“He pasado de sentirme náufraga a volver como astronauta”
EntrevistasSoleá Morente

“He pasado de sentirme náufraga a volver como astronauta”

Arturo García — 10-11-2025
Fotografía — Neelam Khan

Con"Sirio B" (Elefant Records, 2025), Soleá Morente emprende un viaje interestelar hacia los sonidos universales sin renunciar a su raíz. De la mano de Guille Milkyway (La Casa Azul), la granadina se adentra en un territorio donde el flamenco, el pop electrónico y la mística se funden en un mismo cosmos, elástico como el chicle.

Cuando Soleá Morente mira al cielo, no busca respuestas, sino sentimiento de libertad. Su nuevo disco, "Sirio B", nace de esa contemplación del universo: “Queríamos mirar al espacio y dejarnos guiar por la luz de las estrellas”, explica. “Trabajar con Guille Milkyway ha sido un sueño hecho realidad. Yo era fan de La Casa Azul desde que era una niña, y verme en su estudio componiendo con él ha sido un viaje cósmico.” No hubo planificación previa ni fórmulas cerradas. “Nunca dijimos: ‘hagamos un disco electrónico con toques flamencos’. Íbamos improvisando. Yo llegaba con notas de voz, ideas o frases subrayadas de Hamlet, y de ahí salían canciones como Mi cura”. Ese espíritu libre, casi astral, impregna todo el álbum: un conjunto de cumbias galácticas, rumbas cósmicas y baladas interestelares que transitan entre la pista de baile y la emoción más íntima.

“Recuerdo escuchar 'Yo también' en el coche con mis padres; a mi padre le encantó. Nunca imaginé que acabaría haciendo un disco con la persona que compuso esa canción.”

El viaje comienza con Ensoñación nº 9, una obertura casi cinematográfica. “El personaje ha aterrizado de un viaje espacial; no sabes si está en la Tierra o en la Luna, pero ha encontrado algo sagrado, algo que buscaba”, comenta Soleá. A partir de ahí, el álbum se despliega como un recorrido emocional y sonoro donde tradición y vanguardia se dan la mano. Ahora o nunca es, de algún modo, la canción que celebra ese encuentro predestinado entre Soleá Morente y Guille Milkyway, un punto de fusión que tenía que suceder justo en este momento, sin más salida. “Desde que hicimos juntos una versión de Rafaella Carrà para Cachitos sentimos una conexión especial. Luego llegó la cumbia "Vamos a olvidar", y nos dimos cuenta de que teníamos que hacer un disco entero.” El resultado es una sinergia total entre los dos, que en el caso de Soleá se ha traducido en la confianza y libertad creativa que Guille le ha brindado para explorar sin miedo nuevos territorios sonoros.

La rumba, precisamente, actúa como eje gravitacional. “Es el ingrediente principal del disco”, confiesa. “Recuerdo escuchar "Yo también" en el coche con mis padres; a mi padre le encantó. Nunca imaginé que acabaría haciendo un disco con la persona que compuso esa canción.” El tono se vuelve más canalla en Con los nudillos, donde Soleá muestra su cara más combativa: “Habla de la vulnerabilidad que convive con la fuerza. Guille decía que soy muy dulce, pero con mucho coraje. Tenía razón”, ríe. A lo largo de la grabación, confiesa haber pasado por muchas fases: “Llegué al disco como una náufraga y salí como una astronauta.”

Si queremos determinar el momento exacto en el que la sonda despega, ese es "Gitana María". Por supuesto, ese viaje estelar no podía dejar de surcar el cielo estrellado de una noche de Miércoles Santo en el Sacromonte granadino. “Nació viendo la procesión del Cristo de los Gitanos en Granada. Me emocioné muchísimo y quise llevar esa energía mística y popular a un terreno electrónico”, cuenta Soleá. “Es una canción que une la espiritualidad del barrio con la visión futurista de Guille. La unión perfecta entre la Casa Azul y la Casa Morente.” Más adelante llega "Soledad del mar", donde se atreve a rapear, una línea roja hasta ahora para ella. “Nunca lo había hecho, me daba miedo, pero Guille me animó. Es un alegato contra cómo funciona el mundo. Me permitió descubrir otra forma de decir las cosas.”

Sin duda, el capítulo más cósmico y evocador es Mercurio y Seda. Lorca, Enrique y Soleá Morente se encuentran en un tesseracto sonoro, un espacio suspendido donde lo terrenal y lo eterno se tocan a través de esa quinta dimensión que es la música. “Fue una experiencia cósmica —recuerda—. Llegué al estudio y Guille me dijo que tenía una colaboración especial: era mi padre. Escucharle ahí, tan real, fue uno de los momentos más potentes de mi vida.”

El tramo final del disco es más introspectivo. Azalea retrata su vida en Madrid, entre vulnerabilidad y confesión: “Viví cuatro años en la calle Bailén, frente a la Almudena. Esa canción soy yo, con mis luces y mis sombras.” En "No Likes" aparecen su madre y su hermano Kiki, aportando jaleo y guitarras. “Habla de cómo nos medimos por los ‘likes’. Estoy en contra de ese algoritmo: no se puede valorar el arte por los números.” Los interludios como Mírame (Tengo Woa) o El lenguaje de las estrellas, expanden el universo del álbum. “Guille inventó palabras, idiomas, sonidos. Tengo Woa puede significar lo que quieras: amor, magia, poder... Es parte de ese lenguaje interestelar que hemos creado juntos.” En este corte, Soleá parece dirigirse tanto al oyente como a sí misma: un “mírame” que es invocación y espejo, donde la voz flota entre lo humano y lo sideral. En el cierre, Mi cura y Amor mío condensan todo el viaje. “Mi cura tiene algo shakespeariano, una mezcla de locura y redención. Amor mío es el punto de paz, la reconciliación después del viaje. El equilibrio es lo más importante.” Solo queda añadir: Woa!

 

Agenda de conciertos:

Jueves 20 nov 19.30h 10,20€ + MARCELO CRIMINAL + JULIA EN BELLO PÚBLICO
Sábado 22 nov 20.00h 22€
Sábado 29 nov 20.30h Desde 17€
Sábado 13 dic 20.00h 20€
Jueves 23 abr 20.30h 24,20€

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