Atreverse a reinventar la tradición es una empresa que ha deparado satisfacciones y contrariedades en la escena española a partes iguales. A pesar de los riesgos, es innegable que esta sigue siendo una inclinación al alza entre nuestros artistas más expeditivos, dispuestos siempre a maridar el pop contemporáneo con el folklore y darle una inconformista vuelta de tuerca a ambos territorios. Esta hazaña no es nueva en el imaginario de Vicente Navarro, quien ya nos ofreció en sus dos anteriores discos, “Casi tierra” (19) y “Las manos” (22), una aproximación detallada al arraigo y al pasado. Sin embargo, “Cantares de llanura y monte (CLM)” supone su inmersión definitiva en el acervo manchego, encontrando en este proyecto una serie de respuestas bellísimas que complementan tanto su faceta personal como profesional.
"Si la revitalización del folklore se queda simplemente en algo pasajero, no dependerá tanto de los artistas como sí de las entidades e instituciones que nos apoyen”
Vicente sitúa el kilómetro cero de estos seis nuevos temas en una residencia artística llevada a cabo en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque de Madrid, donde tuvo la oportunidad de adentrarse como nunca en la canción popular de Castilla y La Mancha. Lo hizo codo con codo con Javier Carreño, responsable adjunto de la producción y con el que Navarro admite que se generó un clima de sensibilidad común del todo proclive para reimaginar con potencial sustancia todo ese material que tenían entre manos. Un pretexto que les daría alas para llevarse a su terreno no tanto las piezas más populares en la conciencia colectiva, como sí aquellas que más resonaran con el propio Navarro. “No quería cantar nada que no entendiera, así que le dediqué bastante tiempo a explorar el significado de determinadas expresiones que eran completamente nuevas para mí”, nos cuenta tras manifestar el fuerte vínculo entre los temas seleccionados él mismo y sus raíces.
Manchego de padre y madre, el cantautor madrileño es consciente de la ola a la que decide ahora subirse, pero también de la finura con la que sus coetáneos están realizando sus respectivas regeneraciones del folklore. “Más allá de que esto pueda ser una tendencia, los artistas están siendo muy fieles a sí mismos a la hora de introducir el folklore en sus registros. Baiuca, Rodrigo Cuevas, Sanguijuelas del Guadiana… Todos hacen gala de una identidad muy marcada y por encima de aquello de lo que beben está su propia firma. Si la revitalización del folklore se queda simplemente en algo pasajero, no dependerá tanto de los artistas como sí de las entidades e instituciones que nos apoyen”.
Navarro menciona esto, no sin dejar constancia de la necesidad de que la región aludida haga orgullosa gala de su patrimonio, al igual que ya sucede en otras zonas de nuestro país. “Castilla-La Mancha necesita sacar pecho de su folklore, tanto como ya se hace en otros puntos de España”, apunta Vicente, mencionando, además, la recurrente presencia del flamenco en la música contemporánea o el cariño con el que se están actualmente tratando estas regresiones musicales en Cataluña, País Vasco o Galicia. “Nos sentimos muy contentos de presentar nuestro espectáculo allá donde nos reclamen, pero obviamente hacerlo en Castilla-La Mancha tendría todo el sentido del mundo. Queremos de corazón que lo acojan con respeto y cariño, no solo las generaciones más mayores sino también esa gente joven que está deseando conocer la realidad de su cultura y de su día a día desde otro prisma”.
“Lo que más me gustaría lograr con este espectáculo es que algo se le remueva por dentro al público”, continúa. “Es un show sobrio, aunque también rápido”, dice, a pesar de contar con catorce temas que expanden el universo sonoro de este nuevo lanzamiento. “En escena jugamos con la mezcla de guitarras, sintetizadores, pianos y bajos y hasta en algún momento mi voz se duplica con un octavador. Hay reminiscencias constantes al Quijote, conmigo sosteniendo una enorme vara, y, por supuesto, tenemos las luces y los efectos visuales de Emilio Manzano, imprescindibles para dar forma a la composición”.
Un espectáculo que promete ser tan misceláneo como el propio disco, donde cada canción suena de forma muy distinta: “Para mí era muy importante crear un discurso nuevo y que no hubiese necesariamente una correlación entre la instrumentación de los temas originales y mis versiones”. Y ejemplo de ello es, sin duda, esa revisión tan especial que Navarro hace de “El twist del autobús”, de Paco Clavel. “Paco vino a ver la presentación del proyecto al Conde Duque y fue maravilloso”, dice. “Su tema cuenta algo muy emocionante que siempre creí que podía cantarse desde un plano más sentido, en lugar de uno tan acelerado, por eso lo pasé al piano. Paco no se lo esperaba para nada y seguro que se quedó en shock, pero creo que salió contento, a juzgar por sus amables palabras cuando vino a verme al camerino, cogido del brazo de mi madre. Para mí, junto a Almodóvar y Sara Montiel, él es la máxima representación del carácter y la herencia manchega”.

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