Ni dicha edad ni su estatus mítico hicieron que dejara los escenarios nunca: Charles Aznavour era reconocido como el último superviviente de las grandes leyendas de la canción francesa, en la misma categoría que cantantes como Edith Piaf, Maurice Chevalier y Charles Trenet que, en su momento, ejercieron de mentores de Aznavour. Justo ahora acaba de volver de una gira por Japón en la que se había visto obligado a cancelar varios conciertos por la rotura de un brazo.
Charles nació como Shahnour Vaghinag Aznavourian, en el seno de una familia armenia exiliada, y lo hizo en París por casualidad, ya que sus padres planeaban llegar a EEUU. Pronto empezó a tocar por las calles de la capital francesa, y tanto su origen armenio como su lucha por salir de la pobreza como inmigrante tuvieron eco en su obra, que fue, de ese selecto grupo de mitos de la canción francesa, la que mejor reflejó la vida de los parisinos pobres. Estos temas y otros como la vida del artista sin éxito o el efecto del paso del tiempo y la pérdida de la juventud están presentes en sus canciones -aunque la canción romántica fuera bloque central en su repertorio- y hacen de la suya una obra rica y amplia, que no dudaba en tocar temas tabú en su época como el genocidio armenio ("Tombes ils sont", de 1976) o la homosexualidad ("Comme ils disent", de 1972).
Deja trás de sí más de un millar de canciones cantadas en varios idiomas, decenas de películas, unos trescientos álbumes publicados y se estima que cerca de 180 millones de discos vendidos. Unos números que, como decíamos, no impedían que saliera de gira continuamente y que lo hiciera aún con mucha dignidad encima del escenario. El 26 tenía previsto actuar en Bruselas. Le despedimos con "Emmenez-moi", una de sus mejores y más conocidas canciones.
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