Encabezada por la talentosa cantante Marisol "La Marisoul" Hernández, este grupo ha conquistado corazones con su enérgica fusión de géneros y su mensaje profundamente arraigado en la experiencia latina. Y su reciente álbum “Cuatro Copas Bohemia En La Finca Altozano” (Virgin/Universal, 23) es una muestra más.
El privilegio de sentarse con Marisol para hablar sobre sus inicios, su perspectiva musical y su último álbum resulta increíble a la hora de realizar una introspección de los momentos clave que han marcado su carrera. ¿Qué hay detrás de La Santa Cecilia? ¿Qué propósito los ha movido para componer himnos por más de quince años? Marisol creció en Los Ángeles, en una familia de padres mexicanos. Su padre provenía de Tijuana, mientras que su madre tenía raíces en Huajuapan de León, Oaxaca. Fue en Estados Unidos donde sus padres se conocieron y formaron su familia. Marisol recuerda con cariño los días en que acompañaba a su madre al mercado en el corazón de Los Ángeles, donde alguna vez su madre quiso ser cantante y descubrió la magia de la melodía. Ese es aquel punto en donde uno se da cuenta que la música de La Santa Cecilia no solo carga el sueño de Marisol, sino también el de su familia.
"Queremos que nuestra música sea como ese 'mezcal' que te echas y te hace llorar por un mal amor"
Está claro que este sentimiento pasional por la búsqueda del sonido propio fue algo que Marisol heredó de su madre y por ello desde muy joven mostró un interés especial por el canto. Sus primeras experiencias se dieron en la famosa Calle Olvera, en la que se presentaba música callejera y donde pudo familiarizarse con el repertorio del bolero. Fue a los quince años cuando Marisol comenzó a cantar en serio, y desde entonces su voz ha sido una representación auténtica de las historias y los sonidos que callan las paredes de su barrio.
Acompañada por Carlos en el acordeón desde la adolescencia, Marisol y su banda se embarcaron en un viaje musical lleno de bodas y presentaciones en vivo, desarrollando un profundo amor por la música mexicana y latinoamericana en general. Para ellos, la música no solo se trata de entretener, sino de contar historias y dar voz a las experiencias de la comunidad. Es un amor que los ha salvado y llenado de esperanza, pues ahora están en el punto de sus carreras donde desean devolverle a la música lo que ella les ha dado. “La música nos llenó de sueños y nos dio tanto. Es un regalo que hemos recibido y ahora sentimos la necesidad de devolverlo. A través de nuestras canciones, buscamos transmitir no solo felicidad, sino también tristeza y todas las emociones humanas. Queremos que nuestra música sea como ese 'mezcal' que te echas y te hace llorar por un mal amor, que te remueva por dentro. Además, es importante para nosotros contar nuestro origen, de dónde venimos, nuestras historias de separación de familia y deportaciones. Queremos ser una de las voces de una cultura. Queremos hacer que la gente sienta algo, que conecte con nuestras vivencias y las realidades que enfrentamos. La música es un puente que une corazones y esperamos poder tocar los de muchos con nuestra música”.
Marisol describe a la música como su mejor amiga, su salvación de la vida y sus propios sentimientos y experiencias. Para ella, su carrera ha sido una forma de catarsis, un desahogo emocional que la ha acompañado a lo largo de su vida. Desde la adolescencia, encontró en la música una razón para vivir y siempre supo que estaba destinada a dedicarse a ella. Hablando sobre la evolución de la música latina, Marisol señala que en la actualidad tenemos acceso a una amplia variedad de géneros musicales debido a su masificación. Menciona que el género latino ha crecido gracias a las influencias del jazz, swing y música popular afrolatina, presentes en Estados Unidos. A lo largo de la historia, la música de América Latina ha experimentado oleadas de popularidad, desde la "explosión latina" de los ochenta hasta el presente.
En cuanto a su último álbum, "Cuatro Copas Bohemia En La Finca Altozano", Marisol destaca que marca el hito de los quince años de la banda. Pese a haber pasado por períodos de distanciamiento y ruptura, la banda ha logrado fortalecerse cada vez más, enfrentando los desafíos que implica mantenerse unidos. El álbum refleja un momento de reunión y celebración tras la pandemia, con Marisol y sus compañeros de banda compartiendo momentos alrededor de una fogata en el Valle de Guadalupe. No buscaban la perfección, sino la esencia de cuatro amigos tomando y cantando durante tres días. Es un testimonio de su espíritu bohemio y su amor incondicional por la música.
La Santa Cecilia es un grupo que ha sabido combinar géneros y perspectivas musicales para crear una experiencia auténtica y poderosa. Desde sus inicios en las calles de Los Ángeles hasta el lanzamiento de su último álbum, su voz ha contado historias, evocado emociones y conectado con la gente de una manera única. A través de un propósito claro, “Marisoul” y todos los miembros de banda han hecho que nuestro corazón lata al pulso de sus letras. Recordemos siempre tomarnos un buen mezcal para disfrutarles adecuadamente, ¿no?.

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