Francotiradores
EntrevistasPiano Magic

Francotiradores

Jordi Nopca — 14-11-2007
Fotografía — Archivo

Con “Part Monster” (Green Ufos, 07) ya son nueve los álbumes que Glen Johnson ha escrito para Piano Magic, grupo que ha ido sumando o restando miembros a lo largo de sus once años de trayectoria a medida que las predilecciones musicales de Johnson iban variando. Si su anterior disco, “Disaffected” (Green Ufos, 05) profundizaba en la electrónica glacial de finales de los setenta, su nueva entrega cambia de rumbo: “Part Monster” es un disco de música rock de pies a cabeza.

Glen Johnson ya nos advirtió en su último EP, “Incurable” (06), que los teclados y programaciones perdían peso en favor de las guitarras abrasivas. Un año después, “Part Monster” nos ha confirmado el viraje rock del británico, que ha entregado una colección de canciones igual de angustiantes que antaño recubiertas en esta ocasión de muros guitarreros densos y contundentes. “Con este disco quería hacer, de una vez por todas, música sencilla. Quería que ‘Part Monster’ sonara orgánico, natural y nervioso. Con ‘Disaffected’ ya me propuse hacer canciones más accesibles, aunque me planteé el uso de la música electrónica más como un reto que como el camino para llegar a la sencillez. Ahora, en cambio, he querido trasladar al estudio el sonido en directo de Piano Magic, que es mucho más ruidoso y violento. ‘Part Monster’ es el primer disco que podemos presentar entero sobre un escenario, y estoy muy orgulloso de ello…”.

"Me gusta hablar de la Inglaterra del pasado"

En la mayoría de fotos promocionales de Piano Magic, Johnson siempre aparece a un lado, como si fuera alguien muy tímido –que lo es–; hablando con él, sin embargo, tuvimos la impresión que su poco afán de protagonismo responde más a canalizar todos sus esfuerzos en la vertiente creativa del grupo, de la cual él es el máximo responsable, aunque últimamente comparta los créditos compositivos junto a Franck Alba (guitarra), Jerôme Tcherneyan (batería), Alasdair Steer (bajo), Cédric Pin (teclados) y Angèle David-Guillou (voz, acaba de estrenar su propio proyecto, Klima). Si musicalmente puede dejarse aconsejar por sus compañeros de grupo, las letras siguen siendo terreno casi exclusivo de Johnson, que nos presenta –como ya es habitual– su particular concepción de la Inglaterra donde nació y creció: “Me gusta hablar de la Inglaterra del pasado. ‘The Last Engineer’ trata de la visión británica arquetípica del mundo fabril: las chimeneas enormes, el aire cargado de humo… Mi padre fue ingeniero durante cuarenta años en la misma fábrica. Cuando llegaba a casa se lavaba las manos con jabón industrial y me prometía que un día iríamos a ver la fábrica. Esta visión del mundo está desapareciendo, actualmente. Los ingleses prefieren fabricar coches en China porque sale más barato”. Se trata de un fenómeno con el cual estamos familiarizados, desde hace unos años. Johnson es prácticamente un desconocido, en su país de origen, aunque sus letras tratan cada vez más directamente el presente y el pasado británico. “‘Soldier Song’ es una canción sobre el patriotismo idiota que se supone deben tener todos los soldados que luchan en una guerra. Los conflictos armados son como lanzar aceite en una hoguera: solo se consigue que el fuego crezca. ¿Qué ha pasado en Iraq, estos últimos cuatro años? Iraq es el Vietnam del presente. La lucha, esta vez, es por el petróleo y por controlar un territorio estratégico”. Siempre crítico con la guerra –recordemos que grabó un disco conceptual, “Artists’ Rifles” (Rocket Girl, 00)– Johnson también arremete esta vez contra el mundo de la música pop en “The King Cannot Be Found”. “Hay muchas estrellas del pop que publican un gran disco y ya no hacen nada más en su vida. La fama los convierte en una especie de reyes o dioses y esto les hace perder toda su magia como artistas”, nos comenta siempre en una voz susurrante en un acento ligeramente francés (aunque Johnson naciera en un pueblecito minero del norte de Inglaterra). “Part Monster” es un disco mucho más directo en sus críticas sociales, pero sigue conservando la melancolía romántica de “Low Birth Weight” (Rocket Girl, 99), que no debe confundirse con la temática sentimental que normalmente se asocia a este término: el Romanticismo tiene en su base el spleen por todo aquello que hemos perdido. De esta forma, “Halfway Through” trata sobre el abandono de la juventud; “England’s Alway’s Better” –escrita por Simon Rivers (The Bitter Springs), “gran observador de la cultura británica”, en palabras de Johnson– nos sumerge en una inquietante reunión escolar de revival donde un antiguo alumno ha pasado a mejor vida; “The Last Engineer” y “Cities and Factories” recuerdan los antiguos paisajes industriales británicos, y en esta última lo hace con un Glen Johnson que se pasea por entre los escombros de esta etapa histórica ya definitivamente perdida: “la canción describe un hábito mío peculiar: muchas veces salgo de casa por la mañana, cojo un autobús y me bajo donde sea. Entonces paseo sin rumbo, pero hay demasiadas señales, carteles y monumentos para no encontrar el camino de vuelta”. Actualmente vive cerca del London Hospital, donde a finales del siglo XIX pasó por sus habitaciones Joseph Carey Merrick, el Hombre Elefante que David Lynch retrató en la película homónima. Según Johnson, Merrick es en buena parte responsable de haber sacado a la luz su parte monstruosa. ¿Cómo será su próximo disco, si no cambia de domicilio en breve?

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