¿Cómo pronunciarán estos británicos el nombre de su propia banda? “Me gusta decir que no hay nada correcto o incorrecto: Maruja o “Marusha”, dice sonriendo Harry Wilkinson, cantante y frontman de la banda de Manchester que comienza a dar que hablar en un panorama que le calza como anillo al dedo: un mundo al borde del colapso en el que hay mucho, demasiado drama para visibilizar. De todo eso habla “Pain To Power” (Music For Nations/Sony. 25), su debut en larga duración.
Maruja ya han actuado antes en nuestro país, pero volverán a hacerlo en unos meses. Podremos verles en Madrid y Barcelona. Allí desplegarán una propuesta que supone una bocanada de aire tan fresco como denso. Es fácil reconocer sus influencias directas, pero lo interesante es que de un momento a otro el grupo suena muy suyo y aunque tienta al demonio de la categorización a nivel géneros, es obvio que tiene su perfil artístico bien sólido. Al respecto, el sensible e interesante Harry comenta que “Creo que todos somos artistas. Ya sean los vaqueros que llevas o la lámpara que enciendes y apagas, todo fue creado y diseñado artísticamente. Incluso conceptos como los diferentes países, por ejemplo. Conceptos humanos que se han creado y ampliado con el tiempo. Por lo tanto, creo que, como criaturas, somos creación manifestándose. Almas creativas impulsadas por el arte. Ahora bien, en esta cultura, eso se ha reprimido. La vida interior se ha sofocado para que podamos aumentar la producción y el consumismo. Pero en esencia somos pura creación. Nuestra música es un reflejo de eso”.
"Con este disco estamos traspasando fronteras. Estamos creando música verdaderamente auténtica"
Yendo a algo más tangencial, resulta interesante saber qué elementos construyen la creatividad del universo Maruja, pregunta que Harry responde con entusiasmo. “En nuestro universo, lo que hacemos es manifestar valores que nos demuestran ser buenos seres humanos. Solidaridad, amor, confianza en uno mismo. Intentamos reconectar a las personas con el poder que reside en su interior. La música es espiritual. Y en una cultura oprimida, es muy importante poder usar un medio espiritual para recordarnos que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. La música es un reflejo de la vida. Nuestra música surge de la necesidad de autoexpresión, de convertir todo ese dolor y sufrimiento en algo poderoso. Esperamos que eso pueda inspirar y transformar la cultura”.
Hablando de transformar cultura, Manchester y su alma musical bien podrían ser un hueso duro de roer para una propuesta como la de Maruja que con el jazz, el noise y el hip hop como nortes inmediatos, desafía los cánones locales en gran forma. “Bueno, Manchester obviamente tiene toda una escena musical con The Stone Roses, Oasis, Happy Mondays… De niño, había mucha complacencia en Manchester. Gracias a los noventa, daba la impresión de que era la mejor ciudad del mundo para la música. Pero la complacencia se apoderó de nosotros y dejamos de intentar traspasar los límites. Así que, cuando tocábamos en Manchester de jóvenes, todo eran básicamente bandas que sonaban igual que Oasis o Arctic Monkeys. Había una verdadera falta de inspiración. La gente solamente escuchaba bandas porque eran de Manchester y era ‘increíble’ ser de la ciudad. Todo eso frenó mucho el espíritu creativo. Para serte sinceros, nosotros nunca fuimos grandes fans de esa música. En realidad, nos desagrada profundamente la música de Oasis, así que nunca quisimos caer en esa narrativa”.
Si le ponemos un mínimo de oído a “Pain To Power”, el álbum debut de Maruja tras varios EP’s, la aseveración anti-Manchesteriana de Wilkinson explota de pura obviedad. El disco suena a muchas cosas, pero nada a canciones perfectas para las masas. “Por lo que respeta a géneros musicales, hay una terminología amplia que podemos usar, art-rock por ejemplo. Pero hay mucha influencia del jazz y del hip hop. Rapeo durante gran parte de este álbum, pero también canto; hay partes de spoken word. Musicalmente es jazz porque no nos definen los límites. Es libertad de expresión, todo surge de la improvisación; esa es la esencia del jazz. Y luego está la implementación de esas influencias. Somos grandes fanáticos de la música electrónica de baile: dubstep, drum’n’bass, grime… ese tipo de sonidos de otra dimensión. De ahí que, a ratos, sonemos industriales. De todos modos, creo que es difícil definir las cosas que son libres en si mismas. Porque, como decía, la música para nosotros es un reflejo de la vida, la cual es muy dinámica. La vida es dura, es difícil, da miedo. Pero puede ser hermosa. Inspiradora. Puedes regocijarte en ella. En la música de Maruja se reflejan nuestros sentimientos y mentalidades”.
Y más allá del cuadro estilístico en el que Maruja se puede llegar a ubicar, en este disco –ecléctico, tozudo, obstinado– se plasma claramente el crecimiento personal de la banda. “Creo que con este disco estamos traspasando fronteras. Estamos creando música verdaderamente auténtica al combinar todas estas influencias en un solo lugar y darle nuestro toque personal a todo. Y creo que ahí es donde se obtiene el verdadero arte auténtico”.
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