Sea como fuere, su presencia en esta web está más que justificada gracias a "Deadbeat" (Columbia/Sony, 2025), un quinto álbum que curva ligeramente su reconocible fórmula hacia contornos más sencillos e incluso raveros. Me lo cuenta desde su casa en Los Ángeles, lugar en el que vive, junto a su esposa y sus dos hijos, la mitad del año, porque la otra mitad la pasa en su casa de Australia, combinando ambos veranos como si viviera en una perpetua canícula que contradijera el título del corte más celebrado hasta el momento de entre los que pueblan su nuevo álbum, esa “End Of Summer” que evoca los llamados veranos del amor de 1988 y 1989 en un Reino Unido tomado por la cultura rave. Presentará el disco, por cierto, el 7 de abril de 2026 en Madrid (Movistar Arena) y el 8 en Barcelona (Palau Sant Jordi).
Si mi información no es incorrecta, has estado trabajando en este disco desde febrero de 2022. ¿Es así?
Bueno, no es exactamente así. Fue a finales de 2023 cuando empecé.
Resulta más minimalista en cuanto a sonido, como si le hubieras querido quitar capas a tu música. Como si quisieras transmitir más cosas con menos elementos. No sé si era tu intención.
¡Sí, exactamente! Tienes toda la razón. Esa era la idea. Y empezó siendo aún más minimalista. Algo en los huesos. Pero mi tendencia natural es siempre ir añadiendo más cosas. Al final se ha quedado algo entre medias. Ni tan desnudo ni tan exuberante.
"Me encanta Rosalía, por ejemplo, y no lo digo porque esté hablando con un periodista español"
Supongo que al final se trata de encontrar un equilibrio entre algo que sea lo suficientemente elaborado pero al mismo tiempo retenga la frescura: ese momento en el que has de decir basta y tratar de no añadir más cosas para que no suene todo demasiado abigarrado, ¿no?
Lo más complicado de esto es dejarlo en un momento en el que no te digas a ti mismo “no me importa”. ¿Sabes? Si te preocupas demasiado, vas a seguir añadiendo cosas, pero si lo dejas como está, parece como si lo estuvieras dejando inacabado, cuando en realidad no es así. Es un equilibrio muy delicado, sí, al que no es fácil llegar.
Estás a solo un año de cumplir los cuarenta. ¿Podríamos decir que es tu disco de mediana edad?
Jajaja. No lo llamaría así. Aunque supongo que algo de eso se filtra.
Te lo pregunto también por la portada: una fotografía – muy bonita, la verdad – con tu hija, Peach.
Ah, sí. Pero no era nuestra intención transmitir esa idea con la portada. Simplemente me pareció que la imagen encajaba.
Has sido padre por partida doble en los últimos cinco años, el tiempo que ha pasado desde "The Slow Rush" (2020), tu anterior disco, que salió justo unos días antes de que estallara la pandemia. ¿Ha cambiado algo en tu forma de ver la vida o la música?
Bueno, me gusta pensar que mi personalidad artística corre en paralelo a mi vida privada. Y aunque tampoco dejo que una cosa afecte mucho a la otra, obviamente, en algo se tiene que notar.
Se describe el disco en la hoja promocional como un trabajo inspirado en las raves y las fiestas de música electrónica, la llamada bush doof culture, que tiene lugar en la zona oeste de Australia. De hecho, una de esas fiestas es la primera imagen que aparece en tu web.
Son una especie de raves que se montan en zonas rurales. Seguro que en España tenéis algo similar. Fiestas de música de baile, en realidad. Con la diferencia de que en Australia le damos un nombre distinto. Típico de Australia: inventarnos nombres más divertidos.
¿Son fiestas legales o sufren el acoso de alguna autoridad, como pasó en Reino Unido al principio de la cultura rave?
Solían ser ilegales. Creo que hoy en día, ya no.
¿Hay algún descubrimiento reciente que te haya marcado en lo musical?
Me encanta Rosalía, por ejemplo, y no lo digo porque esté hablando con un periodista español. "El mal querer" (2018), sobre todo, el anterior a "Motomami" (2022). Me resulta muy inspirador todo lo que hace.
"Tocar ante tante gente, que ha pagado un dinero para verte, es algo muy intenso. Te puede superar"
Tengo también la impresión de que te has divertido cantando en este disco, de que has ampliado tu registro como vocalista.
Siempre intento ponerme a prueba como cantante, dar más de mí mismo con cada nuevo trabajo. Y en este, mi forma de cantar es más variada, sin duda.
Pude charlar contigo en el backstage del escenario principal del Primavera Sound 2016 y me comentabas entonces que te hacía mucha ilusión trabajar con Max Martin, el productor de éxitos sueco. Han pasado casi diez años, pero creo que aún no lo has hecho, a pesar de que sí has trabajado con un elenco de músicos que quita el hipo, desde Mark Ronson a Gorillaz. ¿Sigue siendo una asignatura pendiente?
Bueno, todavía lo espero. Está en la lista. Como productor, creo que ha creado una comunidad muy unida de artistas que trabajan con él. Sí, claro que me gustaría poder hacer algo con él algún día.
¿Y qué me puedes decir del resto, de gente como Lady Gaga, Rihanna, Kanye West, Dua Lipa, The Weeknd, Travis Scott o Justice? ¿Hubo algo de ellos que te sorprendiera?
El álbum con Dua Lipa, "Radical Optimism" (2024), fue muy divertido. Supuso mucho trabajo: no hay ningún otro disco al que le haya hincado tanto el diente. En labores de composición y producción. Y creo que por eso tengo tan buen recuerdo de él.
Se cumplen ahora diez años de la publicación de "Currents" (2025), el disco que lo cambió todo para ti: fue el que supuso un giro en tu sonido y un aumento tremendo de popularidad. Quintuplicaste tus ventas respecto a "Lonerism" (2011). ¿Cómo lo recuerdas?
Como una extraña combinación de estar muy ilusionado y muy nervioso a la vez, porque fue un cambio muy grande en mi sonido, arrinconando las guitarras y abrazando los sintetizadores y las cajas de ritmo. Tenía bastante miedo. Lo recuerdo como un tiempo mágico, la verdad, aunque no estuviera muy seguro de lo que estaba haciendo.
Venís en abril de 2026 a Barcelona y Madrid, para dos conciertos en el Palau Sant Jordi y en el Movistar Arena. No es habitual veros aquí fuera de festivales. Incluso vuestra primera visita, en 2011, fue en el marco del Festival de Benicàssim, no sé si lo recuerdas.
Sí, creo que sí. Hacía mucho calor. En realidad, disfruto tanto de tocar en festivales como en arenas. Son experiencias diferentes. No hay energía igual a la que desprende un festival, y además es divertido no ser el centro de atención. En los festivales eres uno más, simplemente contribuyes al ambiente del día. Y tienes la ocasión de presentar tu música a gente que no te conoce de nada, como si fuera algo nuevo para ellos.
¿Cómo llevas tocar en directo? Hace diez años confesabas que estabas empezando a disfrutarlo. Creo que mucho aún tenemos la idea de que eres un músico más de estudio que de directo. Aunque igual estamos equivocados.
He aprendido a apreciar la experiencia. Y a hacerlo fácil. Creo que la clave es dar con el factor de diversión. Aprender a no preocuparte por lo que está fuera de tu control. Porque tocar ante tante gente, que ha pagado un dinero para verte, es algo muy intenso. Te puede superar. Pero si aprendes a disfrutarlo, eres imparable.
La última canción del disco, que ha sido uno de los dos adelantos y es la que más reproducciones acumula, es “End of Summer”, que apela a las vibraciones de la cultura rave que vivió su cúspide durante el verano de 1989. Tú apenas tenías tres años entonces, pero entiendo que es un legado que te ha llegado, de un modo o de otro.
Me encanta ese sonido por lo que representa. Fue un momento en el que la música tenía una pureza especial. Era sencilla, y no estaba viciada por décadas previas de trucos de producción ni técnicas sofisticadas ni tropos que la desvirtuaran. Se trataba de gente descubriendo la música electrónica y tomando éxtasis (risas). Era algo muy puro.

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