Hablamos por teléfono con el músico, que nos atiende desde su domicilio en Bergen, y también nos avanza que habrá un nuevo álbum de los Kings Of Convenience que encarna junto a Erlend Øye, seguramente el año que viene.
¿Cuál es exactamente el origen de este proyecto? He leído en la Wikipedia, y no sé si la información es cierta, que formaste Kommode hace más de diez años junto a Øystein Gjærder Bruvik y Anders Waage Nilsen, que son dos antiguos compañeros de Korg, tu primera banda, y que llegasteis a ser teloneros de The Whitest Boy Alive (el proyecto paralelo de Erlend Øye) en algunos conciertos de su gira de 2006. ¿Es cierto todo eso?
Exacto. Aparte de mí, son ellos dos junto al batería Adrian Søgnen, que también es miembro fijo. Solíamos tocar juntos por diversión, durante más de diez años hemos estado así. Empezó como un patio de juegos musical para mí, algo con lo que entretenerme al margen de Kings Of Convenience. Empezamos tocando en casa, aquí en Bergen (Noruega), montándonos jams, pasando también horas y horas en el estudio, solamente por divertirnos. Llegó un momento en el que acumulamos suficientes canciones buenas como para pensar que merecen ser grabadas.
"Siempre hemos tenido la idea muy definida de que Kings Of Convenience ha de responder a los discos que hacemos Erlend y yo tocando la guitarra acústica, cantando y tocando juntos en un salón".
La progresión es sorprendente, si hemos de seguir creyendo a la Wikipedia, ya que en los tiempos de Korg tocabais canciones de Joy Division y el propio nombre de la banda lo extrajisteis del tema "A Forest", de The Cure...
Sí, es verdad que hicimos una versión de Joy Division, pero lo de Korg, aunque significa bosque en noruego, no guardaba relación directa con The Cure. Nos gustaban, pero no elegimos el nombre por ellos. Kommode muestra el desarrollo desde aquellos primeros días, pero, al mismo tiempo, hemos grabado con muchos músicos nuevos en este disco, hasta dieciocho tocan en él. Es un trabajo muy orgánico, con muchas tomas en directo, muchos elementos distintos y mucha gente implicada, y creo que le da un sonido muy natural, que era la idea principal. Intentar tocar música bailable y pegadiza, que llame la atención de la gente pero que también desprenda sensaciones orgánicas, con instrumentos grabados en vivo.
¿Crees que hay demasiada manufactura en la música de baile hoy en día, o que sufre de sobreproducción?
Sí, creo que muchas cosas pueden ser eliminadas o corregidas cuando editas. La tecnología te da muchas posibilidades de corregir cualquier irregularidad o cualquier fallo en la interpretación, y creo que eso le quita algo de la cualidad humana que debe tener la música. Con este disco queríamos asegurarnos de que hubiera un factor humano presente en todas sus pistas. No hay nada que sea completamente perfecto en cualquier interpretación humana, por mucho que lo intentes.
¿Eres de quienes piensa, pues, que los errores del proceso también son dignos de figurar en el producto final, a la manera de Matthew Herbert, por ejemplo?
Sí, exactamente. Algunos errores son bonitos, por supuesto. No todos, pero algunos sí. La clave es que, cuando lo escuchas, has de dejar que forme parte de la grabación. Creo que se puede diferenciar entre los discos que siguen ese proceso y los que repiten una secuencia de pistas producidas una y otra vez de la misma manera. Intentamos que cada canción tenga esta mezcla de elementos. Puede ser un error, algo que sea ligeramente irregular o algo que esté ligeramente fuera de ritmo. La base rítmica es muy importante en este disco, intentamos tener siempre algo de swing en el ritmo, pero hay algunos ritmos que surgen antes de tiempo, o que no van acompasados. Queríamos que nada sonara demasiado perfecto.
Se distribuyó en tu país este verano pasado, y es ahora cuando llega al resto de Europa. ¿Por qué?
Lo editamos por nuestra cuenta, como un proyecto de perfil bajo, a través de Brilliance, que es básicamente el sello personal de un amigo mío de Bergen, Ruben Nesse. Queríamos saber cómo sería acogido, y vimos que cosechó críticas extraordinarias, que a todo el mundo le encantaba. Así que decidimos darle un empujoncito en algunos otros países. Por eso ha tardado unas cuantas semanas en llegar a otros sitios, antes de que decidiéramos darle distribución en otros países, como España. Estoy acostumbrado a trabajar con Universal UK, que es una gran compañía, y esto de trabajar con un sello tan pequeño es todo un contraste. Tiene algunas ventajas: todo ocurre de forma natural, cuando alguien quiere hacer algo, lo hace, sin problemas. Con las multinacionales, siempre hay agentes que trabajan a lo grande, incluso aunque lo que hayas hecho sea una estupidez de disco. En la producción hemos puesto mucha energía, así que se puede decir que es un proyecto ambicioso, pero desde el momento en el que se pone en la calle, no hay una organización poderosa tratando de que cobre relieve en todo el mundo. Tan solo un puñado de gente tratando de darlo a conocer, y creo que esa es una buena forma de trabajar.
"Intentamos que cada canción tenga esta mezcla de elementos".
¿Es cierto que ha costado cinco años completarlo?
Sí, pasamos un montón de horas en el estudio, fue mucho trabajo. Muchas tomas, una y otra vez.
Hace ocho años tuve la ocasión de hablar contigo, al hilo de "Declaration Of Dependence" (09), el último álbum de Kings Of Convenience, y me comentabas que una canción vuestra puede grabarse veinte o veinticinco veces antes de plasmarse definitivamente, en un proceso que podía durar incluso años. ¿Hay algo de eso también en Kommode? ¿Exceso de perfeccionismo?
Sí, de perfeccionismo o de ser un un intérprete horroroso (risas). Me cuesta mucho conseguir que las cosas salgan tal y como deben salir.
La estética de la portada se completa con diferentes elementos, que muestran herramientas creativas. ¿Obedece eso a reforzar la idea de artesanía que despide el disco?
Intentamos crear algo simple y rico al mismo tiempo. Y cuando algo se hace con las manos, es más fácil adquirir esa sensación. El artwork de la portada es exactamente un cuadro que tengo en mi salón, hecho por un pintor noruego, compuesto de objetos muy simples. Parece sencillo, pero es la clase de cuadro que puedes estar mirando durante horas sin cansarte, porque hay una riqueza en su pintura. La simplicidad es solo aparente. Si te fijas de cerca, hay mucha complejidad, y horas de trabajo y de práctica que hay que dominar. Creo que eso describe también nuestra música. Con muchas capas y apelando no solo al melómano empedernido, sino también a un público más amplio.
Disco bailable, en el que pueden encontrarse rastros de samba, jazz, italodisco o house, pero de forma muy leve. ¿Hay alguna referencia o sonido que te haya sido particularmente útil?
Es como una mezcla de muchas géneros que me gustan. Me encanta el ritmo de la samba y también muchos trabajos de la era disco de finales de los setenta. Hay mucho funk también en el bajo, y música house en los teclados y el piano, así que creo que hemos tratado de coger lo mejor de varios géneros.
¿Lo vais a presentar en directo?
Sí, y queremos ir a España, así que esperamos acercarnos pronto por allí.
Es curioso que tanto Erlend Øye como tú mismo desplegáis vuestro interés por la música de baile en vuestros proyectos paralelos, y de forma cada vez más notable, pero eso no se transmite a Kings Of Convenience. ¿Es tan difícil hacer música bailable cuando estáis juntos, o simplemente es algo que ni os planteáis?
Siempre hemos tenido la idea muy definida de que Kings Of Convenience ha de responder a los discos que hacemos Erlend y yo tocando la guitarra acústica, cantando y tocando juntos en un salón. Justo lo que ocurre cuando no estamos tocando en una banda, los dos juntos. Ese es el único principio que rige lo que hacemos. Y eso descarta muchas otra opciones, claro, como el hecho de que podamos hacer material bailable. Pero es inevitable que nuestros proyectos paralelos revelen nuestros gustos personales, y a los dos siempre nos ha gustado la música bailable y revitalizadora.
¿Alguna nueva canción de Kings Of Convenience en el horizonte?
Sí, giramos en 2016 por el norte de Europa con un set llamado The Unrecorded Record. Quienes vinieron tuvieron la oportunidad de escuchar las nuevas diez canciones que estamos grabando y que formarán parte de nuestro próximo álbum.
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