“La música es un juego con un jugador tramposo: la industria”
EntrevistasHadren

“La música es un juego con un jugador tramposo: la industria”

Abel Olivares — 13-09-2025
Fotografía — Archivo

Un mago nunca revela sus trucos, pero Hadren, sound designer —el homólogo sonoro—, no se ha cortado un pelo a la hora de descubrir los suyos en “TRICK TRACKs” (Autoeditado, 25), sacándose de la manga once piezas amañadas que constituyen, en su conjunto, un rechazo a la opinión pública para dejar claro lo siguiente: Hadren hace música por placer. Y en breve publica nuevo single, “A True Crime!”.

Cuando se oyeron por primera vez las expresiones “los caminos del Señor son inescrutables” y “el mundo es un pañuelo”, estoy seguro de que nadie era consciente del impacto que iban a tener en el imaginario social colectivo, validando la virtud profética que la sabiduría popular ostenta a la hora de señalar certezas con pronta anticipación. En prueba del significado de ambas, Hadren y servidor nos reconocemos mutuamente al identificar al otro lado de la pantalla una cara conocida. Familiar, como poco. Tras largos años pisándonos los talones a través de redes sociales, la casualidad vuelve a cruzarnos. Por esa y otras razones, el hielo se rompe solo y yo me limito a avasallarle a preguntas dado el conocimiento previo que atesoro de él, impaciente por saciar el impulso curioso que me lleva a sonsacarle la respuesta de mi primer interrogante: ¿En qué se ha traducido el aprendizaje autodidacta que dio comienzo hace diez años? “Siempre digo que empecé a hacer música porque era incapaz de encontrar la propuesta perfecta para mí. Comprender que tenía que ser yo mismo el que la llevara a cabo, mezclando todas mis referencias predilectas, me ayudó a sacarla del confinamiento mental en el que mi cabeza la había tenido recluida. Pagarme una carrera de producción no entraba en los planes de mi cartera, así que me propuse aprender por cuenta propia. Yo quería encontrar un sonido muy concreto y no perdí el tiempo en explorar para encontrarlo. Recuerdo con mucho cariño el ordenador cutre con el que producía, o las voces grabadas con el micrófono de los auriculares que me enviaba por e-mail, sin olvidar el mar de lágrimas que me provocaba la impotencia cuando algo se me hacía bola. En consecuencia, a día de hoy me encuentro en una tesitura radicalmente opuesta. Todo lo que tengo lo he conseguido a base de matarme a trabajar y, bueno, con motivo de la formación individual a la que me he sometido y me sigo sometiendo, dispongo de unas tablas y un conocimiento que ponen en valor mi avance profesional”.

“De haber nacido rico no haría tan buena música; las cosas hubieran sido tan fáciles que me habría aburrido”

Lo que a priori podría preludiar un claro caso de narcisismo ególatra —refiriéndome al tono y contenido de las afirmaciones citadas a continuación—, a posteriori no es más que la evidencia de un verdadero compromiso con la creación artística. Durante el transcurso de nuestra charla, Hadren demuestra saber de lo que habla acreditando una pericia musical que ha consolidado en “TRICK TRACKs”; hedonista, romántico y articulado en el sentir, justificando la descripción de su nota de prensa: “un narrador del deseo, la precariedad y el humor” “Narrador del deseo… ¡Qué buena! El disco nace de una experiencia muy personal. Surge de la visceralidad y es fiel a mi filosofía basada en preservar la honestidad. Trata de estar de fiesta en el club, de ser guapo, de ser el mejor, de ser divertido, equilibrando al mismo tiempo ego con alter ego. ‘innerchild’, por ejemplo, está escrita por Adrià. Cubre la necesidad de aportar el toque realista al hecho de estar contando mi vida de forma irónica. Podrá sonar raro, pero algo que suelo hacer mucho, y esto justamente es de tener mucho ego, es escuchar mi propia música. Cada año salgo como el artista más escuchado en mi Spotify Wrapped. No creo que mostrar orgullo ante mi propia obra sea algo malo. Al final ese ha sido siempre el objetivo: hacer música para escucharla. A propósito de lo del deseo, suelo cuestionarme cómo se narra lo abstracto prescindiendo de la lírica, pero en cuanto a la precariedad, jamás he dejado de reivindicar las dificultades que supone ser un artista hecho a sí mismo. Si no has nacido en una familia adinerada lo primero que te toca hacer es sacarte las castañas del fuego tú solo”. Sobre el tema, Hadren matiza sus palabras afirmando que “de haber nacido rico no haría tan buena música; las cosas hubieran sido tan fáciles que me habría aburrido”. A raíz de ello, ambos abrimos un debate que nos lleva a despotricar de la industria. La misma que fuerza a los artistas a elegir entre el riesgo o la sumisión. Además, después de una década al pie del cañón, uno es capaz de ver lo que otros no ven. “La música es un juego con un jugador tramposo: la industria. Cuando eres rentable puedes darte el luego de la negación, pero en momento de necesidad no te queda otra que decir que sí. Este tema me hace reflexionar. Me enfada. ¿Por qué hay gente que se lo curra tan poco y tiene acceso a tanto material? Detesto compararme, pero peor aún es ignorar la cantidad ingente de dinero que se maneja en un sector tan precarizado. No entiendo cuál es la repartición o la lógica. Me parece un ‘Matrix’ absoluto. Un conocido me dijo una vez que cobró seiscientos euros por subir una foto con la chaqueta de una marca y fue en plan: ‘Yo tengo que trabajar dos meses para ganar lo que tú en diez minutos’. Haber llegado al mismo nivel me provoca sensaciones contradictorias. A veces ni siquiera siento que forme parte. Estoy en un estudio carísimo y solo quiero averiguar cuánto valen las cosas”.

Si en “Soul Blackout” (23) inundó el mundo de azul con la excusa de abordar la parálisis del sueño que lo atormentaba por las noches, “TRICK TRACKs” tira del hilo para desentrañar algo más grande. “He querido hacer algo similar a lo que ha hecho Charli XCX en ‘Brat’ (24): deshacerme de la opinión pública. La mayoría de la población consume canciones desde la inconsciencia, pocos se entregan a una escucha activa, entonces yo me he propuesto tomármelo como un juego. Aunque sé que mi audiencia visita mi perfil porque quiere escucharme de verdad, me gustaría que pudiese hallar en él cierta satisfacción. Si no sucede me da bastante igual. No como antes, cuando trabajaba obsesionado con la mirada externa. Ese ha sido el reto más duro al que me he enfrentado: quitarme el peso de lo que se espera de mí”. Pan comido no sería exactamente la mejor manera de definir el camino que le ha llevado hasta aquí. Más bien el resultado de una profunda terapia gracias a la cual ha sido capaz de forjar una relación sana consigo mismo y así poder decir que “si está funcionando es porque estoy siendo sincero”. A pesar de que sigue siendo inseguro en otros aspectos de la vida —éxito laboral como medidor de autoestima o dificultad para negociar condiciones—, se muestra agradecido por haber logrado convertir su hobby en su fuente de ingresos. Ahora bien, la alegría se intensifica al recordar que lo ha hecho junto a grandes amigos como LaFrancesssa. “En los inicios, encontrar a gente que esté dispuesta a echarte un cable cuando no tienes ni idea es una tarea casi imposible. LaFrancesssa y yo compartíamos una relación de amistad anterior que se fortaleció con el soporte mutuo. A la larga, gracias a ese apoyo incondicional los artistas independientes hemos incrementado en número sin que ninguno de nosotros sienta que hemos dejado de ser huérfanos de una comunidad que de repente nos ha acogido, sino que ha sido todo un proceso de creación de la misma”.

 

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.