Y no es que la banda liderada por Mac McCaughan desde finales de los ochenta -una eternidad- haya entregado nunca material defectuoso o mediocre; pero la entrada de la batería Laura King en lugar del clásico Jon Wurster -que dejó el grupo de forma amistosa- ha agitado la coctelera de un modo que a veces beneficia a formaciones con tanto recorrido.
Acumulan ya trece álbumes, cinco EPs y varios recopilatorios en los que han explorado casi todos los ángulos del indie pop enérgico de guitarras generosas y melodías radiantes. Lo reconoce el propio compositor en agradable conversación telefónica. Mac, que como sabemos fundó el histórico sello Merge junto a la bajista del grupo y entonces pareja Laura Ballance -que no toca en directo con la banda desde 2013- y no es de los que pierde el tiempo recreándose en la nostalgia, nos da también sus impresiones sobre la industria. Y de paso le atiza un poco a Trump.
Tengo la impresión de que este disco es especial, el más redondo que habéis hecho en bastante tiempo. Es algo difícil de describir que a veces me pasa.
¡Gracias! Creo que han pasado varias cosas distintas. Las canciones son un poco sobre ver qué tal está todo el mundo tras la pandemia, y después del regreso de nuestro fascista aspirante a dictador aquí en los Estados Unidos. Viendo lo que hace todo el mundo para sobrevivir. Musicalmente, creo que una de las cosas que impulsa el disco es que tenemos nueva batería. Ya no es nueva, pero es el primer álbum donde ha tocado. Hemos girado con Laura King en España, en Japón, en todo el mundo. Y ha sido un subidón hacer un disco con ella, no sólo porque es una batería genial, sino porque tiene una energía especial que yo sabía que iba a impulsar estas canciones.
Lo entiendo. Por un lado, siempre es triste que alguien con quien has tocado durante tanto tiempo se vaya de un grupo, pero al mismo tiempo tocar con alguien nuevo es bastante estimulante, ¿no?
Sí, aporta una energía fresca. Creo que cuando llevas tiempo tocando con alguien, como nos pasaba a nosotros con Jon, tienes una química determinada y compones canciones alrededor de esa química, porque sabes lo que todo el mundo va a hacer en una determinada situación, y lo que funciona mejor. Hacer una canción con alguien nuevo es divertido porque es un poco impredecible. Le da al disco una sacudida extra.
“Nos sentimos otra vez como un grupo, con una energía renovada”
La idea siempre es, obviamente, hacer el mejor disco que puedas, pero entiendo que luego hay factores y combinaciones que se te escapan para que salga más o menos mejor. ¿Es inspiración, es suerte, es un poco de todo?
Creo que sacamos mucha inspiración de las giras que hicimos en estos últimos dos años. Cuando metimos a Laura en el grupo pensamos: “OK, aquí hay alguien a quien le flipa tocar”. Tiene una muy buena actitud, quiere tocar y girar. Para que se metiera en el grupo necesitábamos montar bolos, e hicimos varios shows por el aniversario de “Foolish”. Y tocando esos bolos nos sentimos como un grupo otra vez, pero con una energía renovada. Eso fue lo que nos dio la inspiración para hacer estas canciones. “Wild Loneliness” fue un disco muy específico, porque lo hicimos en casa durante los confinamientos, y tuvo que ser un poco más acústico. Otra cosa de éste es que es un poco una reacción a “Wild Loneliness”. Tiene esa libertad de volver a hacer un disco de rock.
Son más de treinta años buscando la excelencia en las melodías y los estribillos. ¿Qué es lo que tiene que tener para ti una buena canción?
Muy buena pregunta. Creo que si supiera la respuesta, quizá me fuera más fácil hacer grandes canciones (risas). Todas serían geniales. Tengo la impresión de que son un par de cosas: tiene que haber algo memorable, de modo que una vez la escuchas, quieres volver a hacerlo porque se te queda en la cabeza. Memorable, pero no irritante como una melodía pastelera. Te tiene que sorprender un poco de algún modo. Que digas: “Cómo mola eso, quiero volver a escucharlo”.
Ya.
Y creo que tiene que tener una energía que te permita saber que el artista está comprometido con lo que hace, que no suene a algo vago o hecho con prisas. Esto puede pasar en una canción muy tranquila o en una muy ruidosa. Una de las cosas más difíciles es que parezca que se ha hecho sin esfuerzo. Claramente hay mucho trabajo detrás, pero no parece que se haya trabajado demasiado. Suena natural. Porque muchas veces hemos compuesto una canción con una parte muy buena, pero luego al acabarla acaba siendo un poco extraña. El objetivo es que parezca natural, que fluya, y que dé la impresión de que nos hemos divertido con ella.
Estas nuevas tienen melodía, estribillos, pero también momentos de cierta complejidad…
Como he dicho, quieres que la canción sea natural, que fluya, que sea rockera, todas esas cosas. Pero siempre he apreciado aquellas que tienen algo raro. Recuerdo cuando empecé a escuchar a Dinosaur Jr.. Sus canciones podían tener una intro que no tenía nada que ver con el resto, pero de algún modo tenía sentido. Siempre he apreciado los detalles extraños que te hagan preguntarte: ¿Cómo se les ha ocurrido algo así? Pero si lo fuerzas demasiado, va a sonar mal. Es un equilibrio. A veces estás trabajando en una canción, y todo funciona, pero alguien sugiere hacer una cosa rara, y de repente alcanza otro nivel, porque es esa cosa interesante que te despierta en medio de la propia canción.
¿Habéis cambiado mucho la metodología de completar las canciones, o sigue siendo esencialmente la misma que hace quince o treinta años?
No lo sé. Creo que hemos pasado por distintas fases. Hemos hecho discos como “Here´s to Shutting Up” en los que tenemos canciones más extensas, porque las canciones se hicieron improvisando. Y hay otros como el nuevo, “Majesty Shredding” o “What a time To Be Alive” que son más concisos, tienen estructuras más cerradas. Creo que artistas como Archers of Loaf, Pavement o incluso Elvis Costello son buenos ejemplos de cómo hacer canciones que no duran demasiado. Dicen lo que tienen que decir y se acabó. Dices: “Oh, quiero volver a escucharla, ha durado demasiado poco”. Yo aprecio ese enfoque conciso.
En cuanto a las letras, mencionas ese concepto tan esquivo que es la felicidad como fuente de inspiración.
Sí, creo que el tema del disco es encontrar la felicidad, el amor o la conexión en unos tiempos que son una mierda.
¿No crees que en el fondo ése siempre ha sido uno de vuestros grandes temas?
Sí. Por el modo en que hacemos canciones y probablemente por lo que crecimos escuchando en la radio, nuestras canciones tienden a ser muy melódicas y no oscuras. Eso ha significado que siempre hemos tenido un equilibrio entre letras y música. Ahí puede haber un contraste, lo cual creo que hace algo interesante. Hay artistas que me encantan que pueden ser oscuros todo el rato, como Nick Cave. Pero nosotros no somos así. Creo que si lo intentáramos, quedaría impostado, no sería real.
“Todos los productores con los que hemos trabajado han reconocido que somos un buen grupo”
Has mencionado varias veces “Majesty Shredding” . ¿Fue un poco el faro para el sonido de este disco?
Sí, bueno, fue el primer disco que hicimos en mucho tiempo, y creo que tiene esa cosa de redescubrir lo que nos gusta y es divertido de estar en Superchunk después de haberlo dejado. La gira de “Here´s to Shutting Up” nos quemó totalmente. Y la cuestión era hacer que volviera a ser divertido.
Supongo que ahí está la clave. Si no, no tiene sentido.
Somos lo suficientemente realistas como para saber que no siempre va a ser divertido. Va a haber días en que vas a desear estar en casa en lugar de en una furgoneta. Pero al mismo tiempo, esto es lo que hacemos y lo que queremos seguir haciendo. Se trata de encontrar el modo de que sea divertido.
Otra cosa que siempre he admirado de vosotros es cómo suenan los discos. Me da la impresión de que siempre habéis apostado por la naturalidad, en lugar de por la sobreproducción. Que viniendo de los noventa, tiene su mérito.
Siempre hemos querido sonar como un grupo tocando en el local. Ese enfoque naturalista lo hemos tomado de gente con la que hemos currado, como Brian Paulson, Steve Albini o John Plymale. Todos los productores y técnicos con los que hemos trabajado han reconocido que somos un buen grupo, y que tenemos que sonar así. No queremos juntar las cosas en un ordenador o algo parecido. Pero creo que desde que trabajamos con Scott Solter en “Majesty Shredding” empezamos a incorporar otros elementos de producción un poco nostálgicos, relacionados con los discos que me gustaban cuando crecía en los setenta y ochenta. Un poco más de reverb aquí, más delay allá, algunos efectos. Cosas que no lo hagan sonar artificial, sino sonidos interesantes. Todavía suena a Superchunk, pero podemos meter un sintetizador o un sabor extra que te mantenga despierto.
Entiendo.
Creo que aún seguimos en ese modo, pero me parece que este disco es el más directo que hemos hecho en bastante tiempo. Lo hemos grabado con un par de técnicos en un estudio bastante nuevo de aquí en Carolina del Norte que se llama Sonark. Está en un lugar precioso del campo. Y lo ha mezclado Mike Montgomery, que ha tocado bastante con Laura King. Creo que es el disco más directo en bastante tiempo. Supongo que “What a Time To Be Alive” también era muy desnudo, pero este disco es similar en cuanto a que en gran parte son dos guitarras, bajo y batería. No hay teclados. Hay un poquito de guitarra acústica, pero no mucho. Es uno de los discos más directos que hemos hecho en cuanto a la producción.
¿Preferís grabar lo esencial en directo?
Sí, grabamos en vivo lo principal, y luego las voces y algunas guitarras cuando hay colaboraciones, como pasa en este caso con Bella y Holly de Quivers. Pero lo básico somos nosotros tocando.
El peligro en estos tiempos es hacer demasiadas cosas en el estudio, ¿no?
Es que tienes todo a tu disposición, ¿me entiendes? Nosotros preferimos que nuestras sesiones estén muy cerradas también porque no queremos gastar mucho. No tenemos la posibilidad de volvernos locos, porque simplemente queremos sacar lo mejor de las canciones.
Albini decía que lo mejor es ponerte un límite de tiempo.
Sí, me gusta esa filosofía.
El disco entero está muy bien, pero la segunda cara tiene otro nivel. Encadenáis varios temas muy inspirados.
Pasamos mucho tiempo pensando en el orden y discutiéndolo. Nos queríamos asegurar de que no hubiera demasiados medios tiempos o canciones lentas seguidas. Y me apetecía mucho que fueran diez canciones. Me gustan esos discos de la vieja escuela en los que hay cinco canciones en una cara y cinco en la otra. No te cansas, y quieres volver a escucharlos. En el caso de este disco tenía sentido que la primera canción de la cara B, “Cue”, fuera lenta, porque estás recomenzando. “Train on Fire” nos costó porque suena diferente a nosotros. La movimos y acabó siendo la penúltima. Y la última, “Some Green”, es una canción natural para acabar, porque tiene un fade out, un solo de guitarra y esas cosas de las despedidas.
¿Cómo trabajáis el orden de cada disco?
Con algunas canciones sabes inmediatamente dónde van a ir, como que va a ser probablemente la última, o la primera de la cara. Y luego vas moviendo cosas. La primera del disco, “Is It Making You Feel Something”, es la última que grabamos. Teníamos todas las demás, pero pensé que necesitábamos otra. La maqueta va a la mitad de velocidad, era más como una canción grunge heavy. Y entonces Laura Ballance (bajista) dijo que ojalá tuviéramos más canciones como las de los Buzzcocks en este disco. Y yo dije: pues vamos a probar al doble de velocidad. Así es como acabó.
“Una de las cosas más difíciles es que parezca que la canción se ha hecho sin esfuerzo”
El otro día veía el documental de Pavement y pensaba que hay una especie de revival de los noventa que me resulta curioso. Hay cada vez más grupos jóvenes que suenan a artistas de esa década. ¿Qué te parece?
Sí, oigo a muchos grupos que suenan como bandas de los noventa. Me parece extraño, porque cuando empezamos a finales de los ochenta nosotros pensábamos en las de los setenta y primeros ochenta. Pero me parece natural que la gente revisite los sonidos de distintas décadas.
Para ir terminando, me interesa saber tu opinión sobre el estado de la industria desde tu posición. Especialmente, la IA.
Bueno, Internet tiene tantas cosas malas que no sé ni por dónde empezar…quizá la más insidiosa en este momento sea la Inteligencia Artificial. Es difícil saber qué hacer en este momento más allá de no usarla. Pero tengo la impresión de que nos enfrentamos a una ola que se va a llevar todo por delante.
¿Y el streaming?
Desde luego no paga bien. Y creo que ha devaluado la música. No cabe duda de que hay fans que quieren apoyar a los grupos y pagar por la música, pero el modelo del streaming hace demasiado fácil tener gratis básicamente todo. Los únicos que ganan dinero son los millonarios que crearon estas plataformas. No es bueno. Animo a todo el mundo a comprar discos cuando los grupos estén de gira y en las tiendas de discos, de Bandcamp, apoyarles de cualquier forma que puedan.
O sea que, en esencia, lo que da dinero sigue siendo lo mismo que hace treinta años.
Pues sí. La gente puede comprar descargas y eso ayuda, y no va a desaparecer. La cuestión es cómo sobrevivir en ese entorno.
Para terminar: no me parece que haya tantos grupos de vuestra generación sacando discos frescos de este nivel. ¿Cómo lo hacéis?
Gracias. Creo que nuestro modelo es el de la gente en que nos fijamos como The Mekons -que empezaron como diez años antes que nosotros-. Y hay muy buenos ejemplos. Nick Cave es otro. Le vi este año por décima vez y fue tan increíble como siempre.
Pero Nick Cave es un solista…
Sí, pero los Bad Seeds son un gran grupo. Everything But The Girl empezaron tocando bolos acústicos…hay un montón de ejemplos de gente que lleva haciendo esto mucho tiempo y siguen siendo estupendos. Nos fijamos en ellos. Ahí tienes a Built To Spill, que empezaron más o menos cuando nosotros. Redd Kross también son otros de nuestros héroes. Tratamos de ser como ellos.

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