Semillas de odio

Quedar finalistas en un concurso organizado por un sello como Nuclear Blast Europa no es algo a lo que puedan aspirar muchas bandas. Y un disco como “Seeds Of Hate” (Three Point Records/Fragment), dejan bien a la claras que lo de estos navarros va en serio.

“Unos colegas que tienen un grupo, mandan una maqueta sin más y se encuentran con eso. Es el reconocimiento más grande que nos pudieron dar, la Champions League del metal”, explica Oskar, el bajista. “Lo malo es que no se celebró la supuesta ‘final’ que había para los doce grupos que nos clasificamos, y ganó Sonic Syndicate, un grupo que ni siquiera estaba en esa lista”. 

Semejante hito avala las buenas armas que gasta el cuarteto de Irurzun (Navarra), raras avis en tierras del norte. “En Pamplona hay muchos grupos, y todos imitan a Marea, Fito y cosas así. En cuanto a metal, todos los grupos se han quedado atascados en los noventa. Llevan haciendo la misma música años y años. Les admiro porque no se aburren. Como grupos que intentan desmarcarse del resto destacaría a Dawn Of The Maya, Sök y también a Antigua y Barbuda”. “Seeds Of Hate”, su exultante credencial para el gran público, suena a contemporáneo por los cuatro costados. Caña, melodía, precisión y estructuras que no equidistan demasiado a lo que barruntan combos como Trivium o Bioterror. “En Dead Means Nothing escuchamos de todo. Realmente disfrutamos hablando de lo que le gusta a uno y al otro. Somos gente que amamos la música, ya sea desde pop hasta black metal. Yo disfruto escuchando un disco de Fall Out Boy o New Found Glory en mi coche en un día soleado, pero también con uno de Marduk o Nile en la oscuridad de la noche. Ya que somos un grupo de metal, te diría que los grupos en los que más coincidimos podrían ser The Black Dahlia Murder, As I Lay Dying, Neaera, In Flames, Caliban o Walls Of Jericho”. La reconversión que han sufrido recientemente les ha obligado muy a su pesar a cancelar conciertos con Neaera y Maroon. “Nos ha llevado cuatro meses la integración del nuevo vocalista y el segundo guitarra. Siempre es más difícil, ya que hay que tocar mucho juntos y conocer la forma de tocar de cada uno para clavar bien las melodías. Sobre todo en este tipo de música, donde casi todo es puro dibujo con las seis cuerdas”.