celebrar la conciencia comunitaria y la cohesión social. ¿Qué sabían los miembros de Hot Chip en 2019 que el resto desconocíamos?
8º. Freakout/Release (2022)
Tras más de dos décadas de trayectoria, y con la difícil tarea sobre sus hombros de seguir defendiendo su esencia ante una audiencia nueva y cada vez más exigente, Hot Chip se dejaron llevar por el signo de los tiempos (concibiendo buena parte de su más reciente trabajo durante aquellos convulsos días pandémicos) y dibujaron un disco oscuro, con pulso urgente y directo, que de alguna manera buscaba respuestas a la incertidumbre del momento. "Down", su corte más inspirado, deja claro este enfoque, tan crudo y visceral, a golpe de bajo, sintetizador rugoso y groove añejo.
Eso sí, el don de sus abajo firmantes para seguir entregándonos hits atemporales que erizan la piel queda cristalino en ideas conmovedoras como “Broken”. Imposible no sentirse conectado a Alexis cuando, completamente movido por la pasión más confesional, canta aquello de “If I can find language to help me / Then maybe you can still support me”. Es en instantes así cuando nos damos cuenta de que el tempo de Hot Chip late dentro de nosotros.
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