Con claras influencias del acid house de finales de los 80, el tema se aleja de los paisajes psicodélicos habituales de Tame Impala para adentrarse en una propuesta más directa hacia la pista de baile. “End Of Summer” es una odisea electrónica de siete minutos, con un desarrollo progresivo que desemboca en un clímax eufórico, impulsado por sintetizadores burbujeantes, beats vibrantes y un tono nostálgico, casi confesional.
La canción llega acompañada de un videoclip de nueve minutos dirigido por Julian Klincewicz, una pieza visual en formato de pantalla dividida que amplifica la dualidad del tema entre introspección y catarsis. Tame Impala demuestra una vez más su capacidad para reinventarse sin perder identidad.
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