Fiesta en el garaje
EntrevistasHarlem

Fiesta en el garaje

Joan Cabot — 02-07-2010
Fotografía — Pooneh Ghana

Son guarretes, divertidos y no se toman demasiado en serio a sí mismos. Harlem son la clase de grupo que debería dedicarse a tocar exclusivamente en fiestas de cumpleaños y “Hippies” probablemente sea el disco más cachondo que hayas escuchado en bastante tiempo.

”Está siendo una gira bastante loca”, comenta Curtis O'Mara sobre las vicisitudes del primer tour europeo de Harlem, la banda que formó en Tucson junto a su amigo Michael Coomers y que acaba de convertirse en un grupo de moda gracias al contagioso y entusiasta “Hippies”, un tratado sobre cómo superar el rechazo amoroso a ritmo de rock de garaje. “Coomers y yo llevamos mucho tiempo tocando juntos. Harlem nació hace unos tres años. Desde que montamos el grupo no hemos parado de dar conciertos por todo Estados Unidos”. Acabaron instalándose en el corazón del país, en la modesta Austin, Texas, que resulta ser una de las ciudades con mayor tradición musical de todo el continente. Escuchando sus canciones uno diría que fueron allí a buscar a su padre, Daniel Jonston, pero no es así. "Desde ahí resulta fácil moverte hacia una u otra costa del país. Y hay un montón de lugares en los que tocar". Porque básicamente esa es la filosofía: tocar, tocar y tocar. De la misma forma que musicalmente podríamos resumir sus coordenadas en diversión, diversión y más diversión. Harlem son la clase de grupo que te hará bailar sobre la mesa del comedor o que vas a odiar porque te parecerán triviales y estúpidos. "La intención era escribir canciones pop", según O'Mara. “Lo que pasa es que de cada vez nos salen más rasposas”. Lo curioso es que hablamos de dieciséis canciones que en el fondo tratan de cosas tristes: el amor es algo jodido a veces. Pero ellos han encontrado una forma de darle la vuelta a todo el dolor y furia homicida que uno siente cuando le rompen el corazón y le dejan con cara de panoli y salir bailando del lodo. “La inspiración... Solemos escribir sobre las relaciones, cosas que nos suceden y sobre las que a veces no es sencillo escribir. Sí, las letras son divertidas, tienes razón. Porque no queremos ser demasiado serios. Es aburrido. Cuando voy a un concierto no me gusta plantarme ante un tío que se dedica a llorar durante cuarenta y cinco minutos”. ”Ya no tocamos en garajes, ahora tocamos en bares...”<, bromea el tipo cuando le preguntas por sus influencias –“Rubber Soul” aparte- y la nueva ola de grupos rockeros americanos que parecen haber vivido un par de años en una cabaña en el bosque con sólo el recopilatorio “Nuggets” a mano. “No hacemos garage rock, hacemos bar rock. O house party rock. Tocar en fiestas privadas es incluso más divertido que tocar en bares”. De hecho, O'Mara asegura que durante la grabación del disco se inspiraron en The Beatles y su “Rubber Soul”, que es la clase de disco que nadie cita cuando se habla de “Hippies”. “Fue casi lo único que escuché durante la grabación del disco. No digo que quisiéramos sonar así”.
“La filosofía del disco era no complicarnos mucho la vida”, explica Jose Boyer, bajista del grupo y el último en entrar en Harlem. “Solemos componer en el salón de casa, los tres tocando a la vez, y queríamos trasladar al disco ese espíritu”. De hecho, el disco suena literalmente como si lo hubieran grabado en el salón de su casa, algo que forma parte del encanto de “Hippies”, aunque en realidad fue grabado en el estudio The Distillery, en Costa Mesa, y por el que han pasado grupos como The Black Lips y The Horrors. “Ayudó el hecho de que el estudio donde grabamos el disco no era un estudio al uso. Es un sitio maravilloso en el que puedes encontrar todo tipo de aparatos extraños como un amplificador hecho a base de transistores viejos”. “Tiene cientos de cacharros”, confirma O'Mara. “Estuvimos un mes y medio jugando con todo aquello y grabando canciones”. “En Matador todavía deben estar arrepintiéndose de habernos ofrecido un contrato”, sentencia finalmente Boyer, riéndose. Por lo que parece todo en el mundo Harlem es susceptible de ser tomado a broma, incluso cuando a unos tipos tan metidos en la dialéctica las cosas les salen bien. En Matador pueden darse con un canto en los dientes.

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