"No existe una locura y una cordura evidentes"
EntrevistasPol Batlle

"No existe una locura y una cordura evidentes"

Martina A. Coral — 27-06-2025
Fotografía — Archivo

Pol Batlle irrumpe con “A Caballo Voy” (Autoeditado, 25), un EP cuyo nombre, lejos de ser casualidad, recoge la esencia de su música: un constante galopar. "Los títulos son lo menos importante en mi vida" confiesa, pero en el tema "La piel" el mantra "a caballo voy" resuena con una intensidad casi "psicótica", reflejo de un fluir incesante.

“A Caballo Voy” marca su evolución sonora, dejando atrás el folk para abrazar un pop y rock más eléctrico, una transformación que, para Batlle, es pura naturaleza, no estrategia. Las raíces de este EP se remontan a 2018, cuando se comenzaron a gestar estas canciones con su entonces banda –Ljubliana And The Seawolf–. El Covid frenó el proyecto, dando paso a su debut en solitario, más cercano al folk. Sin embargo, unos años después, al reencontrarse con aquellas grabaciones. “Dije ’Buah, pues sí. Mola mucho’”, recuerda. “Y eso no suele pasar". La magia seguía intacta. Respecto a su antigua banda, Batlle subraya que la conexión con sus antiguos compañeros es inquebrantable. "Somos como hermanos", afirma, destacando que el proceso de este EP fue más una continuación que un reencuentro, con las voces regrabadas en años posteriores, infundiendo al proyecto una nueva vida bajo su propio nombre.

Al indagar en las influencias en este trabajo, Pol Batlle desvía el foco de las referencias artísticas para apuntar a la vida misma. "Lo que me lleva a hacer esto son las situaciones de mi vida", sentencia. Aun así, nombres como Alabama Shakes, la experimentación electrónica de Arca –cuya fusión de folclore venezolano con bases vanguardistas le sedujo–, y el rock argentino de Luis Alberto Spinetta, emergen como compañeros de viaje. Es en Arca, particularmente, donde Batlle encuentra una resonancia profunda, una conexión con la "oveja negra" que siempre se ha sentido, abrazando la no normatividad y la libertad de expresión. “Echó a Quemar” es el corazón del EP, una canción nacida de la íntima experiencia de afrontar el Alzheimer de su madre. Batlle tardó años en transformar el dolor en música, una catarsis guiada por "imágenes que me vienen", sin ideas preconcebidas. El videoclip, sin embargo, se concibió mucho después y es un reflejo visual de esa intimidad. Con grabaciones de su madre "desatada" y bailando, el video desafía la noción de cordura, con Batlle enfundado en una túnica de sanatorio, manchada de fango, cuestionando quién es el "loco" en una sociedad obsesionada con las etiquetas. "No existe una locura y una cordura evidentes", afirma, abrazando la luz y las percepciones únicas de aquellos que se salen de la norma.

Si el álbum "Salt Mortal" (22) marcó un final de etapa, con su icónico tema "Artistas y Toreros" (una sátira personal que trascendió la anécdota familiar), "A Caballo Voy" no busca clausurar nada, sino abrir puertas. Para Batlle cada disco es un nuevo comienzo, una evolución constante, sin la necesidad de renacer de las cenizas. Las colaboraciones con artistas de la talla de Rita Payés (su compañera de vida, de quien aprende "de todo"), Silvia Pérez Cruz, Salvador Sobral o Yerai Cortés, son encuentros orgánicos, no búsquedas premeditadas. De ellos, Batlle aprende sobre todo actitud y forma de vivir la música en el escenario. ¿Un sueño para el futuro? El artista no se cierra a nada, mencionando a Arca y Björk, pero también a Blake Mills, reconociendo que ya ha "besado el santo" con las colaboraciones que la vida le ha regalado. Actualmente inmerso en la grabación de un nuevo álbum, Pol Batlle sigue galopando, creando sin ataduras, explorando su mundo interior a través de la música. Un viaje que, como él mismo sugiere, parece no tener fin.

 

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