Seré una gran estrella

Muchos éramos los que queríamos saber qué sería capaz de hacer este músico sin estar bajo la sombra de The Jayhawks. Bien, pues ahora lo tenemos entre las manos y responde sencillamente al nombre de "Kraig Jarret Johnson" (Bittersweet, 04).

Kraig Johnson es un hombre con cara de niño malo que parece estar ideando travesuras en todo momento, una tras otra, como aquellos chicos que perseguían a las chicas o le soltaban capones al tonto de la clase. Afortunadamente, nuestro protagonista es un tipo maduro y, pese a haberse entregado a una noche de excesos, nos atiende dentro del plan promocional que le ha fijado su sello discográfico, aunque las ojeras y los bostezos le delaten. Apenas ha dormido una hora, nos comenta, pero eso no le impide mostrarse profesional y atendernos con toda amabilidad, aunque ya se sabe que, después de la gira con The Jayhawks auspiciada por esta casa, es casi de la familia. Kraig Johnson puede sentirse satisfecho, ya que su debut es un disco notable que no oculta su pasado ni sus preferencias. Lo suyo es el rock americano de canciones redondas, así que quizás no existía mejor escenario para grabarlo que el desierto de Joshua Tree. "Es un sitio idílico con muchos espíritus y también muchos cactus (risas). Allí se respira mucha paz porque no hay teléfonos, no hay prisas y te da la sensación de que no exista en el mundo una vida distinta a la que allí se desarrolla. No me extraña que haya gente que lo considere su particular paraíso. Fue una buena elección, además de una experiencia muy enriquecedora". 

Para completar el disco, Johnson ha trabajado mano a mano con David Poe, quien se ha convertido en amigo, compañero y consejero, además de en co-productor. Las canciones que han grabado juntos hablan de las experiencias de Johnson, de su día a día, de las vivencias que han marcado su vida y la de sus amigos. Por eso quizás los temas reflejan cierta cotidianeidad a base de inmediatez, espíritu que se reprodujo también en el estudio al acercarse con los temas ya puestos en vereda. "Lógicamente yo ya había trabajado en unas demos y David también tenía material preparado, así que fuimos al estudio con todo medio hecho. En una semana quedó todo resuelto, aunque luego nos hicieron falta unas tres semanas de post-producción". El resultado ha sido un disco con pegada y fugaz, media hora que puede escucharse una y mil veces sin cansar. Y es que ese, al final, ha sido uno de sus principales valores. "Esa era la idea. De hecho, primero iba a ser un Ep de seis canciones, aunque al empezar a hablar con los sellos la gente me hablaba de completar un disco, así que acabamos cambiando la idea inicial. De todas formas, lo que tenía claro es que debía ser un disco de pocas canciones".Tras abandonar a The Jayhawks, Johnson se tomó un pequeño respiro, trató de olvidarse de la música, pero la paz se rompió al poco tiempo, cuando su hermano llamó a su puerta para que le echase una mano en Iffy. "Fue muy divertido estar con ellos. Es recomendable que los músicos se involucren en otras historias ajenas a uno mismo para oxigenarse. A mí me atraía hacer algo junto a mi hermano, sobre todo teniendo en cuenta que era algo completamente distinto a lo que yo había hecho hasta la fecha". Cierto. Su pasado tenía que ver con Run Westy Run, aunque el prestigio se lo dieron sus trabajos junto a Golden Smog y The Jayhawks. De todos modos, quizás se lo pasó mejor cuando montó O´Jeez junto a Dave Pirner (Soul Asylum). "Nos montamos esa historia en Minneapolis. Dave Pirner tocaba la batería, yo la guitarra y también estaba Joshua Green. Acabamos unas diez canciones y dimos algunos conciertos en Chicago. Aunque no acabamos demasiado contentos, tampoco le dimos demasiada importancia a aquello. De hecho, nunca supimos de verdad lo que estaba pasando. ¿Cómo sonaba? Oh, Jesús, no sé… como un auténtico power trío".