Poco parece importarle a Chris Connelly que las cosas funcionen de ese modo. Es uno de los artistas más respetados de la escena industrial, lideró a lo largo de tres décadas bandas como Finitribe, Revolting Cocks, The Acid House y colaboró decisivamente con Ministry, Pigface y más recientemente con The Damage Manual, pero a la hora de lanzarse en solitario (tiene cinco álbumes) nadie se interesó por sus trabajos, sencillamente porque ofrecían lo que la gente no esperaba de él: maravillosos arreglos de cuerda, rock intemporal de la escuela de Bowie, Ferry o Scott Walker, y un puñado de excelentes canciones. Es por eso que los dos últimos trabajos de este escocés errante junto a su banda The Bells -"The Ultimate Seaside Companion" (97) y "Blonde Exodus" (Dream Catcher/Mastertrax, 01)- salgan en Europa a la vez en un doble compacto. "No pude encontrar hace cuatro años a nadie que quisiera publicar "The Ultimate Seaside Companion" en Europa. Soy más conocido por lo que hice en el pasado. ´No suena a ti´, decían. Por suerte, el tipo de música es intemporal, no podía quedarse desfasada, como el drum´n´bass. Al final, Dream Catcher se decidió a sacarlo. No fue por no intentarlo".
| "Bandas como Cabaret Voltaire y las mías ayudaron a crear y desarrollar un sonido" |
Sorprende bastante la capacidad de Connelly para saltar de territorios tan extremos y oscuros como los industriales a un rock más hermoso y elaborado, sobre todo porque compagina ambas facetas. "Con The Bells todo lo hago yo: composición, letras, arreglos... Es un rol que me gusta. Paso la mayor parte de mi tiempo componiendo, por lo que mientras trabajaba con Damage Manual me permitía tener la cabeza fresca (...). Siempre he estado muy interesado en todo tipo de música. Es como el actor Johnny Depp, que puede hacer todo tipo de registros, comedia, papeles serios... de maravilla. Lo que ocurre es que cuando estás en un ambiente cultural determinado, elegirás un camino. Yo he tenido muy poca capacidad de centrarme sólo en una cosa, así que he cogido un poco de música, otro de literatura... Me encanta hacer música, creo que se me da bien, y me da todo lo que necesito. Además, vamos a estar muy pocos años aquí...". Para finalizar, recordamos su papel dinamizador (¿pionero?) del rock industrial en la década de los ochenta. Lo primero que deja claro es que no comprende esa etiqueta. "¿Industrial? Nunca pensé sobre ello. Para mí era algo más experimental, tratamos con sonidos nunca usados antes. Salió mucha nueva tecnología, alguna ha quedado muy desfasada, otra no. En realidad éramos niños con juguetes nuevos (...). La música que hice en los ochenta con Finitribe, Revolting Cocks, Pigface y demás es un sonido que se puede escuchar ahora. No sé si fuimos pioneros o no, lo qué sí es cierto es que bandas como Cabaret Voltaire y las mías ayudaron a crear y desarrollar un sonido. Puede que más que pioneros fuésemos los que más alto sonábamos (risas)".
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