El inefable dúo “Subnopop” formado por Aníbal Gómez y Carlos Areces sigue a lo suyo, que no es poco, a la espera de un nuevo álbum y oteando el futuro con colaboraciones soñadas tocando todos los palos como buenas mocatrices que son. Charlamos con Carlos Areces, aprovechando el estreno de su nueva serie junto a Aníbal Gómez, “Rafaela y su loco mundo”, en la pasada edición del Festival de Sitges. A partir de ahí, el lector es responsable de seguir leyendo.
Es sábado y Sitges se levanta radiante como un sueño estival en pleno otoño y con la brisa cargada de personalidad: en poco más de una semana grandes nombres de la industria cinematográfica como Terry Gilliam o Benedict Cumberbatch han circulado por la ciudad y, a falta de un día para clausurar, todo el espectáculo parece converger hacia una conclusión mucho más que satisfactoria. El certamen coronó la edición más recaudadora de su historia y ahí estaba Carlos Areces, pero con la sensación de que él podría llevarse el festival donde quisiera.
Modelo, Cantante, Actriz. Inconfundible con sus gafas de sol y vestido de negro cual líder ciberpunk castizo, el que es uno de los tótems del Festival de Sitges sigue al pie del cañón. Carlos está dando una entrevista para la radio en el vestíbulo del Hotel Meliá, zona cero del festival, dando la impresión de que, después de las ondas y un servidor, aún tendrá para más. Nos encontramos, y tras toparnos con David Verdaguer y Raúl Arévalo resolviendo un crucigrama, finalmente nos sentamos al fresco, y yo, con un objetivo en mente: descifrar a uno de los hombres más divertidos de España.
Aunque en Mondo Sonoro venimos fascinados a hablar con él de Ojete Calor, la presencia del artista madrileño en esta edición del Festival de Sitges responde a otro de sus múltiples proyectos: formar parte del reparto de la nueva serie “Rafaela y su loco mundo”, basada en un libro escrito y dibujado por la otra mitad de Ojete Calor, Aníbal Gómez, y que está dirigida por otro chanante como es Ernesto Sevilla. A partir de ahí, la charla cobra vida propia.
“Nosotros hablamos, escribimos y cantamos siempre desde el espíritu de una chica de quince años encerrado en el cuerpo de dos viejas”
“Todos los clichés de terror, el thriller, el descubrir al asesino […] todo eso nos encanta. El mundo adolescente nos vuelve locos. Los ochenta, lo retro, hombres travestidos… Está todo ahí metido”. Dos cosas claras: Las referencias son magníficas y a Areces le sienta bien las mañanas de Sitges. Estamos cómodos y los derroteros de la conversación se tornan inescrutables. Como si de un camino heroico se tratase, andar hacia ese maná que es Ojete Calor pasa por preguntarnos el censo de la alopecia, hablar sobre la extrañez de vernos a nosotros mismos en una pantalla y, finalmente, el origen de esa supernova “tontagilipó” que es el propio grupo.
“Estábamos en un mítico bar de Madrid, que ahora ya cerró. Era maravilloso porque era un bar cutre, grasiento, de aceite en las paredes […] y estaba sentado al lado de Aníbal, pensando cuál sería el mejor nombre que una banda de música podría tener. Y después de dar varias vueltas, vinieron estas dos palabras: “Ojete Calor” […] nos hizo tanta gracia que en ese mismo momento empezamos a diseñar cómo sería su primer álbum, la portada… Se nos ocurrió que sería una parodia de ‘Ya Viene el Sol’ de Mecano, pero salíamos nosotros, y en vez de señalar un sol tras las montañas, era un sol que salía detrás de un culo. Y éramos él y yo señalando el culo. El CD se llamaría ‘Ya viene el Ojete’”.
Finalmente, esa fantasía específica no se materializó, pero la broma acabaría por no ser tan broma. Aunque la primera actuación del dúo se resintió en la memoria, la casualidad les hizo topar con un flyer de las fiestas del pueblo de Aníbal. Y ahí estaban: Ojete Calor, en concierto. Era 2005. Lo demás, historia: dos álbumes, más de cuarenta millones de visualizaciones en YouTube, recintos de grandes dimensiones con todas las entradas agotadas y una colaboración febril e inefable con Ana Belén a través de una videollamada, en plena pandemia, reversionando el clásico “Agapimú”. Este hito, según nos cuenta Carlos, no fue tarea fácil. “Fue una odisea para nosotros […] lo conseguimos a través de Loles León y Antonio Resines, muy buenos agentes”, dice entre risas. La conocían poco y la avisaron de que “su nombre iba a estar unido por los siglos de los siglos en Spotify a un grupo que se llama Ojete Calor”. Todo para reversionar una canción desterrada de su repertorio, y, para más inri, bajo el amparo del “subnopop”. Aceptó. Y el tema lo petó. ¿Cómo no?
Carlos nos dice que no dan crédito al “sí” de Ana Belén, pero pensemos en frío: el magnetismo de un dúo basado completamente en sí mismo y con reglas propias que bailan entre la iconicidad, la nostalgia y lo camp es demasiado irresistible. Su lenguaje propio, que bordea la mitología, no se queda atrás. ¿Quién no se ha sentido “viejoven” alguna vez? ¿O se las ha dado en alguna red social con un buen “opino de que…”? todos hemos estado en ese mismo saco. Y ellos nos han metido ahí. Sus mejores fans, que en boca de Areces “huelen a tarta de manzana” y “te dan cincuenta euros antes de irse”, entre otros detalles, bien lo saben. Y no son pocos. Prueba de ello es el concierto en el Sant Jordi Club de Barcelona, el pasado 25 de octubre, que dejó la pista empapada de entrega y guasa, además de contar con una aparición estelar de los hermanos Bayona. Firmaron un momento tan maravillosamente esperpéntico que Ramón del Valle-Inclán no podría haberlo hilado mejor.
En medio de todo este meollo empezamos a hablar de (im)posibles: una potencial gira llamada “Mónica Naranjo” en la que colaboran Javián de Operación Triunfo y Meat Loaf, el sueño imposible de cantar con Rosendo… y sobre su esperadísimo tercer álbum. Algunos de sus temas más celebrados, como “Agapimú”, “Mocatriz” o “Morreo”, salieron tras “Pataky” (Universal, 17), su última puesta en largo, y esperan con ganas formar parte del deseado tercer “round” del “subnopop”. Y en eso están Ojete Calor, pero no es nada fácil. “Los últimos años hemos tenido muchísimo trabajo […] no damos abasto. Nos tenemos que juntar Aníbal y yo, sacar melodías y escribir las letras, luego la producción, que es lo que lleva más tiempo […] y no nos dedicamos a esto a tiempo completo”. Su sentencia es clara: “Ojete Calor y los fans de Ojete Calor tenemos la misma expectativa sobre el nuevo álbum de Ojete Calor”.
Terminamos fantaseando con duendecillos que maquetan CD’s mientras dormimos o una IA que directamente hace álbumes completos de Ojete Calor. Le pregunto si hay algo que ellos no puedan hacer, y él bromea con querer entrar en el terreno de la cirugía estética incluso antes de sacar el tercer álbum, “poniendo labios como morcillas de Burgos”. Tras eso, me pregunto la probabilidad real de que eso suceda. No es alta, pero tampoco me parece imposible. Es así: Solo Ojete Calor me llevaría a pensar tal cosa.

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