Una playa en las alturas
EntrevistasThe Morning Benders

Una playa en las alturas

Joan Cabot — 30-06-2010
Fotografía — Archivo

El grupo de Berkeley se trasladó a Nueva York para terminar su ambicioso segundo álbum junto a Chris Taylor de Grizzly Bear: “Big Echo” supone un paso de gigante respecto a su debut, elevando su pop de inspiración clásica hacia nuevas cotas de suntuosa calidez.

Chris Chu es consciente de que su grupo acaba de dar un importante paso con la publicación de “Big Echo”, su segundo álbum, al que si hay que encontrarle parientes deberíamos citar la indisimulable influencia de Brian Wilson y la conexión directa, vía la ayuda en la producción del bajista Chris Taylor, con el “Vecktaminest” (Warp, 09) de Grizzly Bear. “Crecí escuchando a The Beatles, The Beach Boys y todo eso...”, admite Chu. “Pero últimamente he estado descubriendo música de artistas contemporáneos y de alguna forma esas dos influencias convergen en 'Big Echo’”. Chris formó The Morning Benders mientras estudiaba teoría musical en la Universidad de Berkeley. El debut del grupo, “Talking Through Tin Cans” (+1 Records, 08) les sirvió para darse a conocer y ganarse comparaciones con The Shins. Pero “Big Echo” es otra cosa: el segundo álbum de The Morning Benders se desarrolla en una gran espacio abierto, en el que el aire es más puro y las emociones más profundas. Sobre sus estudios, explica que: “la carrera cambió mi forma de escuchar música y mi forma de hablar de ella. Tienes un vocabulario mejor y más específico, reconocer ciertos patrones en la música pop de los que la mayoría de gente quizás no sea muy consciente”. Entonces se supone que le será más fácil describir su propia obra: “Eso es más complicado”, se ríe. “En realidad, pienso que el disco se describe muy bien a sí mismo en su título: 'Big Echo’”. “Queríamos probar algo nuevo”, cuenta. “Desde el momento en que me puse a componer canciones comprendí que el sonido del primer álbum no funcionaría en esta ocasión. Así que entramos en el estudio con la mente abierta y dispuestos a probar cualquier idea. Creo que el resultado ha sido un disco más especial”.
El grupo empezó a trabajar en San Francisco, con Chris Chu haciéndose cargo de las labores de producción. “Tenía las canciones, pero el resto no eran más que sonidos que oía en mi cabeza”, añade. “En parte creo que la mejor forma de aprovechar un estudio es entrar ahí y probar diferentes instrumentos, diferentes opciones para cada canción, hasta que consigues lo que quieres”. "Grabamos casi todas las pistas en San Francisco y luego las trajimos a Nueva York para que Chris aportara sus ideas”, continúa. “Mezclamos el disco en el estudio de Grizzly Bear, donde ensayan, en una vieja iglesia. Fue una buena decisión porque el grupo había estado demasiado implicado en la grabación y Chris aportó un punto de vista fresco”. Taylor ha aportado al álbum un sonido fácil de reconocer como cercano al personal mundo de su grupo, algo que Chu admite y de hecho vino a buscar a Nueva York. “Lo que nos llevó a trabajar con Chris fue su sentido de la atmósfera y los arreglos. Pensaba que era algo que podía aportar a 'Big Echo', ese sonido espacioso que oyes en el disco”. El trabajo en los arreglos y producción del grupo y Taylor acentúa todas las virtudes de unas canciones ingrávidas, de esas que parecen flotar en el aire. “Las canciones salen de mí de forma espontánea y algo misteriosa a veces, pero puedo ver que muchas de ellas tratan el mismo tema: el paso del tiempo, volverse mayor...”. La clase de cosas que te preocupan cuando eres joven. “Tienes razón, es irónico. En mi caso, puedo decir que es algo que siempre me ha preocupado, incluso cuando era un niño”.

Todo parece indicar que The Morning Benders se encuentran en un momento decisivo de su carrera. Incluso el hecho de que se hayan mudado a vivir a Nueva York parece una señal, aunque en la decisión hayan pesado tanto las razones personales como las profesionales. “Nos mudamos aquí en enero y desde entonces hemos pasado en la ciudad poco tiempo, pero Nueva York lo tiene todo: puedes hacer lo que quieras cuando quieras. Además aquí tenemos muy buenos amigos y hay un montón de grupos que ver y gente que hace cosas interesantes que nos inspiran”. Si no han podido disfrutar más de su nueva ciudad se debe a que llevan de gira la mayor parte del año, rodando unas canciones que, escuchando el disco, resulta complicado imaginar en vivo y sin tantos instrumentos. “Al principio fue un poco complicado imaginarse cómo lo haríamos. Sabíamos que sería imposible recrear el disco como está grabado, así que estaba claro que había que interpretar las canciones de otra forma. De hecho, después de estos últimos conciertos, pienso que funcionan mejor en directo”. Podrán comprobarlo los que asistan al Festival de Jazz de San Sebastián el próximo 22 de julio.

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