Una figura de unas dimensiones enormes. Pocas veces alguien es considerado como el creador de un género como tal. Es el caso de João Gilberto, quien ha pasado a la historia como uno de los creadores, si no el principal, de la bossa nova. Nació en el estado brasileño de Bahía, concretamente en la ciudad de Juazeiro. De joven salió de dicha ciudad para emigrar a Río de Janeiro, donde junto a Tom Jobim y Vinicius de Moraes dieron forma a su querida bossa nova. Una fusión entre samba y jazz cuyo resultado se convertiría en la insignia de un país entero. Y poco tardó a exportarse por todo el mundo, especialmente después de aquella obra referencial llamada "Getz/Gilberto" que publicó en 1964 y que contribuyó, probablemente más que ningún otro disco, a la expansión global de la bossa nova.
No fue llegar y besar el santo en Río de Janeiro. Le costó, pero la insistencia y el sufrimiento eran la forma de ser de Gilberto. De la nada, a convertirse en la persona más influyente de una época entera de arreglistas, guitarristas, músicos y cantantes. Por ejemplo Caetano Veloso, otra eminencia de la música brasileña, en un concierto después de haber recitado estrofas de otros músicos brasileños, proclamo: "Mejor que eso solo el silencio; mejor que el silencio, solo João". Pero toda luz tiene sus sombras. Después de estar en lo más alto, João Gilberto en los últimos años de su vida estuvo más en la sombra de lo que se pudiera haber imaginado.
El artista llevaba mucho tiempo huyendo de los focos mediáticos, atrapado entre deudas y problemas familiares. Su última actuación en público fue en 2008, ya que en 2011 anuló otra. Y aunque las deudas lo caromieran, Gilberto siempre será recordado como la estrella que fue.
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