NI POST NI ROCK, POP TARWATER
EntrevistasTarwater

NI POST NI ROCK, POP TARWATER

Redacción — 06-04-1999
Fotografía — Archivo

TARWATER. Cuidado mis cachorros, la vanguardia suele pasar factura a nuestro sistema nervioso y puede dejar nuestras conexiones neuroló-gicas hechas unos zorros. Tarwater han resurgido de los detritos de Tortoise y similares para demostrar que la experimentación puede ser saludable, ya sea blandiendo la electrónica o el rock de investigación como armas. Ronald Lippock, mitad creativa del grupo junto a Bernd Jestram, advierte que su medicina, por muy tecnológico que sea el envoltorio, no entiende de límites estilísticos. «No somos puristas de la electrónica. De hecho, hay muchos productos hechos con la electrónica que son tremendamente conservadores. No se trata de las máquinas, se trata del cerebro que está detrás de ellas. No somos excesivamente snobs en esta cuestión; empleamos ordenadores, pero en nuestro discurso tiene cabida cualquier sonido, provenga de donde provenga». Brumas procedentes de los cárpatos bristolianos, pórticos rítmicos que chirrían hip-hop, sombras furtivas de rock progresivo, y lejanos aullidos de pop introspectivo conforman el decorado tenebrista de una función a la que todavía cuesta encasillar en algún género. «La música electrónica es quizás nuestra mayor inspiración. El electro más minimal, y sonidos parecidos, son lo que más nos influencia. Muchas veces, en pleno proceso de grabación vamos a algún club donde pinchen Dj’s más o menos experimentales y allí refrescamos nuestras ideas. Por otro lado, nosotros nos vemos claramente como una formación pop, en el sentido de que no necesitas una preparación especial para escuchar y entrar en nuestra música». Así que el interesante «Silur» (Kitty Yo/So Dens, 98) adopta las maneras de la avanzadilla musical pero propone entretenimiento para todos los públicos. «Exacto. Nos gusta utilizar los recursos tradicionales de la vanguardia como el sample, el cut-up, etc. pero nuestro fin no es otro que llegar con estos recursos a grabar una canción pop. Aunque tengamos un método distinto del resto de bandas pop, nuestra ambición es conseguir una canción pegadiza». Y lo cierto es que hay momentos en que lo consiguen. Olvídate de las estructuras convencionales que dicta el pop de consumo masivo. Estamos hablando de melodías, claro que sí, de estribillos, por supuesto, pero tal y como los entienden Mouse On Mars o si me apuran Stereolab. El tratamiento y la elección de los sonidos es lo que diferencia a estos nombres del resto de buscadores de melodías y les vale el calificativo de pop experimental. «Los sonidos que utilizamos, los instrumentos y todo eso surgen de forma espontánea. La espontaneidad es algo que valoramos mucho durante el proceso de grabación. Tenemos a nuestro alcance todos los aparatos y vamos probando de forma intuitiva; hasta los errores con el ordenador pueden resultar atractivos. Cuando el ordenador está jodido y empieza a tocar por su cuenta también se puede aprovechar. Se trata de aprovechar esa espontaneidad, puesto que acontecen cosas que no se volverán a repetir y que pueden serte muy útiles». Y con el punto de mira en los grandes alquimistas electrónicos y magos del sample -«el disco de DJ Shadow nos dejó perplejos y, sin duda, es una de nuestras mayores influencias»-, el dúo germánico ha sabido preparar un brebaje de agradable sabor pero que necesita tiempo para ser digerido. Tampoco iban a ponérnoslo tan fácil; al fin y al cabo los estribillos masticados y las melodías a precio de saldo sobran en un mercado que de vez en cuando agradece balones de oxígeno como este «Silur» de Tarwater.

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