Original del Estado de San Pablo en Brasil, el ex-Sepultura ya ganó terreno en su nueva banda habiendo completado unos cuantos tours, que incluyeron una presentación en su ciudad de origen, localidad en la que se conoce a Slipknot como “la banda de Eloy”. Sobre el tiempo transcurrido en la formación estadounidense, el simpático, humilde y muy profesional baterista comenta que “Es una locura ser parte de la banda, porque nunca me imaginé tocando con esta gente. Sabes, era un sueño desde niño, quizás desde adolescente. Cuando empecé a trabajar con Sepultura estaba muy feliz de tocar con ellos, pero cuando pasó lo de Slipknot, me di cuenta de que ahora sí entiendo cómo es tocar en esta banda. Tanto es así que ahora no me puedo imaginar tocando con nadie más. Este era el tipo de música que realmente quería tocar, así que me siento muy agradecido por poder formar parte de esto. Nunca imaginé que una banda estadounidense contaría con un músico sudamericano para tocar con ellos, que podrían llamar a un brasileño para tocar con ellos. Ya sabes, no es algo que suceda muy habitualmente”.
La llegada a Slipknot
La primera gira en la que Casagrande formó parte de Slipknot fue la de la celebración del veinticinco aniversario del álbum debut de los enmascarados, un disco muy especial para él, aunque no su favorito. “Ese disco fue de lo más duro, una de las cosas más crudas que he escuchado en mi vida, especialmente con la situación en que se hizo y con la producción de Ross Robinson, con quien también he podido trabajar. Es un álbum muy intenso y crudo, un puñetazo en la cara. No hay mentiras, no hay maquillajes. Todo lo que necesitas saber sobre Slipknot está ahí. Desde la primera vez que lo escuché tuve una sensación en mi cuerpo muy loca, sentí que eso era real, que la banda estaba tocando lo que quería tocar, llegando a sus límites. Ahí pensé: ‘Bueno, estos tipos son de verdad. Saben lo que hacen y con ello están cambiando la historia del metal’. Sin duda. Y eso es algo que aumentó con ‘Iowa’. Recuerdo haber ido a la tienda en 2001, cuando tenía diez años, a comprarlo. Cuando lo escuché completo en casa me impactó muchísimo. Marcó mi forma de tocar. Cuando hice versiones con mi batería en Internet, toqué dos canciones del disco. Recuerdo que vi a Joey Jordison [batería original de Slipknot] tocando al revés, y eso fue muy bestia, especialmente para un adolescente como yo que soñaba con ser batería”.
"Cuando veo a la gente sacudir la cabeza, sé que estoy haciendo bien mi trabajo"
Aquellas versiones subidas a YouTube oficiaron de currículum vitae más que eficaz, pero Casagrande es un destacado instrumentista desde una temprana edad. Ya como adolescente participaba en clinics de batería como un profesional más. Al respecto, recuerda que “Empecé a tocar la batería a los siete años, pero cuando tenía doce o trece años ya conocía a Slipknot. Era algo imposible de tocar para mí, porque es música muy exigente. Me di cuenta de que podía tocar algunas canciones en un alto nivel de exigencia cuando tenía diecisiete o dieciocho años. La de Slipknot es música muy rápida e intensa, y siempre me imaginaba tocando esas canciones con un mono y una máscara… Es una locura, ¿sabes? Así que, cuando me pidieron que hiciera una audición para ellos, no estaba seguro de poder tocar todo el repertorio. No estaba seguro de poder tocar todas esas canciones, porque son rapidísimas, sobre todo con los pies. Sabía que no tendría problemas con las manos, pero quizás sí con los pies. Tuve que dejarme la piel para conseguir esas partes tan rápidas de las canciones porque nunca antes había tenido que tocar tan rápido”.
Ahora, Slipknot visitarán nuevamente nuestro país para actuar en dos importantes festivales. Aunque debe ser particular para Slipknot ser parte de festivales teniendo en cuenta que ellos mismos cuentan con el Knotfest. Pero Casagrande valora cada oportunidad como única y confía ciegamente en el éxito de su grupo. “Estuve en Knotfests en Sudamérica, Iowa y Australia, y realmente está muy bien porque todo depende de la banda: elegimos a las otras bandas, es nuestro ambiente. En cambio, cuando tocas en otros festivales es todo más plural. Puedes tocar cada vez para un público diferente que se sentirá diferente. Pero tenemos muchos seguidores. Somos uno de los grupos más grandes de la escena metalera a ese nivel, así que no supone un problema para la banda tocar en diferentes festivales”, asegura.
El esperado nuevo disco
En octubre pasado Casagrande comentó en una entrevista con el periódico Clarín de Buenos Aires que la banda estaba empezando a trabajar en nueva música, apenas intercambiando ideas creativas. Ante la pregunta de si este proceso ha avanzado, se muestra cauto. “No puedo contarte mucho ahora mismo, pero lo que sí puedo decirte es que estamos cocinando algo: no paramos de intercambiar y compartir ideas. No sé cuándo pararemos para convertirlas en un nuevo álbum. No sé cómo será, cómo será su lanzamiento, cuántas canciones... No sé nada al respecto. Pero lo que sí puedo decirte es que toda la banda está emocionada con la idea de hacer cosas nuevas”. Tampoco aclara demasiado sobre la dirección de estas ideas creativas, aunque aporta datos interesantes. “Puedes esperar prácticamente todo, especialmente ahora que la banda ya no tiene sello discográfico que presione para lanzar un álbum con un sonido o un modo concreto. Ahora mismo la banda tiene mucha más libertad y los chicos están muy emocionados por el futuro”.
La influencia brasileña
Del mismo modo que se puede inferir la influencia cubana y latina en general en el modo de tocar del mismísimo Dave Lombardo, Casagrande es un batería que, en medio de susfills y arreglos más agresivos, siempre deja entrever una espectacular tendencia al groove bailable, cuestión que evidentemente tiene que ver con su origen. “Crecí en Brasil y durante mis primeros siete años sólo escuché música brasileña. Tocaba solo estilos brasileños y descubrí el metal cuando tenía doce años. Me llevó un tiempo empezar a tocar rock. La música brasileña está en mi ADN, es algo muy mío, y yo soy una misma persona. No puedo dividirme, separar el Eloy brasileño del metalero. Esto es algo que siempre sale naturalmente. No tengo que pensar en los elementos brasileños, los patrones brasileños, las subdivisiones brasileñas que tenemos en la batería. A los chicos les gusta esta característica. He estado trabajando mucho con Clown e hicimos algunas sesiones en el pasado y a veces exploramos algunos tempos brasileños. Le encanta esto, pero tampoco quiere que terminemos teniendo una banda de música brasileña. Así que tengo que ser muy cuidadoso al mezclar ideas, incorporar los elementos de mi origen solo hasta el punto de que los chicos se sientan cómodos tocando conmigo. No quiero imponerles nada, solo quiero tocar de forma natural para que se diviertan tocando conmigo. Creo que ese es el objetivo principal: siempre que tocas en la banda, quieres servir al grupo. Quieres servir a la música. No quiero pensar en la batería ni en mí. Solo quiero hacer lo mejor para la música”. Entusiasmado ante el comentario de la presencia del espíritu brasileño en sus líneas de batería, traza paralelismos entre la música de su país y el metal que practica su banda actual. “Estoy de acuerdo con tu idea. La razón principal de la música brasileña es hacer bailar a la gente. Tenemos el samba, el forró, el maracatu... En todas esas situaciones, la gente baila. Esa es la misma idea que traemos con Slipknot: quieres ver a la gente enloqueciendo, quieres verlos morirse de la risa o saltar, divertirse, hacer headbanging. Es el mismo objetivo. Cuando veo a la gente sacudir la cabeza, sé que estoy haciendo bien mi trabajo. Ahí la gente está sintiendo la fuerza y el ritmo y eso me alegra”, concluye con sonrisa “made in Brazil”.

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