“El mundo de la música es brutal para un artista”
EntrevistasPshycotic Beats

“El mundo de la música es brutal para un artista”

Pablo Tocino — 22-10-2025
Fotografía — Ángela Manaza

La música de Pshycotic Beats es una joya que, desde la inclusión de “Killer Shangri-Lah” en la serie de televisión “Killing Eve”, ha experimentado un destacable crecimiento fuera de nuestras fronteras, y una revalorización dentro de ellas.

“Soundtrack Without A Movie” (Log Lady Records, 25) es su nuevo disco, después del estupendo “Festering” (22), y es otra muestra del particular mundo que forma este proyecto de Andrés Costureras.

Con Andrés Costureras hablamos sobre el proceso de creación de este disco, pero también nos centramos en la diferencia entre la importancia de la salud mental y la importancia del “hashtag salud mental”. Comentamos lo complicado que es estar mínimamente estable dentro del feroz mundo de la industria musical, de la diferencia entre tener un diagnóstico y reducirte a tu diagnóstico, y de la necesidad de entendernos y apoyarnos entre las personas LGBT en lugar de atacarnos.

El disco se llama “Sountrack Without A Movie”. Realmente toda tu música tiene esa asociación a una banda sonora, y en otros discos lo has mencionado durante las entrevistas, pero no sé si en éste sientes especialmente esa conexión.
Todos mis discos han sido realmente una banda sonora sin película; la portada era como el cartel de la película, contaba una historia, había cosas que sucedían en cada disco que yo usaba distintos géneros para contar la historia, etcétera. Y en este disco se me ocurrió buscarle un título relacionado con eso, para reivindicar lo que he estado haciendo todos estos años, por si queda alguna duda. Que cuando la gente se aproxime a mi música, sienta eso de que es una banda sonora de una película que no existe... No sé si se llegará a entender del todo, pero... [risas].

“Cycles” es una de mis favoritas del disco, y por lo que tengo entendido aborda el trastorno bipolar tipo II que te diagnosticaron en 2023, en versos como “Flood every nerve with pleasure / fill every ounce of fear”. No sé si ha sido una canción complicada de afrontar, tanto en los procesos de mezcla como en la promoción al hablar de ella.
Yo he sufrido siempre mucho con todos mis discos. No puedo decirte que disfrute haciendo música... Es más una necesidad de canalizar todo lo que me ocurre a nivel psiquiátrico. Me ayuda mucho hacerla para todo aquello que no puedes decir con palabras, decirlo con la música. Pero este disco es el que más he disfrutado haciéndolo, y el que más sorprendido he estado con la música que ha salido. Me apetecía hacer un disco en el que todas las canciones fueran tristes y pausadas, que no hubiera el “hit” que ha podido haber en otros discos míos, pero no tenía ni idea de que me iba a salir lo que me ha salido, y “Cycles” ha sido un poco eso. Yo no pretendía hablar del trastorno bipolar en el disco, porque ya lo había usado, y una vez teniendo el disco terminado, miré la letra y dije “Coño, igual me ha salido inconscientemente algo que tiene que ver con eso”.

"Ya no estamos en la industria de la música, sino en la industria del contenido, y sacar canciones muy malas todos los viernes"

Tanto en tu discografía como en diversas entrevistas has hablado mucho de salud mental y concretamente de tu salud mental, visibilizándola de manera real, porque lo que solemos ver es un hashtag que se usa de manera superficial. Te quería preguntar por este tema –igualmente si me meto en algo muy personal me dices sin problema–, por cómo ha sido este camino de diagnósticos erróneos hasta llegar a tu diagnóstico de hace dos años, y qué opinas sobre el debate que existe respecto a los trastornos de personalidad, las categorizaciones, etcétera, en cuanto a hasta qué punto eso ayuda al paciente o le hace sentirse limitado a “soy esto”.
Claro, es que una cosa es decir “soy bipolar” y otra cosa es “sufro de una enfermedad que se llama trastorno bipolar”. Tú no eres un diagnóstico, pero el diagnóstico es muy importante. La depresión de toda la vida es unipolar y se trata con antidepresivos, y luego está la depresión bipolar que en algún momento puede ser maníaca. En este segundo caso tomas estabilizadores del humor, no puedes tomar antidepresivos, están completamente contraindicados; no te curan, te ponen peor, puedes tener un brote psicótico o una crisis suicida. Y a mí, durante veintisiete años, me han estado dando el tratamiento equivocado, y eso me ha hecho estar mucho peor, hasta confirmarse que yo tenía una enfermedad biológica, endógena. Con lo cual el diagnóstico ahí es muy importante. La salud mental, como dices tú, es un poco hashtag. Ha quedado como un negocio de carruseles de Instagram un poco new age, se habla todo el rato de ella, pero realmente no estás formando a la gente sobre ella, sobre cómo funciona un cerebro, etcétera. “Salud mental” se ha quedado como algo que tiene que ver con el bienestar emocional, y para mí la salud mental no es eso, porque eso es vivir, y patologizar la vida es un error creo yo, porque te quita herramientas para vivir. Estoy en contra de aquello en lo que se ha convertido el “hashtag salud mental”, y estoy muy a favor de que se hable de las enfermedades mentales, sea cual sea su naturaleza. Un paciente de enfermedad psiquiátrica debe tener los mismos derechos que un paciente que tiene diabetes.

En una entrevista en Shangay has hablado también sobre cómo nos tratamos mal dentro del propio colectivo LGBT. Estoy de acuerdo, y es curioso que tener una experiencia común no nos haga entendernos y ayudarnos, sino que cada uno intente salvarse a sí mismo y seamos incluso crueles entre nosotros.
No nos tratamos bien, pero es que incluso a nosotros mismos. Los gays nos damos muchos latigazos desde la infancia. La cosa ha mejorado, pero miras las tasas de suicidio y los traumas que siguen teniendo los chavalitos, y falta mucho por avanzar. Yo he notado esa falta de solidaridad del colectivo, por ejemplo respecto a lo que cada uno tarda en salir del armario, que parece que se nos olvida que es un proceso muy complicado. No veo solidaridad, veo ese “sálvese quien pueda”, y veo también que hay muchas cosas de las que no se habla. Hablamos mucho de luchar por nuestros derechos, y eso hay que hacerlo, claro, que peligran. Pero igual que lo que hablábamos antes de la salud mental, se habla poco de los traumas asociados a las infancias que hemos tenido, los gays, las mujeres lesbianas, trans, etcétera. Hay muchas cosas que no se tratan nunca entre nosotros. Y somos mucho más que “personas de un colectivo”. Los seres humanos somos muy complejos, tenemos muchas aristas y nos pasan muchas cosas.

Hablemos de “Loner” también. Me gusta mucho la frase “I'm no longer proud of denying my right to be whole”. Estar a la defensiva o con un muro deja de ser algo que te protege, y acaba siendo algo que te hace daño.
Sí, en esa canción hablo de aislamiento. El trastorno bipolar es una enfermedad que te aísla mucho, hace que no quieras ver a nadie y seas poco social o que tengas fobia social. Yo paso mucho tiempo encerrado en mi habitación, salgo poco de casa, soy un recluso. Y en el pasado yo me hacía el chulito y el valiente “Buah, yo no necesito a nadie”, y ahora veo que no, que orgulloso de estar en esta situación no estoy, y soy más consciente de lo que me ocurre, de que tengo un circulito muy cerrado de amigos que quiero mucho, pero que no soy una persona de socializar. Antes me hacía mucho el duro sobre eso, y ahora hay veces en que la soledad pesa.

Me encanta la última canción, “God wouldn't allow you to believe in him”, desde el propio título, la letra, su atmósfera... No sé si la sientes también como uno de los pilares del disco.
Sí, las canciones más importantes diría que son la primera y la última. La primera es como oxígeno, estar a gusto sin los móviles y sin esa toxicidad tecnológica que nos tiene atrapados a todos, el inicio del viaje. La última es el retrato que veo, terrible, del momento actual. Quería, después del viaje un poco más positivo, volver a la realidad e intentar expresar con palabras lo que creo que está ocurriendo en el mundo ahora, que no lo sé expresar con palabras. Es demasiado terrible. La letra la hice a principios de 2024, que la guerra de Gaza estaba ya pero no había alcanzado las cotas de horror que ha alcanzado después. La música la fui haciendo después... A medida que todo se iba haciendo peor, fui añadiendo capas de angustia y de mal rollo a esa atmósfera. Hay gente que me ha dicho que no quiere volver a oír la canción del mal rollo que le da. Lo cual para mí es un piropo, porque es lo que pretendía.

He leído que todo lo relacionado con crear música te encanta, pero no así el mundo de la música ni (salvo excepciones) la gente que lo puebla. Me siento identificado en eso, llevándolo quizás más al mundo del cine, y no sé si también te pasa que, en más de una ocasión, te preguntas si merece la pena.
Llevo quince años en esto, monté mi propio sello, me hago mi propia prensa, etcétera, y me encanta lo referido a crear la música y los discos, pero el momento de los lanzamientos me parece vomitivo, siendo sinceros. Es un arrastrarte por el suelo todo el rato, llamar a puertas y que te las cierren en las narices, etcétera. Además, siento que en los últimos cinco años el mundo de la música se ha desintegrado, y el mundo del periodismo, y... ya no estamos en la industria de la música, sino en la industria del contenido, y sacar canciones muy malas todos los viernes para un negocio que está entre las casas de discos multinacionales y los dueños de las plataformas. Para un artista, lo que me parece el mundo de la música... es brutal. Para un artista, es brutal. No hay tampoco voluntad de hacer una escena con responsabilidad, hacer algo un poco más justo. Salimos todos en todos los sitios como si todos valiésemos lo mismo, y eso es absurdo. Hay música mejor que otra, y no lo digo por mí. Estamos en un maremágnum de contenido, en una selva de la que no podemos salir. Hace poco salió un artículo en el que se decía que, en un viernes actual, se publica más música que en todo el año 1985, y al final de lo único que se habla es de gente ultra mainstream. Me parece que cuando empecé, el mundo del underground tenía mucho más peso cultural en la música, y eso se ha perdido. No sé si también afectado por la pandemia y por el atasco que se produjo. También por la manera en que scrolleamos en las redes y no interaccionamos con nada realmente. Es un poco descorazonador, nada del sistema funciona, está todo como roto, y no sé si esto se puede solucionar. La pregunta que hacías sobre si merece la pena... A mí sinceramente ahora mismo no me merece la pena sacar un disco. Supongo que más adelante querré sacar otro, se me olvidará todo esto y tal, pero ahora mismo pienso en lanzar otro disco y no sé si tengo cuerpo para esto. Es duro.

 

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