“Necesitaba encontrarme mucho más a mí misma para hacer mi primer trabajo, mi carta de presentación. Es decir, ‘Aquí estoy yo y esto que vais a escuchar es lo que yo soy realmente’. Es la base y es muy importante. Es mi corazón, mi primer hijo, soy yo en pura esencia. Entonces, llegar a ese punto, no es algo que se haga de la noche a la mañana”. “El fuego que llevo dentro” es un disco fraguado con mimo y esfuerzo, con su familia como faro, y es que Lela Soto pertenece a una de las sagas con más solera del flamenco de Jerez. Por parte de su padre, el gran Vicente Soto, a los “Sordera”, con su abuelo Manuel Soto Monje “El Sordera” al frente, y antes Paco La Luz, El Gloria, La Pompi o su tía abuela María “Bala”, pasando por sus tíos, El Bo, Sorderita o José Mercé, entre otros. Y por parte de su madre, la bailaora Luisa Heredia, tampoco se queda corto el arte, hermana del irrepetible Ray Heredia. “Es una responsabilidad muy grande. Mi familia es el espejo en el que yo me miro. Es mi gran fuente de inspiración, el motor de mi vida, tanto en los valores que tengo en mi día a día como persona, como flamenca, como mujer, como gitana, y aparte, musicalmente, imagínate, lo son todo para mí. Sin saber exactamente lo que iba a grabar, sí que tenía muy claro que quería hacer un homenaje a mi familia, a mi casa, a todos ellos, porque yo creo que se lo merecen. Siempre poniendo yo mi corazón y mi personalidad ante todo, es muy difícil estar a la altura de todos ellos, pero imitar, ¿para qué? Igual que si hago un disco homenaje a La Niña de los Peines pues, evidentemente, cada uno lo hace con su corazón, su personalidad y su impronta”.
“Yo, en el momento en el que estoy, me decanto como cantaora ortodoxa"
Partiendo de las raíces, “El fuego que llevo dentro” rebosa contemporaneidad y su propio sentir en cada tema. Además, tradición y vanguardia siempre han estado presente en la vida de Lela, con su maestro, su padre Vicente al frente, que fue uno de los pioneros, siguiendo la estela de Morente, de cantar a los poetas, de Pessoa a José Hierro, entre otros, además de escribir sus propias letras. “Yo, en el momento en el que estoy, me decanto como cantaora ortodoxa. Lo que sí es verdad es que, por la época que me ha tocado vivir, por todas las inquietudes que tengo, a mí me encanta la música, el jazz, el R&B, lo flipo… Me encanta el soul, el góspel, la bossa… Pero claro, teniendo en cuenta que mi disco iba a ser algo ortodoxo, homenaje a mi familia, el buscar ese equilibrio ha sido difícil y divertido al mismo tiempo. Estoy muy orgullosa del resultado”.
Y hablando de ese cruce de caminos en el que crece el arte y dialoga la raíz y la innovación constante, nos encontramos también en el ojo del huracán a Lela, una de las piezas claves del proyecto Frente Abierto, que ya se ha estrenado varias veces en directo, con debut discográfico este año. “En el momento que me lo comentaron, porque yo, sí es verdad que le canto a la pureza, pero soy una auténtica impura… Yo dije ‘Es lo máximo’. Porque, además, más puro que cada uno de los músicos en su estilo no pueden serlo. Uno hace electrónica ambient, hay un grupo de heavies y también flamencos… La verdad es que, a la hora de hacerlo en directo, nos lo pasamos increíble. Conectamos un montón a pesar de que cada uno tengamos un género y un estilo diferente. Yo invito a que todo el mundo venga a vernos, porque es un proyectazo guapísimo”.
Precisamente esa raíz y frescura queda patente en el romance inicial que da título al disco de Lela, con esos “cien caballos desbocaos de sangre gitana y bravía” que flotan en las texturas espaciales tejidas por David Cordero. “Conocí a David Cordero con el proyecto de Frente Abierto y me pareció una pasada lo que hacía. Me gustó mucho porque era una electrónica con tanta alma, tanta clase y poquito invasiva a la hora de conectar con el flamenco, que era el concepto de electrónica que yo necesitaba. Y del tirón dije ‘Mira, el martinete es algo que me representa mucho’, y dentro de eso que yo quería manifestar, de un romance, de la imagen de mis padres, de todo eso que envuelve lo que es mi casa, mi pureza y el fuego que llevo dentro, también está esa otra parte impura que te contaba. David ha dado con la tecla perfecta, un minuto que presenta a la perfección lo que yo quería contar en el disco”.
Otra clave de “El fuego que llevo dentro”, de sus ricos matices y aromas, es que Lela se ha rodeado de alguno de los mejores tocaores del momento, aportándoles a cada tema una impronta que funde a la perfección con la suya propia. “He tenido la gran suerte de que he podido trabajar con todos, para mí eso es un regalo que me ha dado la vida, que me ha dado Dios, de poder compartir con mis ídolos. Es que es una locura, porque ellos son increíbles, tienen una personalidad, un talento, una sensibilidad… Y de verdad, es que me lo han puesto tan fácil, me han ayudado tanto, porque me han inspirado, a la hora de cantar, de arreglar cosas… Ha sido una pasada. Y también tenía muy claro que, dentro de todo eso, yo tenía que ponerles entre la espada y la pared, me apetecía sacarlos de donde ellos, por así decirlo, más sobresalen, aunque son unos fenómenos en todo, claro. Por ejemplo, para mi primo Diego, la soleá de mi tío Sorderita, ‘Inaccesible’, que no puede ser más bonita, una obra de arte, pero es muy lenta… Con esto te quiero explicar, que a la hora de escuchar a Diego tocando algo tan lento, sin ningún rajeo, por ejemplo, acostumbrados como estamos a escucharlo rajear, o a Josemi Carmona tocando una malagueña con una enchufá… Lo que he intentado es sacarlos a todos un poquito de su zona de confort. A mi José del Tomate, que toca también increíble, precioso, con el sello de su padre, pero a su manera, pues para él la seguiriya, un poco jugando con esa baza, con esa idea de sacarlos de sus lugares más comunes… Y al principio me decían todos, pero quilla, Lela, ¿por qué me has dado a mí esto? Ha sido un poco como un reto y al final todos han quedado encantados con lo que han hecho, ha sido muy interesante y muy bonito”. Y en esa seguiriya, “No encuentro la calma”, junto a la templanza de José del Tomate, encontramos uno de los latidos centrales de este hermosísimo e imprescindible trabajo, un cante en el que homenajea a las mujeres de su casa, entre las que destacan María Bala y La Pompi. “Tengo la grandísima suerte de que la hermana de mi abuelo era una grandísima cantaora, tía María Bala, y cantaba y tenía un eco que no se podía aguantar. Y siempre, porque que ella encima tenía mucho roce con mi padre, ha sido muy cercana a nosotros. Mi padre hacía barbacoas en la casa, para que se vinieran las tatas, todas sus tías. Y él le decía, tata, échate un cantecito, y ella siempre contaba, con una sonrisa en su cara, pero con mucha fatiga: ‘Hay que ver, Vicente mío, que a mí siempre me ha encantado cantar…’. Que fatiguita la suya que, hasta que tío Manuel, que era su marido, no falleció, ella no podía cantar. Tenía que ser con sus hermanos o con sus sobrinos en casa, pero a ella le hubiera encantado subirse a un escenario y hacerlo. Entonces, yo en este disco, lo que he querido es homenajearlas a ellas, por supuestísimo las primeras, tanto a ella que ha creado un estilo de soleá muy personal, que ha quedado para siempre, que yo en mi soleá por bulería hago una letrita de ella, que es un homenaje a ella y a mi abuelo. La soleá de mi tía María Bala es algo que hacía Camarón cuando se preocupaba por escucharla y lo hacía a su manera, Montse Cortés también le hizo en su disco un homenaje… Y ¿cómo iba a dejar yo olvidada a una persona de mi familia que ha significado tanto? Y por el hecho de ser mujer, pues lo mismo con La Pompi, que hay muy pocas cositas de ella, y lo que hay, ha quedado para la historia del flamenco, porque cantaba con una gitanería, con una flamencura y una cosa muy especial… hermana del gran Gloria y, sin embargo, apenas reconocía, a la sombra… Entonces yo, que llevo esa fuerza que ellas me transmiten, no podía hacer un primer trabajo sin acordarme de ellas, porque ellas son quienes me han dado a mí la fuerza como gitana, como primera mujer de mi casa, de mi familia en dedicarme al arte. Era algo muy necesario y me siento muy orgullosa de venir de ellas, de venir de ellos también, por supuesto; pero a ellas me gusta a mí mentarlas mucho, por ser mujeres, por haber luchado y por haber sido como han sido, en la casa como madres, como flamencas, con el respeto que han tenido toda la vida por este arte y por todo lo demás”.

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