En abril presentó su último disco, "Quizá no es para tanto" (Sony Music, 25), un reflejo de su recorrido y aprendizaje. Con colaboraciones de Willy Rodríguez (del grupo puertorriqueño Cultura Profética), Elsa y Elmar o Caloncho –quien casualmente toca mañana 11 de septiembre en Barcelona y 12 septiembre en Madrid, cruzándose en nuestro país–, el álbum transmite un mensaje claro: quizá nada es tan grave si se vive, se siente y se comparte.
Esta semana, Jaze llega a España para sus primeros conciertos en el país: el 11 de septiembre en la Sala B de Madrid (entradas agotadas) y el 13 en Razzmatazz 3 de Barcelona. Puedes hacerte con las entradas de Barcelona en este mismo link.
Ante todo, enhorabuena por tu nuevo álbum. Justo acabas de aterrizar en Madrid, y venías de unos días seguramente cargados de emociones al regresar a Perú, tu país de origen. ¿Cómo te encuentras?
Ha sido increíble. Los días de promoción en Lima fueron muy emocionantes, porque estoy compartiendo algo muy grande que estoy por hacer, y siento cómo el proyecto sigue creciendo. Además, el cariño de la gente de mi país es algo que me hace muy feliz. Aunque actualmente vivo en Buenos Aires, estos días Perú me recargan: ver a la familia, comer delicioso… Eso sí, llegué acá tras un vuelo larguísimo y prácticamente sin dormir, pero aun así me siento lleno de vida y con mucha energía. Este mes arranca con dos shows en España, mis primeros conciertos aquí, en Madrid y Barcelona, y justo después volvemos para tocar en Lima y Arequipa, que serán los conciertos más grandes de mi vida hasta ahora. Volver siempre es hermoso, y esta vez lo está siendo más que nunca.
Además, la primera noticia que recibiste nada más aterrizar en Madrid es que has colgado el cartel de sold out. ¿Cómo estás viviendo esta experiencia?, ¿Cómo estás preparando los conciertos?
Estoy rebosando de alegría por tocar aquí. Nunca había estado en Barcelona, y que la música me permita conocer una ciudad nueva es una pequeña conquista que me llena el corazón. Y sobre Madrid… Sí, se agotaron las entradas ayer a la madrugada; fue la primera noticia que recibí, todavía ni lo he anunciado. Una locura. Mi proyecto todavía está creciendo y España está muy lejos, por eso esta vez no podemos venir con la banda al completo. En Perú, por ejemplo, apostamos por un lugar más grande y ahí sí estará toda la banda. Aquí en España vengo solo con mi baterista y mi guitarrista, y yo también tocaré la guitarra. Los teclados y demás los pasaremos por pista. Es un show en formato reducido, pero lo hemos preparado con todo el cuidado para que suene completo.
"Mi proyecto todavía está creciendo y España está muy lejos, por eso esta vez no podemos venir con la banda al completo"
Uno de los elementos que más me gusta de este álbum es ese camino que estás transitando hacia un sonido más orgánico. Un proyecto en el que se percibe esa mezcla entre tu pasado en el freestyle o la música urbana y el elemento más pop, algo que también vemos, por ejemplo, en artistas españoles como Rusowsky o en Argentina con Ca7riel y Paco Amoroso.
Me encanta Rusowsky, sí, cien por ciento. Curiosamente, no tengo un gran background en música urbana. Toda mi vida estuve ligado a la música porque mi papá es profesor de música para niños. Aprendí de oído y por intuición, y esa fue la mejor enseñanza que pude recibir. Entré al conservatorio a los catorce, y aunque había chicos que sabían mucha más teoría, yo venía con otra educación musical: aprendí jugando con los instrumentos, acompañando de oído las canciones de la radio, igual que mi padre, que tiene prácticamente oído absoluto. Desde pequeño me repetía que yo también tenía ese talento para escuchar y musicalizar. Crecí rodeado de rock clásico, folklore y música clásica. Ese fue mi background hasta que a los quince conocí el freestyle, que me llevó al rap y después a la música urbana, por así decirlo. Cuando empecé a competir en batallas, la gente me conoció como rapero, aunque en realidad no lo era. Desde ahí empecé mi proyecto musical y a fusionar toda mi esencia de canción.
Claro, y ese tipo de enseñanza se mezcla con todo lo que te dio el rap, y más concretamente la Freestyle Master Series. ¿Cómo es tu forma de componer hoy en día?
Ahora, cuando trabajo en una canción o un instrumental, nunca parto de un beat ni hago primero el beat y luego la música. Normalmente compongo todo en simultáneo: armonía, melodía, ritmo y, al final, la letra. La canción se va construyendo completa desde el inicio. Fue muy loco cómo se mezclaron esos dos mundos. Hoy, cuando tengo una idea, puedo encararla como rapero, como cantante o combinando ambas cosas. Puedo cantar una melodía medio rapeada, como chanteada. Ese tipo de recursos me los dio el freestyle y ahora forman parte de mi universo musical.
Siempre he pensado que es clave que en el hogar la música se valore no solo como un pasatiempo, sino como una vocación, un oficio. ¿Cómo fue en tu caso crecer en un entorno donde la música se vivía de esa manera?
En mi casa la música se vive a flor de piel. Mi padre toca prácticamente cualquier instrumento: guitarra, batería, vientos, percusión… Tiene un ritmo espectacular y, sobre todo, un oído increíble. La guitarra, el bajo, lo que sea, lo toca de oído. Incluso con instrumentos más complejos, como un acordeón o un bandoneón, basta darle un rato y ya saca un sonido; con tres notas inventa una canción para niños. Siempre enseñó que la música debía ser disfrute: un espacio para expresarse, para ser libres, para ser uno mismo. Eso es realmente hermoso. También aprendí de él que siempre tocaba con una sonrisa. Si no eres feliz haciendo música, no vale la pena; no se trata de ego. Y en la música, como en el arte en general, hay mucho ego: gente que descubre un talento o alcanza fama y termina más pendiente del “guau” del público que de expresar lo que siente. También están los músicos virtuosos que buscan hacer algo muy complejo para impresionar, pero muchas veces más por reconocimiento que por emoción. Yo creo que cuando alguien expresa lo que realmente siente, eso se percibe. La música transmite porque lleva una energía detrás: cómo fue grabada, con qué intención, con qué ánimo…
Lo interesante de tu proceso y aprendizaje musical es que vino por tres vías distintas: el conservatorio y la música reglada, las enseñanzas de tu padre dentro de un proceso más educativo, y finalmente el freestyle, que te catapultó a la fama.
Sí, lo más interesante es que yo no escuchaba rap. Pasé por la típica época hater de la música a los doce años. Cuando ahora lees comentarios tipo 'La buena música murió hace treinta años', yo era de esos. Solo escuchaba Led Zeppelin o The Beatles, grupos así. Entré al conservatorio siendo niño y enseguida me di cuenta de que el colegio me aburría. Soñaba con ir al conservatorio y le pedí a mis padres que me sacaran del colegio para dedicarme a la música. Me dijeron que no, que tenía que terminarlo, pero que sí podía estudiar música por las tardes. Y lo peor fue que llegué al conservatorio y descubrí que también me aburría. No quería aceptarlo porque era mi sueño, pero todo era teoría. Casi no tocábamos: te enseñaban el pentagrama, las notas… Muy reglado. Y en medio de todo eso, entre el colegio y el conservatorio, apareció la improvisación y el rap. Al principio pensé: “Esto no es lo mío”, pero de repente vi que era pura espontaneidad y ritmo. Yo tocaba la batería y se me ocurrían bases para esos ritmos; solo había que ponerles palabras. Veía cómo la gente rimaba al instante, sobre lo que pasaba, sobre lo que sentía. Ahí tuve una conexión instantánea. Nunca imaginé que eso me haría conocido internacionalmente. Jamás se me ocurrió. Lo que sí entendí después fue que había descubierto una disciplina que exigía práctica, pero una práctica que no era tediosa.
"Pasé por la típica época hater de la música a los doce años. Cuando ahora lees comentarios tipo 'La buena música murió hace treinta años', yo era de esos"
Un proceso de habilidad y agilidad musical, ¿no?
Exacto. Esa era la práctica, y encajaba cien por ciento conmigo. Siempre fui muy inquieto y tengo déficit de atención; nunca pude escuchar una clase sentado. A los cincuenta milisegundos ya me distraía, pensando en Messi o en cualquier otra cosa. El conservatorio era lo mismo, pero aplicado a la música. Estaba en una especie de crisis… y el freestyle me descontracturo. De pronto empecé a ganar habilidad, a competir. Dejé de lado la música tradicional, la guitarra, la batería, todo… para rapear y usar más la voz. Así terminé haciéndome conocido en las batallas de freestyle.
Al mismo tiempo empecé a sacar mi música, y fue como vivir en dos mundos a la vez. Producía canciones que unían todo mi background musical: tocaba instrumentos, grababa, producía desde cero… y eso me permitió incorporar más vocabulario y más posibilidades líricas.
Este desarrollo primigenio es clave en tu primer álbum “Personalidad 7” (El Avión Amarillo, 21) un disco con canciones que compusiste cuando estabas en el colegio y algunas más ligadas al rap.
Eso es lo que me alucina de ese primer trabajo: está hecho con canciones que escribí desde el colegio, cuando era un niño. Ya entonces tenía un par terminadas, y cuando empecé a rapear surgieron algunas más. Durante la pandemia reuní todo ese material y lo convertí en mi primer disco. Fue la primera muestra de todo ese camino. Para la gente, era como… Claro, había cosas de rap, pero no era un disco de rap al cien por cien. Había canciones que no tenían nada que ver.
Hablando de tu evolución, tu segundo álbum, "Toy Lokazo" (Sony Music, 23), tiene un enfoque más electrónico y cercano al rap, mientras que este último, "Quizá no es para tanto", refleja un proceso con más recorrido. ¿Qué diferencias encuentras entre ambos discos, tanto en sonido como en proceso creativo?
Personalmente, este último es mi disco más importante. Es el que más me mueve, el que más me gusta y el que siento que está mejor logrado. Lo hice después de haber trabajado en dos discos anteriores, y todo eso fue un aprendizaje que me permitió llegar a este resultado. "Toy Lokazo" lo empecé a grabar en 2022 y salió antes que "Quizá no es para tanto", que lo empecé a componer en diciembre de 2021. Es un disco más rapero y electrónico; casi todo lo hice en Logic, con MIDI y programación. En cambio, este último disco está completamente grabado en estudio: baterías, bajos… Nada de baterías electrónicas ni samples. En “Toy Lokazo”, aunque se usaban pocos samples, casi todo se hacía en la computadora, así que se produjo más rápido y con menos temas. Otra diferencia importante es el enfoque creativo. “Toy Lokazo” nació de un concepto: primero apareció el nombre del álbum y a partir de ahí desarrollé los temas. Mi primer disco también siguió un concepto, aunque se armó con canciones que ya tenía. Este último disco, en cambio, empecé grabando temas sueltos.
Dos de esos primeros temas, “no le mienta a mamá” y “Las Consecuencias”, son ahora de tus canciones más escuchadas y reconocidas. ¿Las sientes actuales o crees que, aunque forman parte de este álbum, ya pertenecen a otra época de tu vida?
Justo esos primeros temas son los que mencionaba. En “no le mientas a mamá” yo vivía en Perú y viajaba a Argentina; en 2021 grabé la canción durante uno de esos viajes y a partir de ahí fui construyendo el resto del disco. Salió en 2022 y fue muy importante: ya tenía un sonido definido y hablaba de cuando me mudé solo, pensando que iba a ser libre. Me sentía solo, con miedo a la vida… cosas que ahora ya no siento igual. A lo largo del disco mi pensamiento cambia; es un viaje personal, un proceso de crecimiento de esa etapa de mi vida. A los veinte era otra persona; entre los quince y los veinte cambié tanto que creí que ese era “mi yo”. Ahora, a los veinticinco, soy distinto, y sé que aún me queda mucho por aprender y crecer. “Las Consecuencias” también es de las primeras canciones del disco, una historia de amor y desamor. Hoy es mi favorita, no solo por la forma de la canción, sino porque ya no podría escribir algo así. Habla de alguien que siente que nunca será suficiente para la otra persona, que esa persona se cansará porque no tendrá paciencia para esperar… Como una advertencia: “aléjate, porque no soy suficiente”. Esa era mi sensación en ese momento, y de ahí nació la canción. Ahora no lo veo así, pero entonces era real. Por eso es importante. Hoy, “No Le Mientas a Mamá” es la más escuchada del disco, pero “Las Consecuencias” sigue siendo la más significativa para mí. Ambas reflejan un “yo” de hace tiempo, de otra etapa de mi vida.
Durante todo este proceso, ¿cuál fue la última canción que compusiste para este trabajo?
La última canción que escribí fue “QNEPT”, y también es de las más importantes. Cuando la incluí en la lista preliminar, el disco todavía se llamaba “El Disco de Madera”. Revisando la lista, me di cuenta de que tenía que llamarse "Quizá No Es Para Tanto", por esa canción, porque reflejaba la idea central del álbum: el crecimiento. Avanzaba, me pasaban cosas, me enamoraba, me desenamoraba, me desilusionaba, aprendía… Y creo que la canción termina bien con esa idea: Quizá no es para tanto. No dice que algo sea un gran problema, solo sugiere que quizá no lo sea, y te invita a verlo de otra manera, más abierta y madura. Cuando vi el nombre, pensé: “Ahí está el nombre del disco”. En ese momento ya tenía que entregarlo en tres semanas y aún no sabía cómo se iba a llamar. De repente apareció. Siento que es un disco que se construyó solo, como si lo más importante que me enseñara este trabajo fuera confiar en el tiempo, confiar en la música y dejar que el arte se dibuje por sí mismo.

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